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31/12/2015junio 7th, 2017
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Los resultados de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre demuestran que 2016 tiene que ser el año del cambio. Pero un cambio de verdad, no sólo en palabras y promesas. Los partidos políticos deben tomar buena nota de que la ciudadanía les ha dicho, con sus votos, que quiere otra manera de hacer política y de gobernar. Si no lo hacen, volverán a equivocarse como tantas otras veces.

Desde que Felipe González ganó por abrumadora mayoría las elecciones generales de 1982 con el lema Por el cambio, todos los partidos han utilizado alguna vez la palabra «cambio» como seña de identidad de sus campañas electorales. En las últimas elecciones, también. Ahora está por ver si serán capaces de pasar de las palabras a los hechos y demuestran en la práctica que están dispuestos a cambiar.


URGE UN NUEVO GOBIERNO

Tras las recientes elecciones, los líderes políticos se dedican estos días a intentar conseguir los apoyos necesarios para constituir el nuevo gobierno, a resolver los problemas internos que padecen en su partido como consecuencia de los malos resultados electorales o a meter la pata diciendo algunas tonterías por falta de información, según cada caso.

Mientras tanto, a muchos millones de ciudadanos les preocupa más el paro, la raquítica subida de las pensiones, el aumento de la desigualdad en la sociedad, el precio de servicios tan necesarios como la electricidad, el coste de las matrículas universitarias y, en definitiva, pensar de qué manera se las van a ingeniar para conseguir el milagro llegar a fin de mes.

No se trata de hacer demagogia fácil, porque es necesario constituir el nuevo gobierno cuanto antes para que empiece a cumplir con su obligación de gobernar. Pero basta con leer los periódicos o escuchar las noticias en la radio o la televisión para percatarse de que, en ocasiones, la vida política va por un camino y la vida diaria de la ciudadanía marcha por otro distinto y mucho más penoso.

LA RAQUÍTICA SUBIDA DE LAS PENSIONES

Algunas noticias de los últimos días son buena prueba de esa diferencia:

-Las pensiones han subido un 0,25 por 100, es decir, unos cinco euros al mes como máximo. Pese a ello, el Gobierno presume de que los pensionistas ganan poder adquisitivo porque este año el índice de precios al consumo no va a subir. Probablemente los pensionistas se ríen a carcajadas cuando escuchan estas cosas al mismo tiempo que su pensión se incrementa solo en algunos euros.

-El Gobierno ha aprobado una subida del 1 por 100 para el salario mínimo interprofesional (SMI) hasta situarlo en 655 euros mensuales, lo que supone 6,6 euros más al mes. Todos los sindicatos y los partidos de la oposición pedían un incremento mayor, pero el gabinete de Mariano Rajoy ha decidido no llegar ni siquiera al 1,5 por 100 de subida que han firmado la patronal y los grandes sindicatos para los salarios. Y lo ha hecho así pese a que el propio Ejecutivo prevé que la economía crecerá en 2015 el 3,2 por 100 del Producto Interior Bruto.

-Unos 3.000 médicos españoles han solicitado este año a sus respectivos colegios profesionales el certificado oficial que les reconoce el título para que puedan trabajar en el extranjero, porque aquí están desempleados. Son algunos menos que en 2014, pero son muchos.

-El 80 por 100 de los jóvenes españoles menores de 30 años vive con sus padres, porque no puede independizarse debido al elevado precio de la vivienda y a la falta de trabajo o la precariedad del que encuentran, entre otras razones.

CASI CINCO MILLONES DE PARADOS

Ésta es la realidad que vive la mayor parte de la ciudadanía, y de manera especialmente dramática las 4.850.000 personas que no tienen trabajo, según la última Encuesta de Población Activa (4.150.000 si se contabilizan solo las que están inscritas en las oficinas de empleo).

Esta realidad no se corresponde con la que dibujan el presidente del Gobierno, sus ministros y los dirigentes del PP cuando dicen que ya hemos salido de la crisis, que se crea empleo, que la economía marcha bien… Es cierto que las cosas han comenzado a ir mejor, y sería absurdo negarlo. Pero con las cifras de paro de España, muy superiores a las de Europa, y los problemas que nos aquejan no se puede presumir de nada sino seguir trabajando para que esas incipientes mejoras lleguen por igual a todos los ciudadanos, y especialmente a los que se encuentran en peor situación.

Ése es el reto que tienen delante todos los partidos políticos que van a ocupar los 350 escaños del Congreso de los Diputados: hacer todos los esfuerzos posibles para demostrar en la práctica que ha llegado el cambio de verdad a la política, que pasó el tiempo de las mayorías absolutas y del ordeno y mando vía decreto ley, que saben negociar y pactar y que, por encima de todo, tienen en cuenta los intereses de los ciudadanos y no los suyos o los de su partido.

Y EN CASTILLA-LA MANCHA

El Partido Popular, que perdió el gobierno de Castilla-La Mancha debido al pacto del PSOE con Podemos, parece haber decidido que la mejor manera de llevar a cabo su labor de oposición es con la bronca permanente. Hay quien opina, incluso en el PP, que deberían cambiar esa estrategia por una oposición más seria y constructiva, porque sería más eficaz para la ciudadanía y para el propio partido.

Después de haber gobernado durante cuatro años de la manera en que lo ha hecho el PP en esta región, algunas declaraciones de dirigentes de este partido rozan el ridículo cuando no lo sobrepasan claramente. Deberían pensarlo y comprender que a ellos también les ha llegado la hora de cambiar si quieren trabajar en serio por los castellanomanchegos y para intentar recuperar el Gobierno regional algún día.

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