Un buen día acudió en auxilio de una pobre mujer, ya mayor, quien durante una Cabalgata de Reyes Magos se cayó cuando quería hacer acopio de caramelos y a partir de ahí… Sus amigos, algunos muy conocidos y que también han pasado por este cuestionario «infiel», cogieron entonces el walkie y anunciaban, cada pocos minutos, que alguien se había caído para que Fernando…
…Pues para que Fernando hiciera de buen samaritano. De Fernando Sanz García hablamos, secretario general del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha y concejal del PP en el Ayuntamiento de Toledo. Quien se ha convertido en el protagonista de la Entrevista Irreverente de esta semana, que publicaremos, íntegra, mañana en encastillalamancha.es.
Fue en la época en la que los Sanz y cía, es decir, los Romerita, Charly, Alcalde y demás, todos jóvenes cachorros del PP en aquellos momentos, cerraban muchos de los bares de la capital regional, «no todos, porque…». Porque había otros que abrían en ese momento, se lo digo yo.
No le importaría, en un futuro, ser alcalde de su «pueblo», Toledo; y cuando le preguntamos por el cabreo que tienen los médicos castellanomanchegos… ¡Uff…! «Lo más importante son los enfermos y en ellos tenemos que pensar todos los que estamos en el mundo sanitario». Con eso les digo casi todo. Toreo de salón, que se llama.
Dice que aparte de en el PP «milita» también en la Cruz Roja, «y no por las chicas»; que admira a Ghandi, que duerme con ropa adecuada a la temperatura «pero nunca con un osito de peluche»; que le hubiera gustado ser Charlton Heston en «El Cid» y que es madridista proMou por los cuatro costados.
Por cierto, ¿el tamaño? Pues ni sí ni no ni todo lo contrario, «porque yo creo en la utilización eficiente de los recursos que se tengan, en la máxima eficiencia»; y si hablamos de practicar sexo en lugares raros…
Mejor mañana, cuando este jovenzuelo de 33 años al que, al menos eso es lo que dice, le gusta sembrar su propio huerto y sacar tomates de toda clase, calabacines, pimientos verdes y berenjenas, nos descubra todos sus «secretos».
¡Ay los médicos, cómo se ha puesto el asunto!