No por temidas y casi adivinadas las cifras de la EPA han resultado menos descorazonadoras. Los 6.200.000 parados de España y los 311.100 que hay en Castilla-La Mancha fueron un bofetón de desesperanza que se nos ha incrustado a todos en la cara y clavado en el estómago.
Teníamos las entrañas aún doloridas y encogidas por esos datos cuando al día siguiente salió el Gobierno de España a decir que habrá más paro y que aunque empecemos a crecer el año que viene cuando acabe la legislatura seguirá habiendo aún más parados que cuando empezó; es decir, cuando los ciudadanos echaron a José Luis Rodríguez Zapatero básicamente por haber dejado que España se convirtiera en un país con más de cinco millones de parados. La sabiduría popular tiene descripciones y recetas suficientes para aventurar qué puede pasar con el PP de Mariano Rajoy cuando le llegue la hora de empezar a votar. Puede que su ventaja sobre un PSOE abrasado y sin alternativa por el momento le valga para ganar o puede que no. En cualquier caso, habrá que ir olvidándose de mayorías absolutas, lo cual puede ser el menor de los problemas del futuro parlamento.
Pero no quería yo hoy hablar de elecciones, sino del paro y de lo inútiles que se han demostrado las tradicionales recetas clásicas de la izquierda para contenerlo, exactamente igual que las de la derecha de siempre. Ni el gasto público desatado ni la austeridad de pan y cebolla para la economía han sido soluciones, sino agravamientos del problema.
Y a ver quién aguanta ahora cuatro años por encima del 25 por 100 de paro, una lista en la que cada vez más gente habrá agotados las prestaciones. No es de extrañar que desde uno y otros lados ideológicos se pronostique un estallido social como una posibilidad muy a tener en cuenta y, desde luego, algo que debe ponerse sobre la mesa para poder evitarlo.
Bruselas se ha dado ya cuenta y un poco antes el FMI; por cierto, el que nos metió en el lío por un error de cálculo de sus «prestigiosos economistas». Antes que ellos lo dijeron los americanos del Norte; no quiero ni imaginarme lo que pasaría si EEUU creciera como Europa arrastrado por el austericidio impuesto aquí por Alemania. ¡Estaríamos al borde del caos»
Y yo creo que antes de todos ellos, el problema le hubiera resuelto el sentido común, el que decía que el empobrecimiento progresivo de la clase media que bajo políticas de uno y otros signo se estaba produciendo acarrearía gravísimas consecuencias económicas, sociales y políticas para los países del Sur de Europa.
No hicimos caso al sentido común ni al de la justicia a la hora de repartir los efectos y responsabilidades de la crisis, tiramos para adelante sometiéndonos sin protestar a los dictámenes de los mercados trasladados por sus predicadores políticos, los que sumieron a la vieja Europa en un austericidio mientras Estados Unidos sigue creciendo, con problemas económicos, pero creciendo. Y trabajando.
El sentido común mandaba gastar solo lo necesario; es decir, optimizar el gasto. Y eso no tiene que ver con la España de «20.000 asesores nombrados a dedo por los políticos en la España de los 6.202.700 parados» que nos pintaba el diario «El Mundo» en su edición de ayer». Las reformas son necesarias y compatibles con un calendario de reducción del déficit que no hubiera provocado esta sangría de desempleo, que es insoportable cuando se mira a la cara de los jóvenes.
El sentido común nos mandaba plantar cara a Alemania y, por lo menos, protestar y decir que estaban equivocados y que la austeridad que proponían no era más que austericidio interesado. Quizás protestar hubiera servido para acelerar el cambio que empiezan a dar ahora y el frente que con Francia, Italia y Portugal se levanta para decir que la UE no consiste en germanizar Europa sino en poder contar con una Alemania europea.
El sentido común mandaba también unidad política, pero seguimos en la carrera del y tu más. ¿Cómo es posible?
Queda poco margen para rectificar, pero no hay que perder la esperanza en un país que supone da una lección al mundo 35 años atrás, cuando todo estaba en contra.
Por favor, sentido común y que no se les olviden los datos: 6.202.700 parados en España y 311.100 en Castilla-La Mancha.