sábado, 23 de noviembre de 2024
Entrevista Irreverente a Juan Sánchez, director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha 01/04/2016junio 7th, 2017

De pequeño fue empresario de cine, e incluso se hacía su propio periódico; y cuando ya era un poco más mayorcito participó en un encuentro juvenil en Francia que le permitió ir a París y visitar la Librería Española, donde compró libros prohibidos para la época. Hablamos de la España franquista y cuando regresó e iba a pasar por la aduana…
Están leyendo la Entrevista Irreverente de encastillalamancha.es y nuestro protagonista es Juan Sánchez Sánchez, de 63 años, natural de Toledo aunque vivió muchos años en Nambroca. Director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, entre sus aficiones están, como no podía ser de otra forma, leer, «leo mucho, la música, escribir e investigar, porque la Historia me sigue llenando. Digamos que en su momento colgué la investigación histórica por las bibliotecas».
Su vida ha pasado por diferentes… Lean y sabrán…


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¿Qué libro está leyendo?

He empezado «Castilla-La Mancha en el siglo XVIII, aproximación y miscelánea», que lo coordina mi amigo Alfonso González Calero. Se presentó ayer (por el martes), me lo ha dado y estaba empezando a hojearlo. En realidad, he leído estos días el que será mi próximo libro, revisando pruebas, que se llama «Hijo de Dios y de la Iglesia, presencia de un cristiano en la vida pública». Es un libro que contiene 170 artículos sociales, políticos, religiosos… Artículos míos publicados en 25 años, de 1989 a 2014. Está en talleres y sale casi ya…

Oiga, ¿cuándo conoció a Dios?

¿Cuándo conocí a Dios? Cuando me empezaron a hablar de él, porque el hecho de conocer a Dios no se te presenta… Hay un momento que tienes una experiencia viva, yo tuve mis momentos de increencia en la juventud, de cierta persecución a la Iglesia, pero que luego, fundamentalmente… La fe no es ningún privilegio, no se gana con méritos, sino que es un regalo. La fe o la tienes o no la tienes. Pero yo realmente conocí a Dios cuando mi familia me empezó a hablar de él en la infancia.

Pasó de no creer a…

Digamos que tuve mi etapa infantil y adolescente religiosa, luego tuve mi crisis de fe, mi persecución a la Iglesia, en la que no creía y a la que atacaba. Creo que porque la juventud es una etapa de rebeldía. Y luego, afortunadamente, cuando conocí en COU a la que es mi esposa, que gracias a ella realmente volví a la Iglesia. Luego tuve la experiencia de conocer a Dios en vivo, a Cristo vivo, resucitado, que te ayuda en tu vida, que te salva, que te sientes amado, acompañado… Eso fue en 1972, una experiencia fuerte; luego entré en una comunidad de laicos, neocatecumenal, donde hice un camino de reiniciación cristiana, de vuelta a los orígenes de tu fe, y eso es lo que me ha alimentado en toda mi vida.

…a que poco más y se mete a cura.

No… Todos los cristianos somos, por el Bautismo, sacerdotes, profetas y reyes. Todos tenemos que rezar por los demás; todos tenemos una misión de evangelizar, de dar la buena noticia, aunque muchos periodistas dicen que las buenas noticias no son noticias, a mí me gusta un periodismo que combine las tragedias con las buenas noticias que hay todos los días, con lo bueno que está pasando a nuestro alrededor todos los días; y luego somos reyes, que es servir. Y todos lo hacemos como podemos. A todos nos gustaría ser Teresa de Calcuta, pero es imposible.

Se lo voy a poner fácil y no le voy a preguntar cuál es el libro de su vida… Lo que quiero saber es cuáles son los dos libros de su vida.

Uno es la Biblia, sin duda, me gustaría leerlo más de lo que lo leo, pero sí es un libro de cabecera. Y el otro gran libro es, en general, la obra de Cervantes, pero específicamente El Quijote.

Y entre la Biblia y El Quijote, ¿cuál de los dos se llevaría a una isla desierta?

¡La Biblia! Porque te acompaña, te ilumina, tiene tantísimos libros diversos… Es un alimento.

¿Cuál es el peor libro que se ha leído?

Una vez fui miembro de un jurado de unos premios literarios y me encontré en mi casa con 30 novelas… ¡Y fue un verdadero sufrimiento! ¡La mayoría eran infames! Muchas eran de contenido pseudopornográfico, sin ningún tipo de valores… Pasé tres meses horribles, leyendo por obligación, y al final hubo alguna buena. ¡Me las tuve que leer todas porque era jurado!

Acabo de descubrir que los jurados se leen todas las novelas que les llegan para un premio…

Deben leérselas. Creo que es un acto de honestidad. Voy a contar una anécdota de don Antonio Buero Vallejo, persona a la que quiero mucho, a la que quise, a la que respeto… Cuando el Gobierno de Castilla-La Mancha creó los premios de novela, poesía, teatro y ensayo le nombramos jurado del premio de teatro. Había bastantes libros e hicimos un jurado previo para seleccionar. Cuando le llamé para esto me dijo: Juan, me parece muy bien que hagan un jurado previo, pero a mí me gustaría leerme todas las obras. Y le mandé las 30 y el acta del jurado previo que había seleccionado 10. Y me escribió diciendo que se veía que el jurado previo era muy bueno, porque coincidíamos. Jurado en el que había personas tan importantes como María Elisa Romero… Un jurado previo de lujo. En los premios literarios es fundamental el jurado.

¿Cuántos libros hay en la Biblioteca de Castilla-La Mancha?

Ehhhhhhh… En total tenemos 350.000 títulos, de los que libros serán en torno a 320.000.

¿Alguna anécdota como bibliotecario?

Hicimos una huelga cuando las huelgas no estaban legalizadas. Trabajaba en los bibliobuses, era 1976, y de repente el dinero no llegaba, no llegaba, no llegaba… Y salíamos, comíamos y dormíamos fuera, pero no nos pagaban nada, por lo que decidimos que no podíamos salir. Nos pusimos en huelga y nos echaron, hicimos una reclamación a Magistratura de Trabajo y ganamos, nos dieron una pequeña indemnización. Tuvimos una cierta persecución de la Policía de entonces, decían que éramos rojos y que agitábamos a las masas…

¿Y era rojo?

No, es que en aquel momento… Resulta que si leías a Alberti, a Machado y tal… Hicimos un recital de una obra, «Cantata por la paz y la alegría de los pueblos», y no pasó nada la primera vez pero cuando quisimos repetirlo… Me llamó el director y recuerdo que uno de los poemas era de Antonio Machado y decía: «Una de las dos Españas ha de helarte el corazón…». El director me dijo que no había dos Españas y que eso no se podía leer. Se suspendió el recital, todo el mundo pensaba que me iban a expulsar pero a mí me respetaban como alumno… Lo que hicimos fue irnos a hacer el recital en el patio del Colegio Universitario de Toledo, el recital que nos habían prohibido en el instituto El Greco. Pero los profesores me estimaban y no se atrevieron a expulsarme… Recuerdo el pasillo que formaron todos los alumnos cuando me dirigía al despacho del director, todo el mundo decía que se mascaba la tragedia, que me iban a expulsar…

O sea, que no era rojo…

Yo no he militado nunca en ningún partido, pero mis simpatías eran por ahí. Realmente yo era un rojo por la cultura, a mí me gustaban y leía a Celaya, a Alberti, a Blas de Otero… Pero luego respetaba mucho. Luego era buen alumno, responsable y eso les descuadraba. ¡Era un momento muy complicado!

¿Y aquel viaje en el que se atrevió a traer a España varios libros prohibidos?

Yo era un chico que vivía en Nambroca y no había salido nunca de allí, y fui seleccionado para un intercambio juvenil en un castillo del valle del Loira. Éramos jóvenes de toda España, dos de Toledo. Yo empezaba a descubrir que todo estaba en los libros y me habían hablado de los libros prohibidos, de la falta de libertad para conseguir ciertos libros en España. Me dijeron que si iba a París que intentara pasarme por la Librería Española. Y allí que me fui. Compré una serie de libros y recuerdo al menos dos: la Historia de España, de Pierre Vilar; y «El poeta en la calle», de Rafael Alberti, una antología poética que además contenía una obra teatral maravillosa, «Cantata por la paz y la alegría de los pueblos», que refleja el drama de la Guerra Civil española, que está escrita desde un respeto…

Entonces…

Claro, compré esos y otros libros, pero en la aduana dijeron que iban a abrir las maletas. Yo venía con mucho miedo porque era consciente de que traía libros que estaban prohibidos y que no sabía las consecuencias que podía tener. Me sentía un poco como un delincuente porque pensaba que hacía algo prohibido. Pero a mí no me abrieron la maleta, tuve suerte.

Que Mario Vargas Llosa está con la Preysler…

Bueno… Para mí es muy importante que los escritores que me gustan, y no estoy juzgando nada… Yo nunca escribiría algo que no crea en ello. Me pasa mucho con escritores que leo pero que no se convierten en santos de mi devoción porque no veo un comportamiento en su vida que me parezca modelo. Creo que los escritores, al final, son modelos para la sociedad.

Vamos, que a la hora de leer le condiciona su vida.

Sí, a mí sí.

¿Vargas Llosa es uno de esos casos?

Yo no lo voy a juzgar, es un gran escritor, tiene derecho a hacer su vida… ¡Tienen ahí un follón a nivel familiar que me duele mucho! No se habla con una hija y no sé qué… Todo eso me duele mucho, pero eso entra dentro de la dinámica de vida en la que se está moviendo. Antes el matrimonio era sagrado y hay personas que presumen de ello; hoy no es así. Bueno, eso, sobre todo, es para las revistas del corazón. ¡No me gustan los grandes saraos!

¿Qué titulo llevarían sus memorias en el caso de que las escribiera?

Un poco este libro, «Hijo de Dios y de la Iglesia…», es una parte de memoria. Pero tendría como dos parcelas: «Hijo de Dios y de la Iglesia… Y defensor de las Bibliotecas».

Hubo un momento en el que desde la Biblioteca de Castilla-La Mancha y en tiempos de crisis llegaron a pedirles libros a los usuarios… El mundo al revés, vamos.

Sí, pero estando yo de director, no. Hubo un momento que pidieron, efectivamente. Eso yo no lo comparto. Incluso en época de crisis hemos tenido que echarle imaginación, sacamos los fondos que tenemos en los depósitos y al final convertimos en novedades libros que llevan aquí 10 años. Nunca pediría a una persona a la que voy a poner una vacuna que me traiga la jeringuilla. Y en las bibliotecas es lo mismo. Sí hemos aceptado donaciones de libros para proyectos solidarios, pero para el mantenimiento nunca vamos a pedir. Tenemos una gran colección y tenemos que llevar la crisis con dignidad y no rebajar los servicios. Es un esfuerzo que tenemos que hacer los profesionales, porque los ciudadanos se merecen unos servicios de calidad.

El firmante número dos de una petición en una plataforma para cambiar de ubicación la Biblioteca y sacarla del Alcázar se llama Juan Sánchez. Pero no es usted, obviamente…

Me sorprende que en una petición de una plataforma de recogida de firmas que piden al presidente del Gobierno regional y a la alcaldesa de Toledo que la Biblioteca regional se traslade al Quixote Crea, el firmante número dos se llama Juan Sánchez, no pone segundo apellido ni ningún dato identificativo y exige que se produzca la mudanza ya porque a la Biblioteca, dice, no viene gente. Y eso es mentira. Lo que me enfada, sobre todo, es que se digan mentiras. Respecto al nombre, he comunicado a la plataforma que el director de la Biblioteca de CLM, que se llama Juan Sánchez, no ha firmado y les he pedido que esa persona aparezca con su nombre y los dos apellidos, para que la sociedad sepa que el director no está a favor de esa iniciativa.

¿A qué mentiras se refiere?

La Biblioteca de CLM es un ejemplo para muchas bibliotecas de este país, está muy considerada por los profesionales y por los ciudadanos. En 2015 creció el número de usuarios en cerca de 50.000, tuvimos 315.000 usuarios. Aquí se prestan unos servicios de gran calidad.

Vamos, que cambiar la Biblioteca de CLM del torreón del Alcázar al Quixote Crea es como cambiar al Real Madrid de jugar en el Santiago Bernabeu al estadio del CD Toledo. Con todos mis respetos para el CD Toledo…

Sí. Sobre todo porque se ha conseguido que el Alcázar sea una referencia cultural, un centro absolutamente abierto, rompimos moldes a nivel nacional y es una única biblioteca que aúna a la estatal y a la regional…

Regale un libro a estas personas que le voy a decir…

Emiliano García-Page: «Castilla-La Mancha en su historia», de Francisco Ruiz Gómez. La historia es maestra de la vida y en este libro están algunas de las claves sobre nuestra región. No debemos tener complejos y podemos exponer la historia como un elemento de vertebración y de dinamización de nuestras tierras.

María Dolores de Cospedal: «Entre la arena y el cielo», de Consolación Gómez Rico, que describe el drama de los refugiados, de rabiosa actualidad. Creo que es bueno que todos los políticos, y en general los ciudadanos, miremos a los refugiados, a los emigrantes también, desde una actitud de comprensión. Y es necesario hacer política pensando en estas personas.

José García Molina: Un ensayo, «Utopía», de Tomás Moro. Aunque Moro no dio a su obra ese carácter de reto casi inalcanzable que son las utopías, es necesario, especialmente en la clase política, plantearse metas altas que se consideren imprescindibles para la mejora de la sociedad, pero siempre desde el respeto al otro.

Milagros Tolón: Un libro que impulsó la Biblioteca, «El Toledo que soñamos, el Toledo que queremos». Un libro diverso y plural que debiera ser un libro de cabecera para todos los políticos que tengan alguna vinculación con Toledo y debería constituir una seria reflexión para grupos sociales y ciudadanos en general.

Jesús Labrador: Una novela que es una crónica sobre la vida en los pueblos toledanos en los años 50 del siglo XX, «El tiempo de las ilusiones sencillas», de Rafael Alcázar.

Javier Mateo: Pues cualquiera de los libros de Félix Urabayen que se están editando últimamente y que están permitiendo recuperar al genial novelista toledano: «Don Amor volvió a Toledo», «Tras de trotera, santera»…

Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo: Si me lo permite, pues quizás no está bien citarse a uno mismo, pienso regalarle mi próximo libro, «Hijo de Dios y de la Iglesia. Presencia de un cristiano en la vida pública». Don Braulio tuvo la amabilidad de escribir el prólogo para mi libro y le tengo prometido que el primer ejemplar que reciba de la editorial se lo llevaré a su despacho y dedicaré personalmente.

¿Quién fue su primer amor y a qué edad?

Mi primer amor fue mi esposa. Lo que pasa es que es verdad que de jovencito tuve un amor platónico, y nunca declarado, en Nambroca, el pueblo donde viví. Me pasaba la vida paseando e intentando hacerme el encontradizo con ella, pero nunca le dije nada. Fue un amor platónico que luego pasó…

¿Le han dado calabazas amorosas?

Pues… No, en esto soy yo muy… He tenido… Conocí a la que es mi esposa en 1973, en COU, estábamos en una pandilla y no he conocido a nadie más.

¿Usted hubiera dado la orden de matar a Bin Laden?

No, jamás.

¿Alguna fobia confesable?

A los caracoles. No puedo con ellos. Una vez un amigo me invitó a comer, me los puso como un plato exquisito y yo no los probaba… Pero pensé que debía ser una cosa psicológica mía y que deberían estar riquísimos, y me metí uno en la boca y… ¡Era imposible! Me lo comí como pude porque me daba vergüenza.

¿Es partidario de que las parejas de homosexuales adopten niños?

No, porque creo que… Yo tengo cuatro hijos y los cuatro son adoptados. Creo que necesitan la referencia de un padre y una madre porque es distinto. Pero yo siempre digo lo mismo, no podemos impedir nada, yo no soy partidario pero tengo amigos que pueden tener hijos adoptados… En la vida he aprendido que hay una cosa muy importante: primero, no creerse superior al otro; y segundo, no juzgar al otro.

¿Alguna anécdota en un viaje?

En el viaje de luna de miel… Recuerdo que contratamos un viaje a Tenerife, llegamos al aeropuerto y esperando, esperando, que no vinieron a recogernos. ¡Nos pasamos la noche en el aeropuerto! Entonces no había móviles, no podíamos hacer nada por internet… Y allí esperando, esperando… Luego, al día siguiente, se disculparon, nos llevaron a un hotel mejor… ¡Toda la noche allí esperando, la noche de nuestra luna de miel! Hasta que se dieron cuenta y vinieron a por nosotros…

¿Algo desconocido de Juan Sánchez que nos sorprendería?

Mi dimensión emprendedora en la infancia: fui empresario de cine. Tenía un cine tipo Exin, me lo regalaron los Reyes siendo niño y las películas se pasaban con manivela. Vivía en Nambroca, en una casa con un corral que convertía en sala y ponía un cartel en el pueblo: ¡Hoy, gran película, Dumbo! Cobraba y la gente venía y pagaba. La anécdota es que yo a las entradas les ponía el sello de la droguería de mis padres para que nadie se colase, pero descubrí que una niña me quería hacer trampas. Vino con una entrada igual que las mías pero el sello era del ayuntamiento. ¡Era la nieta del alcalde; ja, ja, ja! No la dejé pasar, claro. También fundé mi propio periódico en la infancia, los hacía a mano, con las noticias del pueblo… ¡Y no se me ocurrió otra cosa que llamarle Diario PC! Yo no era consciente de lo de PC. Ja, ja, ja…

Sea sincero, ¿qué piensa de los periodistas?

Que son necesarios como testigos y narradores y constructores de la sociedad. Yo doy mucha importancia a los periodistas y tengo muy buenos amigos periodistas.

¿Cuál fue su primer sueldo?

Cuando trabajé en el Bibliobús, 10.000 pesetas al mes en 1973.

¿Alguna vez ha cobrado en B?

No, nunca.

¿Tiene algún tatuaje o piercing?

No, no me gustan. Una de mis hijas, la mayor, se ha hecho muchos tatuajes. Hasta los 18 años yo la decía que no se los hiciera, pero cuando se hizo mayor de edad, lógicamente, no puedes oponerte. Al final me reía con ella porque cuando iba a ver a mi madre (que falleció hace apenas unas semanas) le decía que le había dado ahora por dibujarse los brazos… Pero no me gustan, no.

En caso de necesidad, ¿qué estaría dispuesto a hacer? Uno, robar para comer; dos, prostituirse para comer; o tres, engañar a Hacienda.

Brrrrrrrrrrr… Hombre, yo miro con más misericordia a la persona que entra en un supermercado para comer. Entonces, robar para comer. Porque, además, lo de engañar a Hacienda solo está al alcance de los grandes. Miro con simpatía y me parece muy injusto que metan en la cárcel a una persona que ha robado en un supermercado porque lo necesita y no metan en la cárcel a quien defrauda.

¿Con quién se echaría un bailecito?

Ja, ja, ja… En pandilla, con mi mujer, pero no he sido yo de discoteca, no…

¿Pena de muerte sí o no?

No.

¿Ha robado alguna vez?

No. Que sea consciente… Sí, he robado una vez. De niño recuerdo que le quité a otro niño un soldado de plástico. Pero yo sabía que era un robo y me habían dicho que no se robaba. Rercuerdo que fui a misa y cuando iba a comulgar le busqué a este chaval y se lo devolví. Se quedó muy sorprendido.

Y a usted, ¿le han robado?

Sí. En Fátima. Fuimos toda la familia de peregrinación y nada más llegar me abrieron el bolso, no me enteré y me robaron todo el dinero que llevaba, las tarjetas…

¿La famosa que más le atrae físicamente?

Cómo se llama esta italiana… Sophia Loren.

¿Qué nos puede contar de la primera vez que hizo el amor?

(Silencio) No, a ver… Yo he sido… He hecho el amor con mi mujer, nada más. Y hemos sido muy tradicionales y tal… Yo concibo hacer el amor como un acto de entrega entre dos personas que se quieren, no concibo hacer el amor con una persona a la que no quieras.

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