En España es ya una realidad indiscutible el fin del bipartidismo y el surgimiento de nuevos partidos que disputan de tú a tú el espacio a PP Y PSOE. Cómo y a qué ritmo se sustancie esa cambio drástico en los respectivos territorios del país es la incógnita que queda por despejar, pero todo parece indicar que habrá pocas excepciones al tripartito o cuatripartito en los parlamentos que salgan de las urnas del 24 de mayo.
En Andalucía todo indica que el PSOE ganará cómodamente, pero no podrá gobernar sin pactos. De hecho, una formación que aparecía en las encuestas como un partido residual hace tan solo dos meses ahora se presenta como la llave de la gobernabilidad, Ciudadanos.
El partido de Albert Rivera galopa en los sondeos de opinión al ritmo que lo hiciera Podemos desde las elecciones europeas hasta finales de 2014, porque parece que en los últimos meses ha tocado techo y puede empezar un cierto retroceso.
Con estos mimbres, ¿es posible ver lo que va a suceder en Castilla-La Mancha el 24 de mayo? ¿Se puede trazar un escenario cierto hoy, teniendo en cuenta que quedan aún dos meses para que los castellano-manchegos voten y que ése es tiempo suficiente en la política española actual para romper cualquier pronóstico?
Pues no, en mi opinión no se puede saber aún qué va a pasar exactamente. Desde mi punto de vista, lo único que se puede concluir claramente es que la situación está completamente abierta.
La tendencia que marcan las encuestas es la de que el PP será el partido más votado el 24 de mayo en Castilla-La Mancha. Pero esas mismas encuestas prevén la irrupción de Podemos con al menos tres diputados, lo que representaría que ningún partido lograría mayoría absoluta en el parlamento de CLM.
Podemos entraría por Toledo, Guadalajara y Albacete, según las encuestas actuales. En las dos primeras, le quitaría un diputado al PP y en la tercera al PSOE y, por lo tanto, se llevaría la mayoría absoluta que el PP ha estado acariciando hasta hace pocos meses. Así las cosas, y si el próximo presidente de Castilla-La Mancha depende de Podemos, parece difícil ver en ese asiento a María Dolores de Cospedal y es más factible imaginar a Emiliano García-Page.
No es tan sencillo. Nadie canta victoria segura ni segura derrota. Es la postura más sensata hoy, al menos puertas adentro.
Nadie en su sano juicio daría por sentado sin más ese resultado, porque la volatilidad de la política española es tan alta que dos meses es tiempo suficiente para marcar otro escenario diferente.
Por ejemplo, Ciudadanos aparece como un partido residual hoy en CLM, pero ¿puede pasar en dos meses lo que en Andalucía? El partido de Albert Rivera crece más en las ciudades que en el mundo rural y es difícil imaginarle en un 15 por 100 de los votos de la región el 24 de mayo, pero no necesitaría tanto para conseguir escaño por Toledo o Ciudad Real, las provincias de esta comunidad autónoma dónde Ciudadanos da más alto en la actualidad.
Si el parlamento regional lo formaran tres o cuatro fuerzas políticas, la mayoría absoluta parece inalcanzable para ninguna de ellas. Si son tres, una alianza PSOE-Podemos para que gobierne Page parece lo más factible. Si en las Cortes son cuatro partidos, habría que esperar a ver cómo cuadraban los pactos, difícilmente de Gobierno, pero sí posibles para celebrar una investidura presidencial y arrancar la legislatura hasta que las elecciones generales, a finales de noviembre, despejen las últimas incógnitas y pongan todas las cartas boca arriba.
El futuro/a presidente/a, si se da esa circunstancia de cuatro actores, sería seguramente quien menos rechazo lograse en los partidos ¿minoritarios?.
La información que he logrado reunir cruzando más allá de las líneas de propaganda de los partidos coincide machaconamente en apuntar hoy un escenario abierto, muy abierto, que permanecerá así hasta el recuento y en el que la mayor parte de las apuestas se inclinan por un parlamento regional con PP, PSOE y Podemos y sin mayorías absolutas.
Hagan sus apuestas y permanezcan atentos a la calle, habla mejor y más claro que las encuestas.