Se define como una gallega de pedigrí, porque nació en Caracas (Venezuela), pero al mes estaba en su Galicia natal. Y desde entones el periplo profesional y personal de la cara de «Las Noticias de las 2» en Castilla-La Mancha Televisión ha sido todo un ir y venir. De Lugo a Madrid, un tiempo en Portugal, parada en Dinamarca, una mediana estancia en Bruselas, un viaje con retorno a Bolivia y de vuelta a España. Así es Concha Boo…
Un encanto en el cara a cara, vivió la amarga experiencia de participar en el cierre de CNN+, donde incluso compartió redacción, aunque en la lejanía, con la Princesa Letizia.
Pero su experiencia más humana, profesional y personalmente hablando, fue quizás cuando aterrizó en Kosovo como corresponsal de guerra. Previamente se había enamorado de un danés, con quien está casada y tiene tres hijos; y había hecho prácticas en la COPE de Lugo… De ahí a la televisión gallega, corresponsal en Bruselas de la TVG y de CNN+; directora de informativos en una televisión boliviana;?las mañanas en directo de CNN+ y CMT.
Un lujo para la tele autonómica. 40 años y la encanta leer, hurgar en su jardín, hacer punto de cruz… Y Toledo, ciudad de la que está realmente enamorada.
¡¡¡Concha, un minuto…!!! ¿A qué le suena eso?
¡A que tengo que correr mucho! Ja, ja, ja… Y?me lo dices precisamente hoy, que he entrado a 50 segundos del arranque del informativo y casi les da un ataque en control. Es el peor de mis defectos, pero es porque, además de presentar, llevo la coedición del informativo con Jesús Espada. Hasta el último minuto quieres ver qué entra, qué no… Pero nunca he entrado tarde.
¿Por qué la llaman doña Intro?
Ja, ja, ja… Porque tengo mucha manía en explicarles a los periodistas que en la tele la noticia empieza en el momento en el que el presentador comienza a leer la intro. No empieza en la voz en off del video, sino desde el primer momento. Por lo tanto no repitamos en la primera parte de la pieza lo que ya ha dicho el presentador. Tenemos que entrar en la casa de alguien y decirle: oye, ven, mira lo que te voy a contar. ¡No tenemos que reservar lo mejor para el video!
De CNN+ a CMT, ¿en qué cambió su vida?
Entre una época y otra hubo nueve meses en los que en vez de dedicarme a la información me dediqué a la opinión. Y?llegué a la conclusión de que prefiero la información a la opinión.
Fue de las periodistas que apagó CNN+…
CNN+ se cerró el día de mi 39 cumpleaños, el 28 de diciembre del año pasado. Fue una pena para la democracia de este país, pero en el ámbito profesional se cierra una puerta y se abre una ventana. Fue muy duro.
El último día dijo en directo: «Me están diciendo que me tengo que limpiar el bigote, esto de la tele es la bomba, la verdad».
Ja, ja, ja… Eso fue porque justo antes de la despedida tuve que probar un licor que me trajeron mis compañeros y había vainilla. Bebí y me manché. Yo trataba de despedirme con la cabeza bien alta y ellos, por el pinganillo, me decían: ¡Que tienes bigote, que tienes bigote… Ja, ja…
Un periodista, ¿tiene que ser sensible?
¡Siempre! Si no, es imposible que seas un contador de historias. Hay que crear empatía.
Fue corresponsal de guerra en Kosovo…
De lo que uno piensa a lo que uno se encuentra en determinadas situaciones… Es todo muy idílico, pero cuando llegas pasas miedo y tienes que estar hecho de una madera muy especial para ser corresponsal de guerra. Pero profesionalmente hablando fue de las experiencias más interesantes y de las que más lecciones he sacado. Por ejemplo, el respeto de las víctimas.
Vio la muerte de cerca, evidentemente.
Sí. En uno de los campos de concentración de Skopje, grabando un plano corto, de esos que tanto me gustan, grabamos el momento en el que una madre le estaba dando de mamar a su bebé y el bebé se murió. Teníamos la imagen. Fue espectacular, la mayor bronca que he tenido jamás con un cámara…
¿Por…?
Sabía que si envíabamos esa imagen nos la iban a comprar las agencias, era un pelotazo. Bien, pues ese cámara me dio la gran lección de mi vida, porque rebobinó y borró la imagen. Te puedes imaginar qué bronca monumental tuvimos allí. Aprendí, porque yo tengo bastante temperamento inicial pero luego soy muy reflexiva… El cámara había sido torturado en su día por la gente de Pinochet en Chile y él me intentaba explicar qué iba a aportar al conflicto que nosotros mostráramos ese momento de dolor de esa mujer a la que se le muere su bebé en sus brazos y se queda mirando a la cámara fijamente y no derrama ni una sola lagrima. Me enseñó a respetar el derecho de las víctimas y a intentar buscar qué parte es información y qué parte es morbo. Tenía razón el cámara.
¿Se puede saber a quién votó en las últimas elecciones?
El voto es secreto.
¿Se ha pasado de Telebarreda a Telecospedal en CMT?
Creo que no. Abogamos por la pluralidad, ahora se escuchan todas las partes de la cara de una noticia. Buscamos eso y el análisis.
¿La han obligado a manipular alguna vez?
Jamás. Ni lo han intentado. En ningún sitio.
¿Los periodistas manipulamos?
No. Los periodistas somos personas. No creo en la objetividad al 100 por 100, todos tenemos una experiencia vital detrás, lo que al final te hace mirar las cosas de una determinada manera.
¿La noticia que le gustaría dar?
Que la ecuación de la pobreza en el mundo se invertía.
¿Cuándo dijo «tierra, trágame» en directo?
¡Me ha ocurrido muchas veces! Ja, ja, ja… Date cuenta que en el último tramo de CNN+ eran cuatro horas en directo, entonces es muy fácil que metas la pata.
¿Está de acuerdo con la pena de muerte?
No. En ningún caso.
¿Milita en algún partido político, ONG o asociación?
En partidos políticos, desde luego que no. En organizaciones empecé de pequeña en Manos Unidas.
Sin trabajo ni prestación, ¿qué haría para comer?
Trabajar en lo que pueda, buscar trabajo a destajo. Me da igual, en mi vida he hecho muchas cosas. Para pagarme la carrera limpiaba el comedor de un colegio en Madrid, por ejemplo. Lo que sea, no se me caen los anillos para nada.
¿Prohibiría la prostitución?
No.
¿Cuál fue su primer sueldo y en qué se lo gastó?
Fue como periodista y me lo gasté en una cena con mis padres y mis hermanos. Me pagaron 65.000 pesetas.
¿Qué personaje histórico le gustaría ser?
Siempre he pensado en dos mujeres: Rosalía de Castro, una gallega de pro que marcó un antes y un después no solo en la literatura; y Simone Veil, la primera mujer presidenta del Parlamento Europeo.
¿Con qué duerme? Si duerme con algo, claro.
Duermo con alguien, duermo con el hombre de mi vida.
Eso es con alguien. ¿Y con algo?
No… Duermo con mi pijama y con mi almohada. Y ya está. O con una camiseta o con lo que haya. Siempre con algo de ropa.
¿Qué libro está leyendo?
«Los ojos amarillos de los cocodrilos».
Cuando va al fútbol, ¿insulta al árbitro o a los rivales?
En el Mundial de Fútbol, fíjate, ni siquiera vi la final, me la pasé en la cocina haciendo mojitos para mis amigos y veía las repeticiones de las jugadas. Indica dos cosas: que no me gusta el fútbol y que soy una buena amiga porque pienso en mis amigos. Ja, ja, ja… Te confesaré algo ahora que no nos escucha nadie: ni siquiera voy a los partidos de mi hijo Antón, ¡que es un loco del fútbol!
¿Su mayor travesura?
Remover Roma con Santiago a los 17 años para irme tres meses a Bolivia. Quería cambiar el mundo porque pensaba que había muchas desigualdades. Al final me fui y fue una experiencia que cambió mi planteamiento de la vida. Aquí lo tenemos todo y allí no tienen nada.
¿Qué programas del corazón ve?
Ninguno. Si llega a mis manos una revista la veo, ¿eh? Por ejemplo, cuando voy a maquillaje la hojeo y creo que hay que estar en todo, pero no es el tipo de televisión que me gusta.
¿Cuál es la mayor multa que le han puesto y por qué?
Por hablar por teléfono me quitaron tres puntos. Hice mal.
Defínase: ¿de derechas, de izquierdas o de centro?
De nadie.
¿Cree que el tamaño importa?
No. Lo tengo clarísimo.
¿El juego del parchís es cosa de hombres? Se lo digo porque ya sabe aquello de que se comen una y cuentan 20.
Sí.
¿Se atreve a decir el lugar más raro donde ha practicado sexo?
(Se lo piensa…) ¡No!
¿No se atreve?
No quiero decirlo. Te he dicho antes que era muy celosa de mi vida.
Pero… ¿Ha habido lugares raros?
¡Depende de a lo que llames tú lugar raro! Porque claro, si para ti un lugar raro es la selva tropical boliviana, yo he estado viviendo en la selva tropical boliviana. ¡Entonces a lo mejor para ti eso es raro pero para mí no! Ja, ja, ja…
Su compañero y coeditor del informativo, Jesús Espada, nos dijo que no se atrevía a contar «su lugar más raro», pero tengo entendido que después se lo dijo a usted y a otro periodista de la casa, Jorge Jaramillo. ¿Por qué no nos lo cuenta?
Ja, ja, ja… ¡Yo no cuento cosas de los demás! Un periodista, además de saber contar la noticia, tiene que saber guardar ciertas cosas.
Pero… ¿Mintió o no mintió?
¡Ahhhhhhhhh…! Ja, ja, ja…