Todas las semanas pregunto en la Entrevista Irreverente al atrevido de turno si el Rey debería abdicar ya en el Príncipe y (casi) todas las semanas me encuentro con la misma respuesta, por lo general de cara a la galería porque en este país todavía nos creemos que somos malos cuando decimos lo que pensamos aunque sepamos que, sin decirlo, los demás (casi) como que piensan igual que nosotros. (Casi) todos me cuentan lo mismo, que no, aunque habría que ver las caras de (casi) todos para saber que poco menos te dicen que cómo van a ser políticamente incorrectos y que verdes las han segado, que continúe hasta que él quiera. O (casi).
Pero día tras día y episodio tras episodio no hay español que no se pregunte si al Rey Juan Carlos no le ha llegado la hora de dejar su puesto al Príncipe. Como tantos y tantos lo hicieron cuando en otra Real Casa, la Blanca, a Butragueño le tuvo que suceder Raúl y a éste pues ya ni me acuerdo. Al margen los que entienden que lo de los reyes y las reinas van bien para los cuentos, pero que en la vida real, con minúscula, ya está bien de vivir con los conceptos decimonónicos en cuanto a derechos, deberes y servidumbres de siglos ha sólo por el hecho de haber nacido en una familia u otra.
Entre el yerno, una de las hijas, los elefantes y demás castañazos de los últimos meses, la imagen de la Casa Real, con mayúscula, y de quienes la representan (salvo el Príncipe y la Reina, a decir de las encuestas) está donde está, casi por el suelo o más abajo: el desgaste de la Corona, y esto es un hecho objetivo, es verídico y sólo hace falta preguntar a quien tenga usted al lado para darse cuenta de que las simpatías de antes hacia ellos son, como poco, el hazmerreír o la indignación de ahora.
Un buen retiro a tiempo porque si no éste te arrolla. De la última y elogiada intervención del hijo en los Premios Príncipes de Asturias a los titubeos del padre durante su reentré, fhotoshop revistero incluido, en los primeros albores de 2014.
Lo ineludible es así. Le toque a quien le toque. Porque según la Constitución en este país no hay intocables. Bueno, eso dice la Carta Magna, que como escaparate está muy bien, pero la realidad, y no sólo en la Casa Real, es bien distinta. Por no hablar de que la sucesión es todavía cuestión de sexos. Y nadie lo cambia. De risa.
O se modernizan o las encuestas serán implacables con ellos. La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Por cierto, hablando de encuestas, más del 70 por 100 de los españoles consideran que Manuel Chaves y José Antonio Griñán conocían el asunto de los ERE andaluces; y el 85 por 100 cree que el PP pagó sobresueldos en negro.
No, si al final algún día se demostrará que los ciudadanos no son tontos…