El medallista olímpico de ciclismo adaptado Luis Miguel García-Marquina fue uno de los ponentes en las III Jornadas «Rompiendo barreras en el deporte de Castilla-La Mancha» celebradas en Tarancón.
Tras decir que «jugaba en casa» y por ello prever que sus palabras podían resultar repetidas para algunos de los presentes, aseguró que él es un «enfermo del deporte» y morirá «siendo deportista». Dijo que a él le da igual competir en lo que sea, ya que el deporte es lo que se le da bien en la vida. Recordó cómo a los cinco años empezó a correr en moto. «Seguro que por mis venas corre también algo de gasolina», ironizó.
«Fue una manera absurda de quedarse en silla de ruedas»
Le encantaban tanto las motos que estuvo compitiendo en Castilla-La Mancha hasta los 23 años. Conoció el deporte de élite convencional, en el motocross y el súper cross, hasta que a los 23 años sufrió un accidente en una carrera. «Fue una manera absurda de quedarse en silla de ruedas, y es que somos más frágiles de lo que pensamos», reflexionó. Al pasar un bache, el asiento de la moto le golpeó en el culo y notó que perdía la fuerza de las piernas, así que soltó la moto. No iría a más de 30 kilómetros por hora. No tuvo un solo rasguño, pero se le desplazó la vértebra al nivel de 10. Dejó de poder caminar y a partir de entonces necesitó una silla de ruedas.
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La primera sensación que tuvo fue la del «miedo»: «Nadie quiere una discapacidad, y probablemente el 90% de los que estáis aquí la vais a sufrir porque cada vez vivimos más, y lo que podemos hacer con 14 años no lo podemos hacer con 70. La discapacidad forma parte de nuestra vida y eso es algo que me ha costado entender. Hoy vivimos en el mundo de la respuesta inmediata, pero en el año en el que yo tuve el accidente, en 2002, yo no sabía lo que era una lesión medular ni el deporte adaptado».
Tuvo la «suerte» de ingresar en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, y, de la mano de uno de sus mejores amigos, «Cole», José Miguel, empezó a jugar en el baloncesto en silla de ruedas.
El hito de los Juegos
Un hito en su vida fue participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio, en 2021. Cuando pasó la meta de la contrarreloj, no sabía el resultado. Esperó en boxes «a ver qué había hecho el de Tarancón». Cuando le dijeron que había quedado tercero, se echó a llorar («llevaba 15 años sin hacerlo») y se acordó de su yo de hacía 20 años atrás.
«La primera sensación de la discapacidad es el miedo, y la segunda, sin ninguna duda, la superación», añadió el bronce olímpico.
Cree este deportista que «las personas a veces necesitamos pasarlo muy mal para saber de qué somos capaces, es triste pero es así». Para recuperarse tras un accidente tan grave, esta es la doble receta, para él: esfuerzo máximo, cada día, en cada cosa que haces, y tiempo. En cuatro meses salió del hospital (tenía 23 años) con autonomía plena.
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