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viernes, 22 de noviembre de 2024
En las redes sociales se les atribuyen muchos delitos que no han cometido - 17 septiembre 2021 - Toledo
Agustín Yanel Agustín Yanel

Cada día se extiende más esa lamentable práctica de acusar a los inmigrantes, sin pruebas, de cometer delitos: violaciones, robos, apulañamientos, palizas… Hay quienes se dedican a fomentar el odio hacia esas personas, lo que el Código Penal castiga con cárcel y multas, y también existen cuentas falsas en las redes sociales que difunden esos bulos. Algunos inmigrantes cometen delitos, claro que sí, como los cometen ciudadanos españoles, pero difundir falsedades sobre ellos y relacionarlos con la delincuencia -como hacen incluso algunos políticos- es una conducta peligrosa y repugnante que merece el desprecio de la sociedad; siempre hay que combatir a quien hace eso y, en el caso de los políticos, hay que rechazarlo a la hora de votar.

La entrada masiva de inmigrantes marroquíes en Ceuta el pasado 17 de mayo, con el consentimiento de la policía de ese país, fue aprovechada por los profesionales del bulo para difundir acusaciones contra ellos con mensajes en las redes sociales como éste: «Aumenta la inseguridad en Ceuta: siete inmigrantes ilegales de origen marroquí apuñalan a un menor español para robarle el bolso».


Esa agresión existió y la víctima fue un joven valenciano de 17 años, que recibió una puñalada y una paliza por otros que intentaron robarle. Horas después -según ha publicado el portal de verificación Maldita.es-, el eurodiputado de Vox Hermann Tersth y la diputada en las Cortes Valencianas Ana Vega, de ese mismo partido, dijeron en sus cuentas de Twitter, sin ninguna prueba, que los autores eran inmigrantes ilegales marroquíes. Falso: la Policía Nacional ha informado que hay cinco detenidos como los presuntos autores, todos ellos españoles y vecinos de Ceuta, y un sexto joven no detenido pero que está identificado y tampoco es inmigrante.

Acusaciones falsas contra los inmigrantes

Son muchos los mensajes que circulan por las redes sociales con acusaciones falsas contra los inmigrantes. Sirvan, como ejemplo, éstos:

«Un marroquí mata a golpes en Retamar (Almería) a un español de 40 años (en el hospital Torrecárdenas ha muerto). La @guardiacivil tiene decenas de casos de toda la escoria que está entrando por la costa almeriense». Falso: la Policía Nacional ha aclarado que el marroquí era la víctima, y el presunto autor de la agresión mortal es un ciudadano español de 33 años, pareja sentimental de la sobrina del fallecido.

«Dos magrebíes atropellan y matan a un guardia civil». Falso: en la madrugada del 29 de mayo, un guardia civil fue arrollado en Jerez de la Frontera (Cádiz) por un vehículo que conducía un joven de 22 años que viajaba un menor de 17 años, ambos españoles. Huían de un control de la Guardia Civil y fueron detenidos poco después.

Fomentar el odio por las redes sociales

Otro equipo de periodistas dedicados a verificar bulos, el de VerificaRTVE -a cuyo trabajo deberían dar más visibilidad en las distintas cadenas y portales de la radiotelevisión pública- también ha desmentido distintos bulos sobre los inmigrantes. Entre otro muchos casos, ha analizado las cuentas falsas abiertas en Twitter para difundir falsedades sobre la entrada de esos inmigrantes en Ceuta. Twitter elimina esas cuentas cuando comprueba que contienen mentiras o fomentan el odio, pero sus encargados abren otras con nombres distintos y repiten en varias a la vez el mismo contenido textual.

Al día siguiente de aquella entrada de inmigrantes en Ceuta, un usuario de Twitter lanzó el mismo mensaje con distintos nombres diciendo que era «vecino de Ceuta de toda la vida», que nunca había vivido algo parecido a lo que ocurrió y que eso era «una invasión». Cuando esos mensajes fueron eliminados, aparecieron otros en distintas cuentas pero con el mismo texto literal, en los que ese supuesto vecino de Ceuta terminaba así: «Estoy completamente roto y desolado, por eso votaré a Vox. No hay duda, los de Abascal arrasarán en las próximas elecciones». Que cada cual saque sus conclusiones.

Siempre han existido rumores, bulos y desinformación, y siempre ha habido quien se ha dedicado a difundirlos. La diferencia es que ahora, con Twitter, WhatsApp, Facebook y otras redes sociales, se extienden con toda rapidez, llegan a decenas de miles o millones de personas y causan un inmenso daño a la sociedad. Por eso es necesario rechazar esas prácticas, combatirlas, perseguirlas y castigarlas con la ley cuando proceda.

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