El consejero de Desarrollo Sostenible del Gobierno de Castilla-La Mancha, José Luis Escudero, ha avanzado que, con cifras actuales, la superficie forestal afectada por incendios en esta campaña de verano ha caído un 82 por 100 con respecto a los datos de 2019, con un total de 87 fuegos originados, la misma cifra a estas alturas que el pasado ejercicio.
Ningún incendio como el de Barchín del Hoyo
Según ha explicado en entrevista con Europa Press, son 1.045 hectáreas las afectadas en esta campaña, lejos de las 5.829 al cierre del 2 de agosto de 2019, teniendo en cuenta que fue el 30 de julio de el pasado año cuando ardieron cerca de 2.000 hectáreas en Barchín del Hoyo.
Los incendios solo están suponiendo un 16,32% del total de siniestros, mientras que el resto son conatos. Los fuegos más graves de esta campaña han sido el de El Casar, con cerca de 800 hectáreas afectadas en el recuento final, la mayoría de pasto; los de Férez y Ayna en Albacete, con cerca de 200 hectáreas calcinadas; y otras 300 hectáreas más del incendio de La Estrella en Toledo.
Gran parte del éxito y de la mejora de cifras pasa a juicio del consejero por el buen trabajo de los efectivos tanto de la empresa pública de gestión forestal Geacam como por los agentes medioambientales de la región, a lo que ha sumado la labor de los técnicos de la Consejería.
Pese a la pandemia, el 20 de marzo todo el plantel de Geacam se puso a trabajar no solo en el mantenimiento de los bosques, sino también para ayudar en labores de atención a la ciudadanía, con más de 30.000 actuaciones y 15.000 visitas, sin dejar de lado los trabajos de desinfección en calles, residencias de mayores o consultorios.
Sobre el cuerpo de Agentes Medioambientales, Escudero ha calificado como «positiva» su relación después de años de reivindicaciones por parte del sector.
Considera que se ha reforzado la coordinación con el cuerpo y además se sigue trabajando en posibles mejoras como en recursos logísticos y de movilidad.
Un nuevo proyecto de árboles singulares
En otro orden de cosas, Escudero ha hablado del proyecto para proteger e inventariar los árboles singulares y los bosques maduros desplegados por toda la región.
La intención es conformar una normativa que permita identificar esos árboles y bosques, sobre todo por su «alto valor» que puede permitir, por ejemplo, el estudio de los efectos del cambio climático a tenor de su comportamiento.
También su estudio puede ser de utilidad a la hora de aprender cómo regenerar bosques afectados por incendios, tal y como ha explicado el consejero.
Se trata de «aprender de los bosques maduros que no han tenido transformaciones por parte del ser humano y que se han preservado desde su origen hasta la fecha».
Este proceso, inmerso en la fase de participación pública, puede culminar en el plazo de tres meses, algo que se gestionará a través de la creación de una Mesa Forestal que quiere empezar a trabajar en septiembre.
Se busca con esta estrategia implicar al sector medioambiental en la protección de estos espacios y protegerlos directamente con metodología específica.