La bajada del nivel freático en zonas del Acuífero 23 y las condiciones climatológicas que se han dado en los últimos meses ha propiciado la aparición de nuevos incendios de turba en el cauce del río Guadiana, a escasos cinco kilómetros del parque nacional de Las Tablas de Daimiel.
Así lo ha dado a conocer a Efe el naturalista y guía de campo, Concepción Sepúlveda, quién ha dicho que las primeras fumarolas que indican la presencia de fuego subterráneo se detectaron a inicios de año, aguas arriba del cauce del río que se localiza en el entorno del antiguo molino harinero hidráulico de Zuacorta.
Sequía en zonas que tendrían que estar encharcadas
La sequía que padecen las zonas que tradicionalmente debían permanecer encharcadas y el descenso de agua de los acuíferos fluviales han provocado en las últimas décadas la desecación de las turbas, que se forman como resultado de la putrefacción y carbonificación parcial de la vegetación de las zonas húmedas.
Esta falta de humedad provoca que la materia orgánica que compone la turba sufra un proceso de contracción, que origina profundas grietas en el terreno, por donde el aíre penetra hasta oxidar la materia, que acaba ardiendo por autocombustión.
«Grandes braseros» bajo la tierra
Este proceso de autocombustión de las turbas da lugar a la formación de «grandes braseros» bajo la tierra que llegan a provocar que la temperatura alcance en algunos casos los 220 grados centígrados.
Sepúlveda ha señalado que en esta zona del cauce del río Guadiana han aparecido ya más de media docena de fumarolas que indican la presencia de nuevos incendios de turbas.
Recordar que los últimos grandes incendios de turba se registraron en el año 2009 y afectaron gravemente al parque nacional de Las Tablas de Daimiel al permanecer activos durante varios meses.
Entonces, los incendios se detectaron en el entorno del molino harinero hidráulico de Molemocho, a mucha menos distancia de los que se encuentran los detectados ahora, lo que provocó que a través del cauce de la Madre Chica del río Guadiana avanzaran hasta llegar a distintas zonas del interior del parque.
Según Sepúlveda, las nuevas fumarolas detectadas son más visibles a primera y última hora del día, cuando la diferencia de la temperatura ambiente y la temperatura del interior de la tierra provoca que se formen grandes chimeneas humeantes.
Ha opinado que lo que se está quemando son turbas residuales, las que quedaban a más profundidad, que han seguido funcionando como tal y creando bolsas de gas que se han visto liberadas con las últimas lluvias, favoreciendo el proceso de autocombustión.
En zonas muy profundas
Para la naturalista, el fuego está en zonas bastantes profundas del terreno porque en la parte superior de la tierra no se ven áreas quemadas y tampoco se aprecian hundimientos. «Sólo por algunos agujeros de conejos o quemaduras antiguas es por dónde está emergiendo el humo», ha precisado.
Las circunstancias, ha comentado, «son propicias para que pueda aparecer algunas fumarolas más en el cauce del río Guadiana, aunque es menos probable que puedan aparecer en el parque de Las Tablas de Daimiel porque, ha apuntado, el nivel freático del agua del acuífero es mas alto en esta zona lo que provoca que las turbas permanezcan húmedas y no secas.
«Aunque Las Tablas de Daimiel no tiene agua laminal, el nivel freático del acuífero está cerca de la tierra, lo que de momento hace pensar que impedirá la autocombustión de turbas», ha observado, para advertir que «la situación puede ser muy diferente en el verano si sigue sin llover en la zona y el nivel freático del agua del acuífero sigue bajando», ha completado.