No me digan que no. La escena que está a punto de caer por los objetivos de las cámaras periodísticas y los teclados tiene mucho morbo político. La triunfadora Cospedal y el aclamado Page. Condenados a pelearse y a mandar a sus tropas a hacerse mutuo daño por exigencias del guión.
¡Con lo bien que empezó todo!. La legislatura, digo. Con un Barreda derrotado que aumentaba el aura de los dos. Tan sonrientes, tan cómplices en los actos públicos, casi cabía la esperanza del milagro de que dos tan distintos y tan rivales se pudieran entender bien.
No ha lugar a la sospecha. Se entenderán poco, pero mucho comparado con la etapa de la que acabamos de salir en cuanto a las relaciones PP-PSOE en Castilla-La Mancha.
Además, se respetan. Tengo para mí que Page se pasó cuatro años echando de menos en las filas regionales socialistas y en el expresidente el coraje de Cospedal ante los obstáculos.
No tengo pruebas, pero lo he pensado muchas veces. Les separaba el partido, pero les unía un cierto respeto por lo que cada uno representaba y conseguía contra viento y marea.
Y tengo para mí que a Cospedal, a la que no le gusta perder ni al parchís, le debió causar sana envidia el corte de mangas que Page hizo en Toledo el 22 de mayo llevándose para el PSOE la joya de la corona, Toledo, y convertirse así en su vecino más incómodo y el más vigilante. Y vigilado.
Page no le negó el pan y la sal. De hecho, ella e Ignacio López del Hierro se casaron en su despacho de alcalde, oficiando un concejal del PP y respetando todos el secretismo que había pedido la hoy presidenta. Dicen que los de Barreda no se lo perdonaron nunca a su compañero de filas. Ellos, que mandaban a los asesores pagados por todos a buscar en la red cualquier cosa que pudiera ser utilizada contra Cospedal.
Lo cierto es que se han visto más veces de las que cuentan y se han desatascado más cosas de las que se saben, pero no, no son amigos. Aunque los dos manejan bien lo de posar y estar como conviene en el momento.
Tampoco se odian ni falla estrepitosamente la química, como ocurrió entre Cospedal y Barreda.
De hecho, al menos para empezar, todo parece indicar que van a establecer un marco de relaciones nuevo en Castilla-La Mancha, un espacio de convivencia para los próximos años alejado del foco de guerra que fue la madre de todas las batallas durante los cuatro últimos.
Page ha pedido ya la entrevista de secretario regional del PSOE y jefe de la oposición con la presidenta. Cuentan que Cospedal no se hará esperar demasiado.
Lo dicho, una escena de sofá con mucho morbo que dará mucho que hablar.