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23/05/2013junio 12th, 2017
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Cuando un presidente del Gobierno deja el cargo puede hacer dos cosas: o asumir con dignidad su nuevo papel de expresidente, sin inmiscuirse en la vida política de manera directa, y dedicarse a dar conferencias muy bien pagadas, a realizar tareas humanitarias y a otros menesteres bien recibidos por la sociedad; o bien ocupar su tiempo en despotricar contra el Gobierno de su país cuando viaja al extranjero, criticar a su sucesor y pensar que él ha sido un presidente imprescindible para España y que sólo él, cual nuevo Mesías, puede salvar este país. José María Aznar ha elegido el segundo de esos dos caminos.

Además, un expresidente también puede entrar en el Consejo de Estado como miembro nato, tal y como prevé la ley, a cambio de algo más de 70.000 euros anuales compatibles con la pensión que recibe por haber estado al frente del Gobierno, o puede renunciar a ese puesto de consejero y ser fichado por alguna gran empresa con un sueldo bastante más elevado. Aznar también ha optado por esta segunda vía y es asesor de Endesa (unos 200.000 euros al año) y del magnate mundial de la comunicación Rupert Murdoch (100.000 euros); Felipe González asesora a Gas Natural (más de 125.000 euros).


A LAS ÓRDENES DE BUSH

El hombre que metió a España en 2003 en la guerra de Irak en contra de lo que pedía la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluidos varios millones de votantes del PP, sólo para cumplir sin rechistar las órdenes del todopoderoso «amo» George W. Bush, acostumbra a entrar de cuando en cuando en la primera línea de la vida política como un elefante en una cacharrería. Ahora ha vuelto a hacerlo y, como era previsible, ha provocado el correspondiente estropicio.

Durante el Gobierno de Zapatero, Aznar se comportó con él de la peor manera que puede comportarse un expresidente: aunque se confesaba muy español y muy patriota, cada vez que viajaba al extranjero aprovechaba las preguntas de los periodistas para arremeter contra el presidente de España y contra la gestión que estaba realizando. ¿Alguien concibe que Bill Clinton, por citar sólo un ejemplo, hubiera criticado públicamente al Gobierno de Estados Unidos después de haberlo presidido él?

Posteriormente, ya con el PP en el Gobierno, Aznar ha seguido soltando sus «perlas» de vez en cuando, y hablando de la labor del Ejecutivo con la excusa de que se limita a dar su opinión. Se olvida que él es presidente de honor del PP y que él nombró a dedo a Mariano Rajoy para que le sucediera al frente del Partido Popular, por lo que no debería censurar en público el trabajo de éste.

¿VOLVER A LA POLÍTICA ACTIVA?

Pero no sólo lo hace cada cierto tiempo, sino que ahora ha dado un paso más: el martes 21 de mayo, en una entrevista en Antena 3, Aznar ha criticado abiertamente a su sucesor y al ministro Cristóbal Montoro, e incluso ha insinuado que él estaría dispuesto a volver a la primera línea de la política activa por responsabilidad… si se lo piden. Como si fuera un Mesías del siglo XXI que se sacrifica para salvar a España.

En el fondo del asunto, Aznar tiene razón en muchas de las cosas que ha dicho: que Rajoy debe llevar a cabo una profunda reforma fiscal, bajar los impuestos «ahora» y cumplir el programa electoral que le dio la mayoría absoluta en las elecciones generales de noviembre de 2011, que hay que alcanzar un acuerdo sobre las pensiones para garantizarlas, que el Gobierno debe hacer que el «president» catalán, Artur Mas, cumpla la ley y se deje ya de provocaciones y de ir de víctima por la vida…

En la forma, por el contrario, el expresidente se ha equivocado de manera estrepitosa al formular esas y otras críticas en una entrevista en televisión. En su partido, del que es presidente de honor y donde para muchos es un importante referente, existen órganos y cauces para que Aznar pueda expresar su opinión sin dejar públicamente a Rajoy con el culo al aire. O le puede decir en privado al actual presidente lo que piensa y aconsejarle. Flaco favor ha hecho a su discípulo y actual inquilino de La Moncloa, al que su dedo designó en su día su sucesor.

Lo que no aclaró el expresidente, en cambio, es todo lo referido al espléndido regalo que hizo Francisco Correa, el supuesto «cerebro» de la trama de corrupción del «caso Gürtel», a su hija y su yerno el día que se casaron: según consta en el sumario, ese imputado por el juez pagó más de 32.000 euros para la iluminación de aquel festejo y eso, según Aznar, eso está justificado porque «es bastante normal que los invitados a una boda hagan regalos» a la pareja que estén «relacionados con su actividad». Pregunta inocente: ¿alguien conoce un caso en que un amigo del novio pague como regalo de bodas más de seis millones de las ya desaparecidas pesetas?

Y EN CASTILLA-LA MANCHA…

La presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, y el alcalde de Toledo y líder de los socialistas de la comunidad, Emiliano García Page, siguen tirándose los trastos a la cabeza día sí y día
también.

El lunes 27 de mayo, cuando ambos se reúnan después de mucho tiempo, harían bien en intentar buscar puntos comunes para trabajar juntos frente a la crisis y dejarse del acostumbrado y ya cansino «y tú mas». La encuesta que publicaron los diarios de La Tribuna el fin de semana pasado daba a Cospedal ganadora si se celebraran ahora elecciones -algo que en el PSOE no se creen-, pero también señalaba que uno de cada tres electores no quiera ni a ella ni a él para presidir el Gobierno regional. Aunque es sólo una encuesta y faltan dos años para las votaciones, ninguno de ellos debería olvidar ese dato.

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