No era su intención, ni mucho menos… Que no, que no… De hecho primero contestó con un no rotundo a la propuesta que le hicieron: ser presidenta de la Cámara de Comercio de Toledo, pero al final poco menos que no le quedó más remedio por aquello de practicar la coherencia en momentos tan difíciles y arrimar todavía un poco más el hombro. De hecho, ella no lo considera un cargo, «sino una carga; ja, ja, ja…».
¡Por sentido del humor y realismo puro y duro que no sea!
De María de los Ángeles Martínez, a quien muchos de ustedes conocerán como «la Bonilla«, porque con el paso del tiempo se ha quedado con el nombre de los talleres mecánicos que dirige en la capital regional, también apellido de su marido, lo primero que hay que decir es que es amable hasta decir basta y tiene mucho encanto personal. Sí, sí…
Como al contar cómo se quedó de piedra cuando ese buen día, hace apenas unas semanas, encendió el ordenador, entró en encastillalamancha.es y comprobó que, efectivamente, sus reticencias se venían abajo al leer que había sido la «elegida» para ser la susituta de Fernando Jerez. Vamos, que poco menos que la empujaron hacia…
¡Vamos, que poco menos que la dimos el día!
Bien, pues «la Bonilla»… Átense los machos, que lo que están leyendo es el adelanto de la Entrevista Irreverente que, íntegra, publicaremos mañana. Vayamos con un aperitivo…
Natural de Buendía (Cuenca), en tiempos se llegó a poner hasta el mono de mecánica, incluso se subió a una grúa y pasó un miedo cuando se lanzó por la Bastida toledana… Tiene claro que menos prostituirse ni robar haría cualquier cosa para ganarse la vida y recuerda con agrado su época de «cotilla» profesional cuando llevaba la central telefónica de su pueblo, en aquellos años en los que el teléfono lo utilizaban cuatro y debían pasar por la recepcionista de turno.
¡Profesión que no tendría precio ahora para los de «Sálvame»!
Enamorada del mar y de sus dos nietos, Martina y Nikos, admiradora de Amancio Ortega y de la Madre Teresa de Calcuta, su gran ilusión sería, ¡ojo! irse durante un año o dos a cualquier país dejado de la mano de Dios y de los hombres con alguna ONG y echar el resto por los demás. «Me encantaría», recalca.
Ahí tienen un buen corazón en los tiempos que corren.
Por cierto, ¿con qué duerme Mari Ángeles? Ja, ja, ja… ¡¡¡¡¡Con un picardías!!!!! Que ella, entre sonrisa y sonrisa, llama «camisón chico». Y ya que estamos con el tema: ¿Cree que el tamaño importa?
Había que ver su cara…
¡La respuesta es genial pero van a tener que aguantarse 24 horas más para conocerla! Porque importar, importar… ¡Olé y olé!
Y si hablamos de practicar sexo en lugar raro… «¡Ni siquiera delante de mi abogado; ja, ja, ja…!». ¿O tuve yo que llamar al mío?
Mejor lo dejamos para mañana…