Al padre misionero toledano Christopher le conocimos hace apenas unos años, cuando nos enteramos de primera mano, nos lo contó él, la terrible historia que había vivido en la República Dominicana y cómo había hecho frente a la esclavitud a la que los oligarcas de allí tenían sometidos a los trabajadores que recolectaban azúcar (lea el reportaje que publicamos entonces). No le salió gratis, porque debido a las tremendas presiones que soportó fue su propia congregación quien le sacó de allí con rumbo a Etiopía, otro destino donde las almas, dicen, son felices pero los cuerpos deambulan en medio de la pobreza más absoluta.
África, tan cerca pero tan lejos.
Christopher Hurtley aguantó en el país caribeño todo lo que no está escrito, y lo que sí, en materia de amenazas, puesto que un buen día le metieron por debajo de la puerta de su casa un papelito que decía lo siguiente: «Siga jodiendo con la empresa y un día de estos va a aparecer tirado en un carril con la boca llena de moscas». No era ni la primera ni fue la última. Pero le echó valor y otras cosas humanas como para ganar un pedazito de la batalla.
Qué majos los señores de las moscas, ¿verdad?
Bien, pues al misionero toledano le dio por ofrecer su vida a cambio de nada y marcharse al otro lado del planeta. Decir Etiopía es ponérsenos en la cabeza la imagen del negrito con moscas alrededor de su cabeza y famélico, donde van los turistas para regresar contando lo que ven, macabra diversión.
Ahora, hace apenas unos días, hemos vuelto a tener noticias de Christopher a través de las Misiones de Toledo, que dispersa sus almas por aquellos países donde ni la mano divina parece haber llegado. A las más que difíciles situaciones que se enfrentan a diario en el Sexto Mundo llega ahora la sequía que padecen y que les ha hecho gritar para que, de una vez por todas, alguien les oiga.
Agua, ese bien tan preciado (lo que me hace pensar y no sacar de mi cabeza la imagen del Tajo).
Agua en África.
Tan cerca pero tan lejos. La pobreza en el mundo no tiene cura. Siempre ponemos tiritas pero la herida, año tras año, sigue desangrándose. No hay quién lo cure, a los hechos me remito.
@CesardelRioPolo
cesardelrio@encastillalamancha.es