La presidenta del tribunal del jurado que juzgó en Ciudad Real al hombre acusado de matar con unas tijeras a uno de sus vecinos en enero de 2020, en el barrio de Los Rosales ha condenado al procesado a una pena de 23 años de prisión como autor de un delito de asesinato.
En la sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, la magistrada condena al procesado F.P.S.H.A. como autor de un delito de asesinato sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, a 23 años de prisión por matar a su vecino I.A.G.G. la noche del 29 de enero de 2020.
Además, le condena a indemnizar con 180.000 euros y con 16.000 euros, respectivamente, a la viuda y a la hermana del fallecido.
También le impone una pena de diez años de libertad vigilada, una vez cumplida la prisión.
La sentencia, que puede ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha (TSJCM) ha sido dictada después de que hace unas semanas el jurado popular considerara a F.P.S.H.A. culpable de un delito de asesinato con ensañamiento.
Malas relaciones entre asesino y víctima
El jurado consideró probado que el condenado tenía el plan de acabar con la vida de I.A.G.C., y que sobre las 20.54 horas del día 29 de enero de 2021, desconectó parcialmente su sistema de alarma, al oír llegar el coche de su vecino y salió a la calle a simular que barría la acera, mientras ocultaba entre su ropa unas tijeras de cocina.
Pocos minutos después, espero que I.A.G.C., saliera de su domicilio para comprobar el buzón de su casa, momento que el condenado aprovechó para ocultarse en un hueco existente en la entrada de su garaje, para después dirigirse muy despacio y sigiloso hacia él.
De esta situación se percató una vecina de ambos, que había sacado a pasear a su perro, y que conocedora de las malas relaciones entre ambos, en lugar de llevar a su mascota al parque, se quedó por una zona de arbustos con la intención que el asesino la pudiera ver.
A pesar de ello, observó que el asesino le dio en el hombro a su vecino quien le reprochó que tuviera la música tan alta, a la vez que involucraba a la vecina en la conversación para que le aclarara a F.P.S.H.A. que fue ella y no él, quien en su día le dejó una nota en su buzón.
Tras indicar el asesino que eso daba igual y no era el problema, invitó a su vecina a que se fuera a su casa que no tenía nada que hacer allí.
Unas tijeras para asesinar
Solos ya el fallecido y el asesino, este último con la intención de quitarle la vida, acometió contra el con las tijeras que llevaba escondidas, de unos 18 centímetros y 9 centímetros de longitud de hoja, clavándoselas en varias ocasiones y con gran fuerza en la cara, el cuello, el tórax, el cráneo y el codo izquierdo, llegándose a cruzar las hojas de las tijeras de la violencia utilizada.
Las heridas le ocasionaron la muerte de inmediato al fallecido, pues una de ellas, dirigida al cuello, le seccionó y le perforó la vena yugular derecha, causándole una hemorragia masiva y provocándole un shock hipovolémico.
Según se indica en la sentencia, I.A.G.C. no pudo apercibirse de las tijeras y se vio sorprendido por los hechos, por lo que no tuvo posibilidad de defenderse del acometimiento, en cuanto no pudo moverse para esquivar las puñaladas o huir.
Además, se determina que el acusado actuó no solo con la intención de causarle la muerte a I.A.G.C., sino de aumentar deliberadamente el dolor que le estaba produciendo, buscando también asegurarse su impunidad al cometer el hecho, aprovechando la noche, oscura, y apagando parcialmente el sistema de alarma.