La Audiencia Provincial de Albacete ha condenado a A.G.S., asesino de María Isabel Abengózar, vendedora de cupones de la ONCE en Albacete, a la pena de prisión permanente revisable según adelanta el medio El Digital de Albacete y ha podido confirmar Europa Press, después del veredicto por unanimidad de un jurado popular que le consideró culpable tras un día de deliberación el pasado 15 de junio.
La asfixió hasta que le provocó la muerte
La decisión judicial se dicta después de que, tras atender a las declaraciones del acusado, testigos, agentes de la Policía Nacional, forenses y peritos, el jurado popular considerara demostrado que el procesado acabó con la vida de María Isabel de manera intencionada, abalanzándose sobre ella sin previo aviso y asfixiándola hasta provocarle la muerte.
Según los hechos que el Ministerio Fiscal consideró probados, el Ministerio Fiscal solicitaba prisión permanente revisable al acusado de acabar con la vida de la mujer desaparecida en agosto de 2021 en Albacete. La Audiencia Provincial de Albacete celebó este juicio con tribunal del jurado desde el día 5 del pasado mes de junio.
Según el escrito de acusación, los hechos tuvieron lugar el 19 de agosto de 2021, cuando el procesado, aprovechando la relación de amistad que mantenía con la víctima, la invitó a su casa para pagarle unos cupones que le debía e invitarla a una cerveza. Una vez en el domicilio, A.G.S. pagó a María Isabel los 50 euros que le debía y le pidió abrir un par de cupones que la vendedora llevaba.
Tras un rato, cuando el acusado había acumulado ya más de 200 euros, María Isabel le dijo que tenía que pagarle, manifestando A.G.S. que no tenía dinero, lo que, al parecer, inició una discusión entre ambos.
Fue entonces cuando el procesado empujó a María Isabel, que, debido a los problemas de movilidad que padecía, cayó al suelo. Ésta le advirtió que lo denunciaría, momento en que A.G.S. se abalanzó sobre ella y, sujetándole los brazos con las rodillas para impedir que se moviera, le apretó del cuello durante varios minutos hasta asfixiarla.
Escondió el cadáver detrás de un muro que construyó
Una vez A.G.S. comprobó que María Isabel estaba muerta, envolvió el cadáver en unos plásticos y lo llevó a una de las habitaciones de la casa. Días después de lo ocurrido, mientras los familiares buscaban a la víctima por todo Albacete, el acusado encargó azulejos, cemento y arena con los que luego construyó un muro tras el que escondió el cuerpo.
En ese mismo habitáculo, el acusado también metió varios rascas, el móvil, el TPV y el chaleco de la Once de María Isabel. Asimismo, antes de esconder el cuerpo, A.G.S. se quedó con los 50 euros que había pagado con anterioridad a la víctima, así como con los cupones y el dinero en efectivo que esta llevaba encima, todo ello por un valor total que asciende a 1.917 euros.
María Isabel tenía 44 años y vivía con sus padres y sus hermanos en Albacete cuando desapareció. Tenía diagnosticada una hemiplejia derecha por parálisis cerebral mixta de etiología sufrimiento fetal y una inteligencia límite por parálisis cerebral en forma hemipléjica de etiología no filiada, patologías por las que tenía reconocida una minusvalía del 70%.
«No sé qué me pasó por la cabeza»
El acusado se declaró culpable durante el juicio y confesó los hechos, explicando cómo mató y emparedó a la víctima: «No sé qué se me pasó por la cabeza», dijo.
Según señaló, le debía 50 euros a la vendedora desde hace un par de semanas, por lo que llamó a María Isabel, que era trabajadora de la ONCE, para que fuera a su casa y poder devolvérselos. Certificó en sede judicial que estuvieron charlando y tomando unas cervezas, y la vendedora le dio un par de cupones ‘Rascas’ para que abriera, pero que, tras un rato, juntó demasiados y le exigió el pago de los mismos.
«Me puse a abrir rascas y no tocaba ninguno, llegué a juntar hasta 200 euros y ahí ya me dijo que tenía que pagarlos, pero yo no tenía dinero», dijo.
En ese momento, según la declaración del procesado, María Isabel se puso de pié y le exigió el dinero que le debía, momento en que A.G.S. se puso nervioso y la empujó, cayendo esta contra el suelo. Tras lo ocurrido, la víctima le amenazó con denunciarle. Fue entonces cuando el acusado se abalanzó sobre ella y le apretó el cuello hasta estrangularla.
«Le apreté el cuello durante un minuto y medio, fue un rato muy malo…»
«Fue casi instantáneo. Me senté encima de ella, le sujeté un brazo con una pierna, no podía soltarse, la cogí del cuello, le apreté, no le dio tiempo de decir nada. Estuve poco tiempo, un minuto o un minuto y algo, fue un rato muy malo. No sé que se me pasaría por la cabeza, estuve apretando hasta que noté que estaba muerta», reconoció.
Momentos después, decidió construir un habitáculo para esconder el cuerpo y evitar que se extendiera el olor, encargó materiales de construcción y azulejos y comenzó a erguir un muro.
«Tengo conocimientos de albañilería, metí el cuerpo y fui haciendo filas de ladrillos con cemento, así hasta llegar arriba, lo hice dos o tres veces para evitar que saliera el olor. Escondí también su chaleco, los rascas y la carcasa de la TPV», indicó en su declaración, añadiendo que rompió tanto la TPV como el teléfono móvil de la víctima.