El Gobierno de Castilla-La Mancha tiene que destituir a Nacho Villa, director general de la Radiotelevisión autonómica. Un director general que llega al Parlamento autonómico y le suelta a la oposición aquello de «mándeme un sicario esta noche a mi casa para que me dé una paliza, pero no me acuse en falso» debería cerrar la escaleta informativa, reconocer su error y marcharse. Y en el caso de que no sea así, cosa que no ha sucedido, el mismo Gobierno que le concedió el billete de ida debería darle el boleto de vuelta.
Y si a eso se le añade la madre del cordero y origen de toda esta historia, que no es otra que la información sobre la «carne picada» para ilustrar un asesinato en Cifuentes (Guadalajara), pues peor. Porque lo más sencillo el miércoles 13 hubiera sido llegar a las Cortes -donde comparecía en la Comisión de Economía y Presupuestos para explicar cómo se ha ejecutado el presupuesto del Ente en 2013 y desgranar el futuro económico para 2014- haber pedido perdón por lo desacertado de la noticia, que había dado la vuelta a España y no precisamente para bendecirla, y casi punto final. Pero no, para justificar lo injustificable, erre que erre, dijo que la información fue «impecable y pedagógica» y que no había lugar a la rectificación.
Impecable y pedagógica. Eso dijo.
UN ENTE EN EL QUE NUNCA HAN MANDADO LOS PERIODISTAS
Vayamos a los principios de CMT, cuando Jordi García Candau fue nombrado director general por el PSOE. De esto hace ya 12 años y pico. Bien, la manipulación fue el santo y seña, como no podría ser de otra forma y por desgracia, de la televisión autonómica. Teles y cajas de ahorros cortadas por el mismo patrón en la mayoría de las comunidades de este país. Las primeras, caprichos informativos de los políticos de turno para vetar, ridiculizar y poner a parir, por lo general, a la oposición, además de para ensalzar hasta cuando los miembros del Gobierno y sus anexos iban, y van, poco menos que a comprar el pan; y las segundas para lo que ya sabemos, que da hasta lástima recordarlo.
El juguete roto de la tele.
Porque al final es un juguete que no controlan los periodistas. Unos porque se descontrolan ellos mismos, que suelen ser los que mandan; y otros porque piensan que es mejor callar antes que reclamar. El bendito descaro en denunciar lo que les ocurre a otros pero el miedo a hacerlo cuando es su pan el que está en juego (aunque ya se da algún paso en este sentido). Al fin y al cabo, piensan, tienen que pagar una hipoteca. Pero como los demás, no se crean, que por trabajar en un medio privado les aseguro que el banco tampoco te da ni un respiro.
En época socialista no se oía una voz más alta que otra en el Ente cuando se manipulaba informativo tras informativo. Ahora sí. Eso es cierto y es lo que ahora, en muchas ocasiones, reprocha y recuerda el PP. Pero eso no puede servir como argumento para seguir haciendo lo mismo. Más cuando nos cansamos de escuchar que aquella tele no volvería a repetirse. Esto último es mi gran decepción.
Lo dicho, boleto de vuelta.
cesardelrio@encastillalamancha.es