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artículo de opinión 05/01/2017junio 6th, 2017
César del Río César del Río

Seguro que las familias de los 62 militares españoles que murieron en Turquía el 26 de mayo de 2003, al estrellarse el avión en el que regresaban de una misión en Afganistán, han recibido con moderada satisfacción el informe del Consejo de Estado que responsabiliza de ese accidente al Ministerio de Defensa -que entonces dirigía Federico Trillo– porque para ellos es una importante victoria moral. Pero seguro que también se habrán acordado del conocido refrán de «¡a buenas horas, mangas verdes!», porque ese informa ha llegado… ¡¡¡13 años después del accidente!!!

Ese informe -aprobado por unanimidad por la Comisión Permanente del Consejo de Estado, el máximo órgano asesor del Gobierno- señala que el accidente quizá se podría haber evitado si el Ministerio hubiera hecho caso a los informes que advertían del riesgo de utilizar para esos traslados el avión Yakovlev-42, un viejo y deteriorado aparato sobre el que había muchas quejas, y hubieran cumplido con su obligación de vigilar las condiciones en que se realizaban esos viaje.


LAS EXCUSAS DE FEDERICO TRILLO

Federico Trillo afirmó que solo le habían llegado quejas sobre las incomodidades y los retrasos de esos traslados, pero el Consejo de Estado ha indicado ahora que también había recibido un informe secreto del Centro de Inteligencia y Seguridad del Ejército (CISET), un mes antes del accidente, en el que se advertía de los «altos riesgos» que se corrían al transportar a personas en viejos aviones fletados a países de la antigua URSS con un «mantenimiento como mínimo muy dudoso».

Tras el accidente, el ministro Trillo tuvo mucha prisa en identificar los cadáveres, para calmar las protestas de los familiares y de la sociedad, y la chapuza fue descomunal: los restos mortales de 30 de los 62 militares fallecidos fueron enterrados con otra identidad, lo que llevó a que un general médico y dos comandantes fueran condenados a penas de cárcel por un delito de falsedad en documento oficial.

Y no solo eso. Años después, cuando el ministro de Defensa era José Bono, se comprobó que la caja negra que debía registrar las voces en la cabina no funcionaba, lo que era motivo suficiente para prohibir el vuelo. Y tampoco se había firmado un seguro para cada pasajero, pese a ser obligatorio.

DE POLÍTICO A EMBAJADOR

Esas y otras irregularidades, denunciadas reiteradamente por los familiares de las víctimas, no impidieron que Trillo fuera nombrado embajador de España en el Reino Unido en marzo de 2012, pese a que no hablaba inglés y no pertenecía al cuerpo diplomático (el entonces ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, preveía cubrir las embajadas con diplomáticos de carrera y no con políticos, aunque esto es legal).

Ante un informe tan contundente como el del Consejo de Estado, lo más lógico habría sido que Mariano Rajoy hubiera destituido de manera fulminante a Federico Trillo como embajador en Londres. Pero el Gobierno vuelve a actuar mal en este caso e indigna a los familiares de las víctimas al decir que su sustitución llegará cuando corresponda, dentro de los más de 70 embajadores que están pendientes de ser sustituidos porque han cumplido su mandato y no ha podido cambiarlos un Ejecutivo que durante casi un año ha estado en funciones. ¿Tan difícil es hacer las cosas bien?

A los familiares de los militares fallecidos les ha indignado esta explicación. A los partidos de la oposición también: PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos e Izquierda Unida han pedido la destitución urgente del embajador Federico Trillo. Y seguro que a muchos ciudadanos también.

Los reyes Católicos crearon en el siglo XV la Santa Hermandad, una especie de cuerpo policial encargado de mantener el orden público y acudir a los lugares donde se cometía algún delito. Sus miembros eran conocidos como «los mangas veres», porque de ese color eran las mangas de sus uniformes, y acostumbraban a llegar tarde al lugar de los hechos cuando eran llamados, lo que dio lugar al dicho de «¡a buenas horas, mangas vedes!».

MUCHOS AÑOS DE RETRASO

Lo mismo se puede decir del informe del Consejo de Estado. Algo no funciona cuando, en un caso como éste, tienen que transcurrir más de 13 años hasta que se concluye que el Ministerio de Defensa cometió diversas irregularidades en el caso del accidente aéreo que costó la vida a 62 militares españoles, 12 tripulantes ucranianos y un ciudadano bielorruso).

Eso mismo se puede decir también del Gobierno de Rajoy, que en vez de actuar con rapidez y destituir a Trillo como embajador, por justicia y por respeto a los familiares de las víctimas, va a esperar unos meses para ese relevo y dice que no tiene ninguna relación con el informe del Consejo de Estado, sino que llega porque ha cumplido su mandato. Federico Trillo pidió volver a España en mayo de 2015, cuando se cumplían tres años como embajador.

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