Entre insultos fue recibido en la capital conquense Sergio Morate el primer día del juicio que terminaría condenándole a 48 años de prisión. En el caso conocido como “el crimen de Cuenca” quedó probado ante el jurado popular, en octubre, que Morate asesinó Marina Okarinska y Laura del Hoyo.
Fueron seis días de vista oral con momentos muy duros, sobre todo para las familias, que revivían la pesadilla dos años después de perder a las jóvenes. Por ello, cada día se desahogaban increpando al asesino a la llegada y a la salida de la Audiencia de Cuenca.
En la vista oral, familiares y amigas de Marina relataron la tormentosa relación que vivió con Morate. Después declararon policías y forenses. Los primeros relataron las confesiones de Morate mientras era trasladado de Rumanía a España y los segundos aportaron las pruebas que le situaban en el lugar del crimen y en Palomera, donde enterró los cadáveres en cal viva y en el que se halló la botella de agua de la Virgen de Lourdes con su ADN.
[ze_summary text=»Todos los caminos llevaban a Morate, quien ni se dignó a tomar la palabra en la vista oral»]Todos los caminos llevaban a Morate, quien ni se dignó a tomar la palabra en la vista oral[/ze_summary]
Por el camino, Morate no declaró y su defensa negó lo hechos, pero acataron la sentencia porque no recurrirán.
El veredicto es el punto y final a uno de los casos más mediáticos que conmocionó a Cuenca y trascendió a todo el país. La gravedad de los hechos no pasó desapercibida para nadie y, ahora, tampoco para la Justicia.