Manuel Lanza, presidente del Banco de Alimentos de Toledo, es la personificación de la labor de esta entidad, una labor que se resume en dos adjetivos: entrañable y necesaria.
Ante un año tremendamente complicado por la crisis sanitaria provocada por la Covid, las personas que forman parte del Banco afrontan las fechas navideñas, por un lado, con la preocupación por la situación de muchos ciudadanos y, por otro, con el mismo entusiasmo de siempre.
La Gran Recogida, una campaña exitosa
Lanza lamenta que este año no hayan podido estar de forma presencial en los establecimientos durante la campaña de la Gran Recogida debido a la pandemia.
[ze_gallery_info id=»402089″ ]No obstante, se muestra muy satisfecho con los resultados y especialmente agradecido a todos los trabajadores de las cadenas de alimentación, ya que «el peso lo han llevado esta vez los empleados de las tiendas».
Hasta noviembre, el Banco llevaba repartidos algo más de un millón de kilos de alimentos, de ellos casi 300.000 eran de personas y empresas y el resto era a través del Fondo Español de Ayudado al Necesitado en tres repartos.
Por eso, Manuel Lanza califica la actividad de exitosa y espera «acabar el año con 1.300.000 kilos de alimentos repartidos»
Lanza, siempre con los pies en el suelo y con una tremenda capacidad de empatía, piensa que esa cantidad «no satisface a las más de 17.000 personas socorridas por las 144 entidades a las que el Banco atiende pero creo que son una buena ayuda».
Aumenta el número de personas que necesita ayuda
A lo largo del año el número de personas que necesita ayuda del Banco de Alimentos de Toledo ha crecido y, se espera, seguirá creciendo en 2021.
Manuel Lanza cuenta, emocionado, el caso de un feriante que les llamó porque no tenía medio alguno para dar de comer a sus hijos. Y recuerda perfectamente las palabras de esta persona: «O encuentro ayuda o tendré que robar».
«Puede considerarse un caso extremo pero no lo es», señala, con voz firme, el presidente del Banco de Alimentos de Toledo.
Y es que este año, a causa de la pandemia, ha aumentado de forma importante la demanda de ayuda para comer. A los sectores poblacionales en situación complicada a principios de 2020, se ha ido sumando «gente de mercadillos, profesionales de la hostelería, personas en ERTE…»
«Uno puede estirar un jersey o unos pantalones pero no puede dejar de comer. Tenemos esa mala costumbre», explica Lanza con resignación.
Y remarca que «se supone que una persona no puede alimentarse con menos de 8 kilos al mes y nosotros estamos repartiendo alrededor de 4 kilos por persona. Solo somos una ayuda». Para más inri, «las empresas, que son las que nos ayudan, ahora tampoco están para muchas florituras».
Diversificar productos en el Banco de Alimentos de Toledo
Manuel Lanza tiene claro que está Navidad va a ser muy diferente y no solo por las restricciones, sino también por las apretadas condiciones en las que las afrontan muchos ciudadanos.
Y en el Banco van pensando cómo mejorar todavía más su forma de ayudar a estas personas, buscando nuevas formas para enriquecer la dieta de los más necesitados.
«Vamos a tratar, con el dinero de la Gran Recogida, de diversificar un poco los productos«, señala Lanza, que es consciente de que la mayor parte de alimentos que distribuyen son productos básicos, obviamente no perecederos a medio plazo.
De hecho, están contactando con algunas industrias cárnicas para poder repartir una oferta más variada.
«Creer que nuestro trabajo va a llegar a personas que lo necesitan»
Lanza tiene muy claro el mensaje que quiere trasladar a través de Navidad Con Emoción Enlcm: «A las personas a las que queremos tocar el corazón quiero decirles que seguimos aceptando ayuda y donaciones de dinero (por Bizum, por las cuentas indicadas en su página web…)».
Lanza recalca que aceptar dinero es algo que «antes no habíamos hecho», pero este año la situación es muy diferente.
Al lado de Manuel, trabajan y colaboran, con «verdadero esfuerzo», varios voluntarios, la mayoría de los cuales «son personas de riesgo, con una edad ya avanzadita».
Pero no les para nada porque, como dice Manuel, «tenemos la ilusión de saber… o de creer, por lo menos, que nuestro trabajo va a llegar a personas que lo necesitan. Que van a poder también celebrar la Navidad», concluye con una sonrisa. Con una sonrisa, no podía ser de otra forma, entrañable.
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