Roberto Sabrido, médico y funcionario de la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha desde 1987 ha desarrollado toda su carrera en la administración pública, donde ha desempeñado todo tipo de responsabiliades técnicas y políticas en el ámbito de la salud.
Es un defensor a ultranza de la sanidad pública, al que José Bono encargó fundar el primer Servicio de Salud de Castilla-La Mancha a la órdenes de Fernando Lamata, cuando Sabrido tenía pocos más de 30 años, esta región era de las más atrasadas de España en infraestructuras y servicios sanitarios y había que crear el Sescam «de la nada». Lo recuerda para encastillalamancha.es en la entrevista que publicaremos mañana y de la que hoy les adelantamos algunos contenidos.
Sabrido, toledano, médico y político, «apasionado de la gestión sanitaria» es ni más ni menos que uno de los padres de la obra pública más discutida de la étapa de José María Barreda, quien le nombró consejero de Sanidad cuando José Luis Rodríguez Zapatero se llevó a Lamata a Madrid como segundo de a bordo del Ministerio de Sanidad.
Sí, él es el padre de la criatura. Era consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha cuando se adjudicó la obra del macrohospital de Toledo, que años antes había contribuido a planificar como responsable del Sescam y tiene claro que, pese a la polémica, el problema no era la dimensión del centro sanitario, uno más de los que se han levantado en estos años para poblaciones similares en Madrid, Valencia o Baleares, explica.
El caso es que lo que iba a ser la obra emblemática de una época y uno de los hospitales mejores de Europa ha acabado siendo una pesadilla por razón de los desmanes en una construcción atascada, permanentemente encarecida y cuyas empresas responsables dirimen sus diferencias en el juzgado. Él tiene claro que era el hospital que Toledo necesitaba y necesita, que su paralización y la falta de actuación sobre el viejo centro acabarán provocando un colapso de atención sanitaria por atasco en la capital y que si no ha sido ya así es por la profesionalidad de los médicos.
Le llevan los demonios cuando oye a los responsables sanitarios hoy opinando sobre ese centro con falta de rigor, en su opinión, cuando todos ellos hicieron o dirigieron hospitales parecidos años atrás. Mañana les daremos los detalles.
Eso sí, tiene claro que con un hospital del tal magnitud como el que se proyectó en Toledo, cuantitativa y cualitativamente, el sitio natural de la facultad de Medicina que se llevó a Ciudad Real, era Toledo, lo contrario que decidió Barreda.
Unos años antes, en 2001, a las puertas de la llegada de las competencias de sanidad: «Nos tocó crear de la nada un servicio de salud autonómico». Así recuerda Roberto Sabrido los primeros pasos que dio como primer director gerente del primer Servicio de Salud de Castilla-La Mancha cuando, por primera vez, las competencias de Sanidad salieron del Estado hacia las comuniades autónomas.
Un atraso histórico y una población creciente y cada vez más exigente fueron los mimbres sobre los que se construyó el Sescam, que en 2010 llegó a tener un índice de satisfacción del 79 por 100 de sus usuarios. Aunque él dejo sus responsabilidades en la Junta en 2008, Roberto Sabrido rechaza que se hayan cometido en Sanidad los excesos que denunció el actual consejero, Ignacio Echániz, convencido de que el PP busca excusas para privatizar, porque ésa es su política, independientemente de la situación económica. Además, Sabrido pronostica un verano sanitario «caliente», porque dice que se está planificando mal, como si fuéramos una comunidad que se vacía en verano.
Era el único hombre de Emiliano García-Page que quedaba en el Gobierno de José María Barreda después de las elecciones autonómicas de 2007, pero en 2008 se remedió el «problema» con su destitución como consejero de Sanidad, cartera que regresó a Fernando Lamata, quien años antes le había pasado el testigo. Le vino como anillo al dedo, porque se ahorró los años de pólvora del último gobierno socialista en la comunidad autónoma y se convirtió en el presidente de la Agencia Estatal de Seguridad Alimentaria y Nutrición, primero a las órdenes de Trinidad Jiménez y luego de Leyre Pajín.
No quiere polémicas con aquel asunto de su destitución, pero deja muy claro que él es un «hombre de Page al 100 por 100 o al 1.000 por 1.000» y que «Emiliano ha aportado oxígeno y coherencia» en el PSOE de Castilla-La Mancha. A buen entendedor…
También tiene claro el diagnóstico para el Gobierno de María Dolores de Cospedal, a punto de cumplir un año: padece de «exceso de prepotencia» y la receta es «más diálogo y menos prepotencia».
«La presidenta de Castilla-La Mancha» contesta escuetamente al ser preguntado por Cospedal, la única protagonista sobre la que no emite un juicio de valor. Piensa de Emiliano García-Page, su jefe y amigo, que «es el mejor político que conozco, con diferencia»; al consejero de Presidencia, Leandro Esteban, le aprecia «a pesar de todo», aunque no aclara el pesar; al presidente de las Cortes, Vicente Tirado, le prefiere en privado que en público, ya que se comporta diferente, según Sabrido.
¿Volvería a hacer el hospital de Toledo si fuera consejero de Sanidad hoy? ¿De dónde se recorta el gran gasto sanitario si no es con privatización? ¿Qué le cuentan los médicos? ¿Qué opina de Ignacio Echániz y los responsables de la salud de los castellano-manchegos en el Gobierno regional?
Todas esas preguntas y a alguna más tienen respuesta en la entrevista que publicaremos mañana en encastillalamancha.es.