sábado, 23 de noviembre de 2024
Opinión 02/04/2015junio 8th, 2017
César del Río César del Río

Cipriano es como el buen samaritano, su Dios, el guarda y custodia de su comida, último jueves de cada mes y así hasta 12 o más veces al año, la última mano a la que agarrarse cuando para ellos la cuesta de enero es perenne y no tiene fin. Hambre, mucha hambre hay en esa fila que guardan desde horas y horas antes, algunos incluso duermen en sus coches toda la noche esperando a que lleguen las cinco de la tarde del día siguiente porque saben que su maná, en forma de bolsa azul con unos siete kilos de alimentos, les puede salvar 15 ó 20 días.

Es el hambre, que puede con todo, pero no con Cipriano. Toque al corazón incluido. Y sus inseparables «batas blancas» quienes, terminada la jornada de reparto, último jueves de cada mes, ya empiezan a embolsar otras 3.000 para el siguiente. ¡Ay si Cipriano se presentara a las elecciones!


Hay más cola a las puertas de la ONG de Cipriano; que es el amigo de todo el mundo pero de forma muy especial de los pobres, todo hay que decirlo; que en las del cine. Es el hambre, que te debilita, te acongoja, te intenta humillar e incluso a veces te avergüenza, te perturba, te va matando, te pone el corazón o lo que quede de él en un puño, te hace mirar al suelo y no al cielo, te hace sentir un paria…

El hambre que sofoca Cipriano cada mes es visible, está en la calle y se «expone» a los ojos de los demás (dense una vuelta por el Paseo de Recaredo de Toledo, entrada natural al casco histórico de la capital regional, y vean. Advertencia: no se lo tomen como espectáculo porque eso es la vida; si quieren ir al teatro, ése no es el lugar). Es el hambre que no tiene dobleces y toca a mujeres, hombres, mayores y pequeños; da igual la hora o el día, porque el hambre es así.

A Cipriano todavía no se le ha reconocido como se merece. Pero a él le da igual. El hambre lo persiguió desde que nació. Fue ingresado; sí, fue ingresado; en un convento de pequeñito para que el mendrugo de pan que a veces comía se conviritiera en una «fiesta» diaria e incluso así sus padres se «quitaban» una boca del medio que alimentar. Él sabe lo que es pasar hambre y acostarse por las noches con el estómago malherido porque lleva horas, días quizás, más solo que la una.

El hambre.

El hombre.

@CesardelRioPolo

cesardelrio@encastillalamancha.es

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