Respira El Greco, vive por y para El Greco, siente al Greco… Tres años entre las fascinantes paredes de su Museo en Toledo, el del Greco, y parece como si todavía estuviera allí… El pintor, digo. Nuestro protagonista no falla, a diario, puesto que es quien dirige la «otra» vida del cretense, el Museo del Greco en la capital regional. Se llama Juan Antonio García Castro y antes de llegar hasta aquí desde su San Pablo de los Montes natal fue ayudante de taxidermista, camarero, friegaplatos… Hasta que le dio por la arqueología…
Por cierto, están leyendo el adelanto de la Entrevista Irreverente que, completa, publicaremos mañana viernes en encastillalamancha.es. Continúen…
Si se pone a soñar, aunque dicho sea de paso no va a pasar de ser un buen sueño, le gustaría tener el «Retrato del cardenal Fernando Niño de Guevara» en «su» Museo, el del Greco, en Toledo, que dirige desde hace tres años. Pero como bien sabemos todos, la tela en la que está Niño de Guevara, al menos su espíritu, continuará por los siglos de los siglos en el Museo Metropolitano de Nueva York…
Y si tuviera que «llevarse» a su casa, otro sueño que dormirá siempre el sueño de los justos, uno de los «grecos» expuestos en el impresionante edificio de la capital regional donde se respira al genial pintor por los cuatro costados, se decantaría por «Las lágrimas de San Pedro»…
Y los sueños, sueños son…
Estamos hablando de, y con, Juan Antonio García Castro, protagonista esta semana de la Entrevista Irreverente de encastillalamancha.es, de la que están leyendo un adelanto y que completa publicaremos mañana viernes.
Arqueólogo por estudios, ojo que dirigió durante 17 años «Revista de Arqueología», si pudiera hablar hoy mismo con El Greco, en el siglo XXI, le preguntaría por qué se quedó en Toledo y no se marchó, ya que está prácticamente convencido de que al genial pintor que «ilumina» Toledo de día y de noche le hubiera gustado retornar a su Creta natal pero por las circunstancias que fueran no pudo.
Por aquí, por este Museo que recibe miles de visitantes al año para ver cuáles eran las veleidades pictóricas del Greco, han pasado desde el primero que tuvo el honor de hacerlo, el rey Alfonso XIII acompañado por el rey de Portugal, hasta Hemingway, tan «greco» como El Greco…
Todavía recuerda cuando llegó a Polonia, pónganse que hablamos de la época del Telón de Acero, las dos Alemanias, no había caído todavía el Muro de Berlín… Y en éstas estaba cuando se montó en el Lada típico de la época propiedad del entonces director de Museo Arqueológico Nacional polaco y en un viaje paraban cada dos por tres a tomar té o café porque los «calentones» del coche les obligaban a ello. Claro, que el polaco lo disimulaba porque no quería que a los ojos de un occidental se vieran ciertas decadencias…
O el día que entró, y estuvo solo durante unos minutos, en la tumba de Ciro el Grande… Persia, Irán… Ese día voló la imaginación…
Ha sido ayudante de taxidermista, camarero, friegaplatos y en su época de chaval, con los amigos, llegó a «robar» gallinas…
Si El Greco levantara la cabeza…