Rocío Aránzazu Baquero Noriega, profesora de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de la UCLM, habló en la II Jornada «Soy mujer» de su «Experiencia de trabajo en proyectos de cooperación internacional con perspectiva de género«; en su charla, la profesora incidió en una idea: es necesario incluir al hombre en dicho ámbito de trabajo para que el cambio sobre la desigualdad de género sea efectivo.
Comenzó refiriéndose a una ampliación de la perspectiva general en esta ámbito de trabajo. Así, si en los objetivos del Desarrollo de Milenio, hasta 2015, se trabajaba con los países del Sur y en vías de desarrollo, la Agenda 2030 incorpora que los objetivos del Desarrollo Sostenible son para todos, Norte y Sur. «Estamos en un mundo globalizado, para bien o para mal», subraya.
Precisamente entre estos objetivos del Desarrollo del Milenio está el cinco, que habla de la igualdad de género; aquí las cifras de la ONU sobre la desigualdad en contra de las mujeres son abrumadoras, referentes al acceso al trabajo, a la tenencia de la tierra, a la brecha salarial, y se extiende por todo el planeta.
El hombre: inclusión necesaria
Y en el ámbito del trabajo con perspectiva de género precisó Rocío que «hay que incluir a la mitad de la sociedad restante, el hombre, «para que el cambio sea fuerte y sostenible», subrayó antes de añadir: «El género tiene que ver con las diferencias que se establecen local y culturalmente en los grupos humanos, las dierencias dependen de entorno y esto va cambiando».
[ze_summary text=»Si solo se trabaja con las mujeres, los cambios no van a tener efecto, las barreras van a seguir»]Si solo se trabaja con las mujeres, los cambios no van a tener efecto, las barreras van a seguir[/ze_summary]Según la profesora, «no se puede trabajar solo con las mujeres, hay que hacerlo también con los hombres, y localmente, cambiando los condicionamientos machistas que provocan la desigualdad, ya que si solo se trabaja con las mujeres, los cambios no van a tener efecto, las barreras van a seguir«.
Para ilustrar la importancia de la especificidad del trabajo según la localización, puso el trabajo del seguimiento hecho en unos talleres en Guatemala en los que trabajaron hombres y mujeres, donde aquellos se quejaban de que ellas no participaban porque no tendrían buenas capacidades y eran tímidas, mientras que las mujeres arguían que tenían sobrecarga de trabajo (incluía el doméstico, del que solo ellas se ocupaban). Además, si ellas no hacían las tareas, ellos podían enojarse y pegarles. «Si no se trabaja en esto, puedes agravar las diferencias de género», apuntó.
Rocío Aránzazu insistió en que el trabajo en el género debe ser local, «ya que hay responsabilidades diferentes que se atribuyen a cada género localmente, por eso uno puede llegar a un lugar con un reparto de tareas y responsabilidades que pueden no coincidir con el del espacio al que se llega, también válido porque es el suyo».
[ze_summary text=»No se pueden violentar los espacios de participación, hay que partir de ellos»]No se pueden violentar los espacios de participación, hay que partir de ellos[/ze_summary]En este último punto fue en el que la profesora subrayó la idea de que «no se pueden violentar los espacios de participación, hay que partir de ellos«. Al respecto puso el ejemplo de un trabajo en los comités de gestión del agua en Guinea Bissau, un ámbito de poder de las mujeres en el que, cuando se les planteó hacerlos mixtos, ellas se negaron porque les suponía perder una cuota de poder, participación y representación dentro de su comunidad.
«En este espacio no estaban preparados para que los hombres entraran a compartir, en ese momento no era viable ni oportuno», señaló.
En este contexto, Rocío Aránzazu Baquero citó, a modo de conclusión, a Paulo Freire: «Hay que hacer un uso máximo del mínimo espacio de poder», para no retroceder en la conquista de nuevas parcelas del mismo.
El de esta profesora fue parte del testimonio que narró a los cerca de 300 estudiantes que se dieron cita en la UCLM durante la II Jornada “Soy Mujer”, que encastillalamancha.es organizó el jueves 14 de marzo y en la que actuaron como colaboradores el Instituto de la Mujer de la Junta de Comunidades, la Diputación de Toledo, el Ayuntamiento de Toledo, la UCLM y el Colegio de Enfermería de Toledo.
Rocío Aránzazu Baquero Noriega participó en la segunda mesa, denominada “Avanzando en la igualdad”, en la que compartió experiencias junto a Charo Navas, directora provincial del Instituto de la Mujer de Toledo; Noelia Martín, vicedecana de la Facultad de Enfermería; Ana Carretero, vicerrectora de Estudiantes y Responsabilidad Social y doctora en Derecho; y Javier Rodríguez Torres, profesor de Didáctica y Organización Escolar del Departamento de Pedagogía; Mesa que moderó Mar G. Illán, directora de este periódico.