En España se empezó a hablar mucho de educación financiera de la población, a raíz de la Gran Recesión de 2008. El afán por mejorar los conocimientos en finanzas nace con vocación defensiva. El daño ya estaba hecho: nos encontrábamos ante un mercado inmobiliario desbordado por los excesos en los préstamos, o ante personas que habían contratado productos financieros que en algunos casos no eran adecuados a su perfil o conveniencia.
Todo parece indicar que en esas ocasiones primó la venta rápida sobre la información detallada y pedagógica. En mi opinión un planteamiento exclusivamente defensivo, o centrarse únicamente en la mejora de conocimientos técnicos se queda corto. Apuesto por un enfoque en el que se tengan en cuenta la creación de valor, el respeto a los seres humanos y la voluntad de implicarse en los asuntos más acuciantes que afectan al conjunto de la sociedad.
Crear valor
La base de la economía es la búsqueda de productos y servicios que satisfagan las necesidades de las personas. La innovación y la investigación con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los seres humanos.
Potenciar las habilidades económicas de cada uno con visión global. ¿Qué sabemos de agricultura básica y de ganadería? ¿Y del comercio y las relaciones entre personas? ¿Estamos al día en tecnología e informática? En definitiva, analizar nuestra capacidad de supervivencia e independencia.
El respeto
Información y comunicación clara en la venta de bienes y servicios. Las prisas no son buenas consejeras; el interés excesivo por cerrar una venta rápida puede perjudicar al comprador.
La corrupción a cualquier nivel y la explotación de personas (en el plano dinerario, físico o psicológico) son sencillamente inaceptables en cualquier relación económica.
Si nos somos fiables en nuestras relaciones comerciales, hay engaño en vez de valor añadido. La integridad, las buenas formas y el respeto al otro como cartas de presentación.
Implicarse en sociedad
Vivimos en sociedad, no podemos mirar hacia otro lado cuando hay problemas, tenemos que implicarnos. Una educación o formación en economía no puede dejar de prestar atención a los asuntos más acuciantes. Pongo sobre la mesa uno de los que más me preocupa, la situación económica de los jóvenes y su integración en el mercado laboral.
La dificultad para conseguir la independencia económica, las altas cifras de paro juvenil o la imposibilidad de comprar o alquilar una vivienda, lastran el futuro de muchos de ellos. Necesitan el apoyo y la solidaridad de los que somos más mayores. Desde aquí les animo a que no dejen de buscar nuevas ideas y formas de cooperar entre ellos, en una época que sin lugar a dudas está inmersa en una revolución tecnológica de gran calado.
Si quieres consultar más artículos del autor, entra en su blog: vicentedelrio.com