domingo, 8 de septiembre de 2024
03/12/2015junio 7th, 2017
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Bailar, cantar, correr rally, descender un molino de energía eólica, montar en globo, tomar cerveza con tabasco, dejarte grabar en la taberna, someterte a pruebas absurdasTodo vale con tal de parecer normal a los ciudadanos y ganar sus votos, ese bien tan preciado y que se ha puesto tan caro. Hay que ver, nunca pensé que fuera tan difícil ser normal. O, ¿quizás lo que es difícil es parecerlo sin serlo?.

No olviden televidentes y electores que pasada la campaña y las elecciones se acabaron el fútbol, los bailes, los deportes de riesgo, pero ahí seguirán, pendientes de soluciones, el paro, la corrupción, la injusticia y la desigualdad.


El caso es que los mítines y discursos han sido sustituidos por programas de televisión en los que un candidato o político que se precie trata de parecer normal haciendo el ganso en público, que es algo que ningún español medio suele hacer a propósito en un país dotado de un gran sentido del ridículo.

El caso es que ahora si eres un periódico serio, un programa de radio solvente o un informativo de televisión con solera, quizás te resulte difícil conseguir una entrevista para hacer preguntas serias y transcendentes. ¡No digamos si lo que quieres es organizar un debate! Eso es imposible, porque uno de los candidatos, precisamente el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el que más ejemplo debería dar en ello, dice que nones, que uno y no más y solo con Pedro Sánchez. La ley debería obligar a hacer debates electorales y confrontarse con otros candidatos.

El caso es que si tienes un programa de entretenimiento o dónde se hable de fútbol y bien situado en audiencia, estás de enhorabuena y tendrás a tus pies a los sumos pontífices políticos del país. Si lo que quieres es saber la talla de pantalón, lo que le gusta cocinar, si tiene o no tiene lo que hay que tener para correr aventuras o si posee o carece de swing, los candidatos se rendirán ante sus cámaras

Es como si necesitásemos ver a los padres de la patria exhibirse haciendo el ganso para observarles cual voyeurs desde nuestro sofá, a ver si les pillamos en algún renuncio humano y así es más fácil decidir si nos representan, porque ya no nos creemos sus discursos. Pareciera que tratamos de descubrirles como personas, porque han dejado de interesarnos como políticos.

Tiene guasa que ahora para saber cómo es un político haya que enchufarse a cualquiera de los programas pensados precisamente para que no salgan políticos, ni se hable de política. También es para analizar las razones por las que buscamos entretenernos, cuando nuestra obligación como ciudadanos es la de informarnos sobre cómo pretende cada partido acabar con el paro, la corrupción, la justicia o la intolerancia, por poner solo unos ejemplos de tareas pendientes. 

Naturalmente, los primeros políticos que acudieron a formatos considerados hasta ahora frívolos y poco adecuados para ellos fueron duramente criticados. Ahora, sin embargo, no eres nadie si no te invitan a hacer el ganso en prime time

La verdad  es que no entiendo muy bien qué pretenden demostrar haciendo el ganso, ni tampoco qué pretendemos sus votantes cuando ponemos tanto entusiasmo en ver cómo lo hacen.

Supongo que el abuso será perjudicial para todos y también que, en su justa medida, es razonable que cualquiera pase por formatos dónde se les muestra como personas y no como autómatas repetidores de argumentarios. En cualquier caso, los formatos de entretenimiento no pueden, ni deben sustituir nunca a los informativos a la hora de conocer la realidad y a sus protagonistas y eso se hace con noticias, análisis y preguntas. Este tipo de programas no pueden ser una excusa para que el poder político eluda el control de la prensa, siempre más incómoda que el show.

Lógicamente es mas fácil hablar de cerveza o de fútbol que de Bárcenas y los ERE. Es más sencillo echarse un baile que contar de dónde sale el dinero para pagar promesas y más promesas. Es menos complicado sonreír a cámara que contar con quiénes gobernar un país siendo un partido de aluvión.

Hablando de televisión, aplaudo la frase que el secretario general de Podemos y vicepresidente de las Cortes, José García Molina, dijo en la Comisión de Control de RTVCM donde hace unos días comparecía la nueva directora general, Carmen Amores.  

Dijo algo así como que “yo lo que quiero es ver buena televisión, no verme en la televisión”. ¡Qué gran objetivo! Pero, generalmente, quienes crean y/o mandan en las televisiones públicas lo que quieren es salir en ellas. A ser posible, a todas horas y sin compartir cuota de pantalla con los rivales.

La tele subyuga y a todo el mundo le gusta salir o verse en la pequeña pantalla, aunque sea de rebajas. Y los políticos no son diferentes en esto, sino todo lo contario. La cuestión es que su responsabilidad es otra. Espero espero que en el Ente, a la tercera vaya la vencida… Aunque… (Continuará…).

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