sábado, 23 de noviembre de 2024
Entrevista Irreverente a Juan José González, miembro histórico de CC.OO. de CLM y coordinador de Alternativa Laica 26/10/2012junio 13th, 2017

Juan José González Rodríguez acaba de cumplir 60 años, «muchos ya», es natural de Lucena (Córdoba), pero con siete años se fue a Granada, donde estuvo hasta los 17, cuando se fue a Madrid a trabajar.
Estudió Formación Profesional, rama de Telecomunicaciones, «electrónica, vaya, pero no tengo una carrera universitaria». No le hace falta, porque ha llevado consigo la carrera de la vida, donde las asignaturas son continuas y se prolongan a diario.
Tras años y años en Standard, donde empezó con 17 años, desde hace ya unos cuantos se dedica en exclusiva al sindicato Comisiones Obreras, justo cuando la mítica factoría que fue un símbolo laboral y social en la Toledo de la época, en la última etapa bajo el nombre de Sanmina, cerró de forma definitiva.
Sus inquietudes políticas comenzaron en Granada con 14 ó 15 años, un depertar a los albores, hace ya… Con antecedentes en los movimientos de base de la Iglesia con los curas obreros «que tenían un fuerte compromiso social».
Pero su conciencia social se creó de forma definitiva en 1971, cuando llegó Standard a Toledo, a un barrio del Polígono que casi ni existía, «y no había ni autobuses ni nada que se le pareciera, tenías que buscarte un taxi o… Empezamos a reclamar al sindicato vertical y montamos una marcha desde la estación del tren hasta la fábrica vigilados estrechamente por la Policía».
Tiempos en los que el mismísimo Francisco Franco vino a la capital regional a inaugurar Standar, «y le dimos un plante, unos cuantos no le aplaudimos y no fuimos a la macrocomida para 1.500 personas que montó la empresa en Illescas. Franco no bajó al taller, de la barandilla de arriba no bajaba por si acaso se manchaba de grasa o algún obrero le contaminaba… Ja, ja, ja…».
Ahí se fue creando un grupo de Comisiones Obreras con Chema Díaz Ropero como «cabecilla» y la nueva dinámica del movimiento obrero en Toledo y la provincia, «que fue muy determinante para la ciudad y para cambiar las costumbres».
Juanjo también militó un tiempo en, ojo, un grupo que se llamó «Bandera Roja» y que se reunían en el Pozo del Tío Raimundo madrileño; llegaron las huelgas famosas de la época, se pasó al Partido Comunista, de ahi a IU, a Nueva Izquierda… Y adiós a la política, «no encajo en ningún partido actual».
Les aseguro que le gusta hablar. Le dejas y no para. Un magnífico conversador, un comunista de entonces, un sindicalista de ahora. Y le gusta mucho el senderismo, caminar, pensar sobre la vida mientras disfruta de la naturaleza…

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Usted es muy amigo de Leandro Esteban, consejero de Presidencia y Administraciones Públicas y Portavoz del Gobierno de Castilla-La Mancha…

La verdad es que sí. La cuestión es que las circunstancias han roto un esquema de coincidencias, al menos en lo personal. Porque hemos coincidido de tertulianos durante mucho tiempo, lo que suponía que muchos viernes nos veíamos…

Incluso en las primeras reuniones que hubo con CC.OO. de Castilla-la Mancha tras tomar posesión el Gobierno de María Dolores de Cospedal, ¿el propio Esteban le llevaba a usted de testigo porque no se fiaban de su secretario general, José Luis Gil?

No, no es que me llevaran de testigo… Es que tuve algo que ver en la gestión de esas reuniones, precisamente por esa relación que tenía con él. No es que oficiara de padrino, pero era importante, porque un nuevo Gobierno en este escenario, con los desencuentros que había habido… Para que fuera una reunión afable y se hablara con claridad. Nos pusimos de acuerdo en que era importante hablar, que luego, por desgracia, no ha fructificado en nada a día de hoy. ¡Pero en fin! No ha sido por falta de ganas o de intentos, yo diría que más por mi parte que por la suya.

¿El Leandro que usted conoció entonces es el mismo Esteban de ahora, de cuando no tenía poder a los tiempos actuales en los que es el número dos del Gobierno de Cospedal?

Yo creo que no, sinceramente. Creo que en otros tiempos sus niveles de relación y confianza eran distintos, ahora hay una dinámica donde me imagino que el Gobierno, el poder como tú lo llamas, no sé si tiene tanto como algunos le atribuyen, la verdad es que a mí no me lo ha confesado, en fin… Yo creo que algo ha cambiado, al menos en esa relación más cotidiana.

Remontémonos a la época de Nueva Izquierda y el PSOE. El acuerdo al que llegaron con el partido que entonces lideraba José Bono era que ni usted, ni Pedro Pablo Novillo ni José Molina fueran en las listas autonómicas… ¿Eso fue una gran bajada de pantalones o no hay que interpretarlo así?

No, eso fue una condición que en aquel momento impuso el PSOE, posiblemente Bono, no lo sé, porque ellos siempre han preferido que los nombramientos se puedan hacer en el ámbito del Gobierno antes que en el Grupo Parlamentario. Quizás les faltaban algunos niveles de confianza en nosotros, o en algunos de nosotros, o quizás la foto histórica de nuestros currículos de entonces quizás les estorbara en sus análisis electorales. Quizás es que en sus caladeros, donde pescaban, los de la izquierda más definida no éramos el más apropiado para algunos dirigentes del PSOE.

Pero al final usted y la política…

Yo soy de los de la liga de los sin partido. No es que no quiera saber nada de la política, que me interesa mucho, pero…

¿Llegó a militar en el PSOE?

No. Estuve en el PCE, en IU, luego en el intento de fraguar una Nueva Izquierda y… ¡Ahí lo dejé!

¿Tenía razón Bono entonces cuando afirmaba que los comunistas cabían en un taxi?

Esa frase no era suya realmente, es más antigua, pero es cierto que la utilizó. Yo creo que no tenía razón en eso, entre otras cosas porque a pesar de su opinión esa franja electoral ha seguido erre que erre durante muchos años y sigue existiendo a pesar de los avatares y las crisis internas de la izquierda.

Por cierto, ¿se ha leído usted el libro de Bono?

No. Tampoco tengo especial interés. No por nada, no es una lectura que me interese. Y, además, por las referencias que he visto en los medios de comunicación da la impresión de que quizás cuente su versión de las cosas y no exactamente la realidad.

¿A usted le expulsó Julio Anguita de IU? Y les llamó traidores.

Sí. Pero suele ser al revés, primero te ponen en la proa y luego te sacrifican.

¿Tuvo algún enfrentamiento con él?

¡Muchísimos! Yo estuve cinco o seis años en la presidencia federal de IU en representación de Castilla-La Mancha y sí, había una diferencia de fondo en varios asuntos que fueron eternos: la política de alianzas, la necesidad de un proyecto europeo, la necesidad de la política institucional y no denigrar a los cargos públicos, la relación con los sindicatos de clase, que él denigró. Eso fraguó notables enfrentamientos, unos más personales y otros más políticos. Recuerdo alguna rueda de prensa en la que él hablaba y yo le matizaba directamente, explicaba otra realidad.

Al principio usted fue crítico con José Luis Gil, secretario general de CC.OO. Castilla-La Mancha.

Sí, sí… Bueno, más que con Gil, con Mata (Juan Antonio Mata, ex secretario general antes que Gil). Por razones internas de entonces. Nosotros, en el caso de Toledo, con el Manchego a la cabeza, teníamos una posición distinta en la cabeza de cómo debían gobernarse los temas en las CC.OO. de Castilla-La Mancha. Y sí hubo un congreso… La verdad es que difícil. Pero pasado el tiempo creo que hay un clima de unidad sindical y personal muy importante.

¿Por qué tiene que haber una Alternativa Laica, de la que usted es uno de sus máximos responsables en esta tierra?

Porque creo que tanto los que han gobernado en la derecha o en la izquierda, el PP o el PSOE, podemos traer a colación el dicho de «con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho», ¿no? Con la Iglesia nadie se mete, el propio Gobierno de Zapatero le mejoró ostensiblemente la financiación, se han mantenido los conciertos educativos, han tenido privilegios fiscales, se han mantenido las formas en el culto, en el protocolo de relación con el Vaticano… La laica es una de las transiciones pendientes. Y no porque seamos anticlericales, sino por aquello de «al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». La separación Iglesia-Estado está en la Constitución y yo creo que se vulnera a diario.

¿Un liberado sindical es un vividor o eso es un mito?

No sólo no es un vividor, sino que además es un trabajador normal. Un compañero que trabaja, posiblemente, bastante más allá de su propia responsabilidad y de su horario laboral. No es un mito, creo yo, sino una maledicencia que se ha acuñado con éxito y que en muchos sectores mediáticos, fundamentalmente de la derecha, se ha pretendido criminalizar sin distinguir esas situaciones. Al final, un liberado sindical es un representante de sus compañeros de trabajo que intenta mejorar las condiciones de vida de éstos y que necesita de un tiempo laboral para conseguirlo. Tiempo que puede ser total o parcial.

¿Está de acuerdo con la pena de muerte?

No. Radicalmente, no.

Además de en CC.OO., ¿milita en algún partido político, ONG, asociación…?

En partidos políticos no desde 1999, cuando la aventura de Nueva Izquierda desapareció; soy coordinador de Alternativa Laica, estoy en Unicef…

Sin trabajo ni prestación, ¿qué estaría dispuesto a hacer para comer?

Ufff… ¡Difícil pregunta! Quizás robar. Aunque, hombre… Antes que robar pediría prestado a algún amigo. Y si no, sí, robar, pero robar lo necesario.

¿Prohibiría la prostitución?

¡Sí! Y además penalizaría a sus eventuales clientes, una fórmula que en los países en los que se ha aplicado funciona. Me parece una tremenda denigración de la mujer, que es la víctima y la que suele acabar en los calabozos, en las redes de trata de personas… Y al cliente le castigaría, tendría una represión ya en forma de multa, de cárcel o de lo que corresponda.

¿Cuál fue su primer sueldo y en qué se lo gastó?

Fue recién llegado a Standard, en Madrid, tendría 17 años, si no recuerdo mal fueron 1.000 pesetas de la época y en esos cuatro meses antes de la Navidad volví a Granada a ver a mi familia y le entregué a mi madre lo que no me gasté en comer. 1.000 pesetas de la época era muy poco, se podía sobrevivir en una especie de piso-patera con patrona. Pasamos muchas dificultades, pero hambre nunca.

¿Qué personaje histórico le gustaría ser o a quién admira?

Ehhhhhh… Tal vez al propio Santiago Carrillo. En un momento determinado no fue santo de mi devoción, pero su trayectoria personal le ha avalado en muchos momentos y me he identificado mucho con sus políticas en este país.

¿Con qué duerme? Si duerme con algo, claro.

Pues no duermo con nada, suelo dormir como Dios me trajo al mundo, si es que fue él el que me trajo y dicho por un laico; ja, ja, ja… Creo que los pijamas están muy bien para los hospitales. Se duerme más cómodo… En fin…

¡En pelotas!

En pelotas, exactamente. Ja, ja, ja…

¿Qué libro está leyendo?

Uno que tenía pendiente hace tiempo, el de Javier Cercas, «Anatomía de un instante». Muy bueno, sobre todo cómo contextualiza a los personajes del 23-F, la parte paralela al golpe, cómo se fraguó… Me parece que es un gran libro.

¿En qué película le hubiera gustado actuar?

Ufff… Pues no lo sé. La verdad es que no soy muy cinéfilo, no te podría contestar.

¿Le gusta el fútbol?

Sí, sí, sí… Además he jugado cuando era más joven y ahora me jode no hacerlo.

Cuando va o ve fútbol, ¿insulta al árbitro o a los rivales?

No, normalmente lo veo en la tele, que se ve más desapasionadamente. No, no soy fanático de nadie ni de ningún equipo. Me gusta ver a la selección española, al Real Madrid, al Barcelona…

¿Su mayor travesura?

Ja, ja, ja… Una vez, viviendo en Granada, jugando en la terraza con unos primos, no se nos ocurrió otra que tirar un gran ladrillo por un lucernario que cayó a una terraza que había debajo. Y luego negarlo. Ja, ja, ja… Después de la que se armó, ¡cualquiera daba la cara! Se armó buena. ¡Qué se me pasaría por la cabeza, porque se armó la de Dios! Más que travesura fue una gilipollez, con perdón, porque yo soy un hombre pacífico que no va tirando piedras por la calle. Ja, ja, ja…

¿Qué programas del corazón ve?

Ninguno. Además, me parecen detestables.

¿Cuál es la mayor multa que le han puesto y por qué?

Una de la ORA, jamás he tenido multas de velocidad o de otro tipo.

Defínase: ¿de derechas, de izquierdas o de centro?

Pues de izquierdas, claramente.

¿Cree que el tamaño importa?

Esta es… Ja, ja, ja… La pregunta de… Yo creo que sí importa el tamaño de la inteligencia… Ja, ja, ja…

Pero yo me refiero al tamaño del miembro viril…

Sí, ya sé por dónde vas, pero me has dicho que yo puedo responder lo que quiera, ¿no? Ja, ja, ja… Sí que importa la inteligencia, y todo el mundo sabe que el sexo está en la cabeza, lo que sirve también para otros menesteres.

¿El juego del parchís es cosa de hombres? Se lo digo porque ya sabe aquello de que se comen una y cuentan 20…

Pues sí, posiblemente sí, ese sentido fanfarrón… Aunque quizás un poco demodé, no acaba de desaparecer de los hombres españoles. ¿Que si lo he practicado yo? ¡Tal vez sí, alguna vez! Ja, ja, ja… ¡Para qué te voy a engañar! Pero con la edad uno ya se modera.

¿Se atreve a decir el lugar más raro donde ha practicado sexo?

Ehhhhhh… No, porque creo que no ha habido ninguno, yo… No soy muy original en eso, pero en cualquier caso… Lo que sí entiendo es que no hay lugares raros para practicar el sexo, creo que en este asunto, por más que algunos pretendan también criminalizar estos temas, afortunadamente las costumbres sociales han ido por delante de la moral y de la legislación. Y en ese sentido… En fin, creo que es muy sano donde cada uno quiera y pueda, pero yo no tengo especiales lugares de referencia que te pueda contar.

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