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viernes, 22 de noviembre de 2024
Miembros Colegio de Farmacéuticos de Toledo
Miembros Colegio de Farmacéuticos de Toledo Foto - Rebeca Arango
Ante la boca del lobo… - 17 julio 2020

El Colegio de Farmacéuticos de Toledo camina ya por su 121 año de vida representando y defendiendo a la profesión «en cualquiera de sus posiciones como farmacia hospitalaria, administración, distribución, industria y farmacia comunitaria”. Como sanitarios, acaban de vivir en la boca del lobo al lado de sus pacientes las múltiples inclemencias de la pandemia de coronavirus.

Nada les ha sido ajeno a los 867 colegiados en Toledo ni en las 384 oficinas de farmacia distribuidas por pueblos y ciudades de la provincia, ni en la farmacia hospitalaria, una faceta más desconocida de la profesión pero que ha resultado literalmente vital para plantar cara al Covid-19.


ENCLMTienesTodo se ha metido en el Colegio de Farmacéuticos de Toledo para conocer su realidad, su experiencia y el relato de lo vivido desde una de las trincheras más complicadas, la profesión farmacéutica.

«Solos ante el peligro»

Al frente del Colegio se encuentra una Junta Directiva que acaba de cumplir su primer año y que preside Francisco Javier Jimeno, presidente desde el 8 de mayo de 2019. “Hemos hecho un año en plena pandemia», afirma entre la ironía y la firmeza de saber que desde la institución que preside se han podido resolver cosas importantes para los colegiados en medio de la tragedia del Covid-19.

Explica que «han sido días complicados, muy difíciles», sobre todo las dos primeras semanas, que se sentían solos ante el peligro para «cubrir las necesidades de los compañeros».

Baterías que se acababan en horas recibiendo llamadas pidiendo material de protección o buscando proveedores para abastecerse. Porque «cuando cerraron los centros de salud, el único agente que había en las poblaciones era el farmacéutico, ahí es cuando realmente vimos que estábamos solos en la trinchera”, afirma Jimeno.

Con los fondos y los contactos del Colegio se intentó conseguir material y facilitar listados de  empresas de mamparas, de desinfección, laboratorios de análisis clínicos… » Porque tampoco nos hacían análisis de Covid y nosotros estábamos en contacto directo con la población”. No se ha tenido en cuenta la opinión de los farmacéuticos, lamenta el presidente colegial.

[ze_summary text=»Jimeno: Cuando cerraron los centros de salud, el único sanitario que había en las poblaciones era el farmacéutico»]Jimeno: Cuando cerraron los centros de salud, el único sanitario que había en las poblaciones era el farmacéutico[/ze_summary] 

Esa tarea de encontrar material fue adentrarse en una jungla sin orden ni ley. Tenían que adelantar el dinero y… A esperar y soportar retrasos de hasta dos meses.

Su objetivo siempre ha sido «que al paciente, desde el ingresado en el hospital al que estaba en su casa y no podía salir, no le faltara la medicación«.

Contactos con asociaciones de pacientes, Cruz Roja, Cáritas, los servicios sociales… Llamaron a todas las puertas para identificar las situaciones a proteger con la entrega de medicación en los domicilios. Jimeno ha echado de menos «que el farmacéutico pudiera llevar la medicación al paciente a su casa, o que la medicación del hospital se pudiera recoger en la farmacia».

«Lo peor, las pérdidas; lo mejor, la gratitud»

Lo mejor lo tiene muy claro. «La gratitud de las asociaciones de pacientes, de Cruz Roja, de la Guardia Civil… Tú haces las cosas porque es nuestro trabajo, no para buscar gratitud, pero es gratificante que te la den».

Lo peor, también está claro: la pérdida irreparable de compañeros. ¡Y, encima, una oleada de robos en farmacias!

Lo cierto, es que «el papel de los farmacéuticos ha sido esencial; han sido días muy duros, han estado solos en pueblos pequeños, no había médico y tenían que hacer de todo. Su trabajo ha sido magnífico», apostilla el presidente del Colegio.

Ahora toca prepararse mejor para lo que pueda venir y aprender de los errores, entre los que Jimeno tiene claro que está el de no haber contado con estos profesionales, que somos los que estamos en primera línea y somos los que mejor vemos cómo podemos actuar. Por eso, relata emocionado el recuerdo de «una compañera de Madridejos me dijo que lo que peor llevaba era no poder abrazar a sus pacientes… Es lo que te emociona… La resiliencia en algo que va en nuestro ADN como farmacéuticos».

Así lo cuenta con sus propias palabras Francisco Javier Jimeno:

Farmacia de hospital, mano a mano con el médico frente al Covid

Paloma Moya, jefa del Servicio de Farmacia del Complejo Hospitalario de Toledo, 17 años en esta responsabilidad y 32 en esta área profesional

Sin duda, la vida del farmacéutico del hospital es la más desconocida entre estos profesionales, pero no la menos importante y su actividad y papel en el combate de la pandemia de coronavirus ha sido fundamental.

Desde sentarse con el médico a valorar los “nuevos” tratamientos frente al Covid y sus efectos, a fabricar gel hidroalcohólico en la farmacia del hospital, hasta aconsejar o animar a pacientes o pasar horas al teléfono proveedor tras proveedor para evitar el desabastecimiento.

“El farmacéutico de hospital trabaja codo con codo con los médicos, les asesoramos con sus prescripciones… Con la medicación del Covid, había una evidencia científica que estaba surgiendo día a día, que se renovaba y era muy importante que el farmacéutico, junto con el médico, participase en la prescripción de esos tratamientos y le dijese posibles interacciones, efectos adversos y demás».

Paloma Moya: «Tuvimos la sensación de que en cualquier momento podía faltar medicación»

“Lo que más hemos echado de menos han sido ideas, planes, normativa, instrucciones por parte de las autoridades sanitarias y, sobre todo, prevención para los profesionales. Nos hemos sentido desamparados… Al principio hasta se nos desaconsejaban las mascarillas entre nosotros y tampoco se pusieron mamparas protectoras entre los puestos», lamenta.

Afortunadamente «no llegó a producirse desabastecimiento de medicación, ningún paciente se quedó sin tratamiento, pero la sensación de que podía pasar en cualquier momento fue real y permanente», cuenta la responsable de la farmacia hospitalaria del CHT de Toledo.

«También participábamos en los comités multidisciplinares que había en el hospital y que se encargaban de seleccionar los protocolos para el tratamiento de la infección, que ya digo que hoy era uno y dentro de cinco días decían que eso no valía para nada y era otro”.

«Ha aflorado lo mejor: tesón, solidaridad, talento»

¿El momento más duro? “Lo peor, desde el 1 al 15 de abril fuero 15 días horribles que veíamos que no llegábamos, porque cada día era peor que el anterior pero mejor que el siguiente… Lo peor era la incertidumbre de no saber si ibas a llegar a todos, no solo porque se incrementaba la actividad asistencial, sino porque nosotros íbamos siendo menos, porque se empezaron a contagiar compañeros y no se sustituía a nadie”.

El aspecto positivo también lo tiene claro: «Ver aflorar lo mejor de la gente, lo daban todo. No había horarios, ni sábados ni domingos y los que salían de una guardia y se iban a casa se ofrecían a ayudar con teletrabajo… Ese tesón, esa solidaridad y ese talento que ha aflorado ha sido muy bonito. Todo el mundo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, a cualquier hora, a ayudar al compañero”.

Lamenta “que seguimos sin ver planes claros en las autoridades sanitarias de que va a haber más recursos… Quizá se tendrían que poner en nuestro lugar los que están arriba, bajar al ruedo”.

¿Se puede volver a repetir? La respuesta a a esta pregunta la tenéis en este testimonio en vídeo de Paloma Moya. Merece la pena escuchar su relato:

La farmacia rural. «Buscábamos la medicación hasta debajo de las piedras»

«Celebrábamos cuando conseguíamos una simple mascarilla como si fuera San Fermín y buscábamos la medicación debajo de las piedras. Solo con estas palabras  deIsabel Irala, farmacéutica en Consuegra ya es posible imaginar cómo ha sido el día a día de la pandemia en las oficinas de farmacia de pueblos y ciudades.

17 años en Consuegra y 13 al frente de una farmacia rural en Robledo del Mazo, Isabel Irala creía haber visto casi todo detrás de una mostrador de faramcia… Hasta que llegó el Covid.

“El primer momento fue una locura, saber que la gente estaba desprotegida y que no tenías nada, ni mecanismos de actuación a seguir, ni una mascarilla o gel hidroalcohólico… ¡Tenías la sensación de que estabas fallando…!”, cuenta a #ENCLMTienesTodo.

«Las farmacias somos capilares que llegamos a los sitios más pequeños y eso nos da una maquinaria de acción que no está utilizada”, afirma, pero cree que la población no les ve como auténticos sanitarios y los responsables públicos no han utilizado adecuadamente su función, su formación y su capilaridad para combatir más eficazmente los efectos de la pandemia de Covid-19.

Su día a día ha sido el de ver a «gente asustada, nerviosa, desesperada en los que había material y tú les tranquilizabas y les hacías ver que había que adaptarse y estar como las liebres, con un ojo siempre abierto para mantener la distancia, la higiene, la mascarilla…”. Porque en una oficina de farmacia se hace de confesor, psicólogo, vigilante y, por supuesto, sanitario especializado, que es lo que son.

«Lloras de frustración por no poder proteger a tus pacientes»

«Tengo pacientes a los que he regañado literalmente. Les decía usted no sale, si hace falta me llama. Y se hace un viaje a la semana, no 33 cada día… La Guardia Civil nos pidió que estuviéramos pendientes por si no venía algún paciente habitual por si le había pasado algo… Guardo muchos momentos muy difíciles de olvidar, sobre todo la sensación de impotencia de no poder dar a tus pacientes lo que te pedían y, literalmente, lloras de la frustración…».

Desde luego no faltó el miedo. «Por la gente que trabaja contigo, por no poder protegerlas, verlas agotadas… No podía ver a mi madre; la tenía que atender, pero pensaba ¡y si me la cargo!, porque yo me consideraba una bomba de relojería…».

«Conocemos mucho a la persona, es una relación de muchos años y mucha complicidad y coges cariño a la gente…». Es lo que tiene estar a pie de calle y en primera línea, pero las farmacias se sienten infrautilizadas por la administración, como cuenta Isabel Irala en este vídeo que recoge su testimonio y los mejores y peores momentos vividos, como la solidaridad entre los compañeros en Consuegra…

[ze_summary text=»Irala: Las farmacias somos una maquinaria de acción capilar, muy formada y que está infrautilizada»]Irala: Las farmacias somos una maquinaria de acción capilar, muy formada y que está infrautilizada[/ze_summary] 

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