El cónsul de España en Washington, Enrique Sardá Valls, ha sido destituido de ese puesto por haber difundido un mensaje en el que, intentando simular el acento de los andaluces, criticaba a la presidenta de esa comunidad, Susana Díaz. Él dice que solo fue una broma, pero el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, ha considerado que un representante oficial de España no puede demostrar semejante falta de respeto hacia los andaluces y su presidenta, y ha decidido su cese.
El pasado 24 de julio la reina Letizia viajó a Málaga para presidir la reunión anual de los directores de centros del Instituto Cervantes de todo el mundo. Estuvo acompañada por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y los periódicos difundieron fotografías en las que llamaba la atención que ambas lucían vestidos muy parecidos: los dos de color rojo amapola, los dos con cuello redondo y los dos sin mangas.
Al cónsul le hizo mucha gracia esa coincidencia en el vestir. Tanta gracia le hizo esa anécdota, que difundió por Facebook el siguiente mensaje, inrtentando imitar el acento y la manera de hablr de los andaluces: «Verano tórrido. Hay que ver qué ozadía y mar gusto de la Susi. Mira que ponerse iguá que Letizia. Como se ve ke no sabe na de protocolo ella tan der pueblo y de izquielda. Nos ha esho quedar fatá a los andaluse. Dimisión ya”.
¿Una broma o una falta de respeto?
El ya excónsul, que lleva casi 40 años en la carrera diplomática pero en este caso ha demostrado no ser nada diplomático, ha dicho a El País que su destitución le parece una medida «desproporcionada», porque se trataba de «una broma» sin mala intención.
Esa frase, en la que llama Susi a la presidenta del Gobierno andaluz, ¿es una broma o una falta de respeto? El lamentable comentario del diplomático Enrique Sardá es una muestra más de esa costumbre tan extendida de considerar que hablan mal el idioma español quienes no pronuncian perfectamente las palabras como en Valladolid, ciudad de la que se dice que es donde mejor se habla. Según esa errónea teoría, rebatida por muchos lingüistas, hablarían mal los andaluces, los extremeños, los aragoneses y todos los ciudadanos que se expresan en el idioma español pero con un acento distinto, incluyendo a los de varios países de América Latina.
Una cosa es contar un chiste imitando el acento catalán, gallego, andaluz, vasco o también argentino, cubano, italiano o francés, como hacen con frecuencia los humoristas y cualquier ciudadano, y otra bien distinta es lo que ha hecho el excónsul español en Washington. Lo primero es una broma, un acto humorístico contado con más o menos gracia según los casos, y lo segundo es intentar desprestigiar a la presidenta de la Junta de Andalucía por su acento y faltar al respeto a todos los andaluces. Es una manera de decir que los andaluces hablan mal, cosa que es sencillamente falsa.
Hablar mal y hablar bien
Los catalanes dicen «han habido muchos turistas» en vez de «ha habido», en singular; muchos vascos acostumbran a afirmar «si me lo diría» en vez de «si me lo hubiera dicho». Y ejemplos similares se pueden encontrar en la manera de hablar de extremeños, andaluces, maños y otros. ¿Se puede decir que hablan mal el idioma español? Por supuesto que no: hablan el idioma español, pero con distintos acentos y con algunas palabras y frases que, como mucho, hay que considerar vulgares pero no erróneas.
Lola Pons Rodríguez, catedrática de Historia de la Lengua en la Universidad de Sevilla, ha escrito en el diario citado con anterioridad que lo que ha hecho el excónsul español en Washington -y algunos políticos, porque no es la primera vez que un cargo público hace comentarios despectivos sobre el acento andaluz- es una manera de defender una supuesta superioridad de alguien porque supuestamente habla mejor que otro, una supremacía que, en este caso concreto, se utiliza para ridiculizar a la presidenta de Andalucía porque llevaba un vestido casi igual al de la reina.
En las fotografías que provocaron el nada gracioso comentario del excónsul también se ve, junto a la reina Letizia y Susana Díaz, a políticos que visten trajes de color azul similares y corbatas parecidas. «¿A alguien se le ocurriría faltar el respeto a ellos con el argumento de que no coordinaron sus modelitos?» se pregunta la profesora Pons.
La respuesta es bien clara: no. Pues eso
Cada cual puede decir lo que quiera por las redes sociales -Twitter, Facebook…-, siempre que no insulte ni cometa un delito con su comentario o incite a cometerlo. Pero antes de transmitir un mensaje de manera pública conviene pensar en lo que se dice, para evitar meteduras de pata como la del excónsul y las de otros políticos que han tenido que pedir disculpas más de una vez por lo que han difundido por esa vía. Las redes sociales son importantes, pero hay que utilizarlas con sentido común, siempre hay que repetirlo. Y los políticos y los cargos públicos, con mayor motivo.