Llegó a Moscú el 9 de julio de 1994 «y lo primero que hice fue visitar el parque Gorki». Un viaje con retrospectiva porque apenas habían transcurrido tres años desde que Boris Yeltsin logró parar un golpe de estado que fue el principio del fin de la ya desaparecida URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas)…
Txema Fernández, vestido del Athletic Club y preparado para la Primera División. «A mi abuelo le gustaba este equipo y a mi también».
El día que se le cayó un mito
«Íbamos en un viaje organizado por la Federación Estatal de Asociaciones de Vecinos y fue especial porque se me cayó un mito. De repente veías la opulencia de unos y la pobreza de otros, pero me reafirmé en lo que yo pensaba, que el modelo sigue siendo el de la economía socialista o, al menos, social. Y cuando vi aquello pensé… No, no… no el modelo en el que yo creía, allí o eras muy rico o muy pobre, no vi clase media, había gente que sobrevivía y gente que vivía por encima de las posibilidades de cualquiera. Eso es inasumible, lo que me hizo reafirmarme en que el modelo ha de ser socialista».
Quien nos lo cuenta es Txema Fernández, concejal en el Ayuntamiento de Toledo y, por segunda legislatura consecutiva, candidato a la Alcaldía por Unidas IU-Podemos.
Este contenido forma parte del Especial Elecciones ENCLM, donde intentamos conocer en profundidad a los candidatos a las elecciones municipales y autonómicas en Castilla-La Mancha del 28M, en este caso de Toledo.
«En julio de 1994 Isabel y yo hicimos un viaje a Moscú. Esperamos lo que tuvimos que esperar para entrar en el Mausoleo de Lenin, en la Plaza Roja. Las gigantescas diferencias sociales que nos encontramos me convencieron de que tenía que seguir peleando por erradicar las desigualdades».
Lavaplatos en restaurantes, no entra en iglesias…
Txema tiene 52 años, «el 12 de octubre, Día de la Hispanidad, cumplo 53, bendito día. Lo más cerca que he estado en algún momento de entrar en una iglesia… cuando mi abuela se empeñó en llevarme a la basílica del Pilar, desde entonces no he vuelto».
Bueno, con un matiz, «soy licenciado en Historia del Arte y recuerdo una visita muy agradable a la Catedral de Toledo para ver el retablo de San Eugenio, del siglo XIII, maravilloso. Estaba haciendo un trabajo del Trecento (siglo XIV en la tradición artística italiana) en España y cuando fui a la Catedral aún no se pagaba entrada, fue hace muchos años».
Para sobrevivir ha hecho de todo, «haciendo extras en bares y restaurantes de Toledo, lavando platos en la cocina… y una vez que terminé la carrera entré en el mundo de los archivos, como en el de la Nobleza, en el de la Diputación y en el del Ayuntamiento. Pero no me terminó de gustar la archivística y me reciclé al mundo de la documentación. Trabajé en Senasa, una empresa pública del Ministerio de Fomento que forma a los controladores aéreos…
«Mi familia ha sido trabajadora de la Fábrica de Armas de Toledo. En esta foto estoy con mi abuela en la plaza de la Calera, en el Poblado Obrero».
Los Chikos del Maíz, La Raíz, Almudena Grandes…
A la hora de hablar de aficiones es muy claro, «no soy muy extravagante. Me gusta mucho escuchar casi todo tipo de música, la que me diga cosas, como la de Los Chikos del Maíz, aunque están demonizados, como por ejemplo la canción ‘Barrionalistas’, ya que me identifico mucho con mi barrio, el Polígono. Y me gustan los cantautores, como Ismael Serrano, ¡cómo no me van a gustar Silvio Rodríguez o Pablo Milanés!, este último estuvo el año pasado en las fiestas del Polígono y fue muy emocionante. O La Raíz, grupo que me sorprendió mucho que lo trajeran a Toledo, porque con esas letras…».
La lectura es otro de sus puntos fuertes, «otra cosa que en esta legislatura no he podido como quería. Te prometo que mi última lectura ha sido la Ley de Vivienda, ja, ja, ja… Pero mira, me estoy leyendo un libro muy curioso, ‘Marx juega’, una introducción al marxismo desde el mundo de los videojuegos y viceversa. Te habla de cómo los videojuegos influyen en una visión antimarxista de la sociedad».
Y recuerda de forma especial «El capital en el siglo XXI», de Thomas Piketty, «que enseña cómo la economía es tan importante para la división de las clases sociales». «Pero si me preguntas por mi libro preferido… ‘Los aires difíciles’, de Almudena Grandes, a lo mejor es por el momento que lo leí, es una novela de amor rotunda».
«Cursando tercero de la carrera universitaria hicimos el viaje del paso del ecuador. Estuvimos en Atenas y esta foto es delante del Monte Olimpo, cuna de los dioses griegos».
«Soy muy despistado, no tengo nada de trasto y sí mucha paciencia»
No duda en afirmar que es muy despistado, «en un viaje a Grecia entraba en un autobús que no era el mío, bajaba las maletas cuando no debía y no me oriento ¡ni siquiera con un mapa! Ja, ja, ja…».
Y es muy «buenecito», nunca ha liado ni una, «a veces era hasta soso. No tengo nada de trasto, ese era mi hermano Miguel, que las liaba… Pero yo no di ningún problema a mis padres. Me decían ven y yo iba; llega a las 11 y yo estaba a menos 10…».
Parte muy importante de su vida es su esposa, Isabel, «con quien llevo 26 años casados ¡y siete de novios! La locura fue que los dos, con una mano delante y otra detrás, nos fuimos a vivir juntos a una casa de la calle Tendillas, número 4 bajo izquierda. No había nada de luz, debajo había un aljibe y la humedad… Había una pared de una habitación que, literalmente, ¡chorreaba agua! Pero no cambiaría lo que hicimos».
Eso sí, no le hables de bailar porque… ¡Qué nervios!
«Isabel pasó de mí y en mi boda sacó a bailar a mi padre»
«¡No bailé en mi boda, ¡me van a matar, ja, ja, ja…! Nos casó Julio Herrera, era concejal de IU, el 14 de diciembre de 1996 en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Toledo y nos fuimos de viaje a Praga. Pero en la boda llegó el momento del baile y… Creo que Isabel tenía asumido que yo no iba a bailar, por lo que se lo dijo directamente a mi padre, Pepe. Pasó de mí y mi padre, que baila igual de mal que yo, salió. Ja, ja, ja… Creo que no he bailado jamás en una pista de baile».
Sí ha brincado «como un energúmeno en un concierto de Pearl Jam o con La Raíz. Pero si eso es bailar…».
Asegura que no tiene mala leche, «creo que tengo mucha paciencia, que he desarrollado al tener tres hijos, uno de 19 y una pareja de mellizos que tienen 17. Me cabreo con el calor, eso sí».
¿Y por qué Txema con «tx»? Explicación hay… «Soy Chema Fernández Sánchez y en la época en la que jugaba al rugby, como tenía unos apellidos muy comunes, me puse Txema, para diferenciarme, pero sin más. Y ya lo he mantenido».