En 2008, José Luis Rodríguez Zapatero se resistió casi un año a hablar de la crisis económica y tardó mucho en reconocer que España, como otros países del mundo, también la padecía. En febrero de 2014, en el debate de política general sobre el estado de la nación, Mariano Rajoy ha hecho lo contrario: se ha adelantado y ha dado por muy encauzada la solución a esta crisis cuando lo único que existen son los primeros signos de que algunas cosas empiezan a mejorar. Bienvenidos son y, naturalmente, reconozcamos que esos datos positivos comienzan a llegar, pero nada más.
Estos debates anuales sobre el estado de la nación deberían ser importantes para la ciudadanía. Pero suelen limitarse a ser una especie de reconstituyente para los diputados de los principales partidos -léase PP y PSOE-, que salen muy contentos tras escuchar a sus respectivos líderes decir lo que ellos quieren oir y se dedican después a discutir si el suyo ha ganado y el adversario ha perdido, o viceversa, cuando lo correcto sería que aprobaran acuerdos mayoritarios entre unos y otros para sacar a España de la situación todavía muy mala en la que se encuentra.
RAJOY, TRIUNFALISTA
El presidente del Gobierno se empeña en dibujar una España que se parece poco a la España real. Así se lo han reprochado todos los partidos de la oposición, todos, y basta leer sus intervenciones en el debate para concluir que, en contra de lo que dijo en varias ocasiones, su discurso ha sido triunfalista y autocomplaciente. Sólo le faltó preguntar en voz alta: ¿crisis? ¿qué crisis?
No basta con que reconozca, porque no hacerlo sería casi un insulto a los ciudadanos, que todavía hay que hacer muchas cosas. Faltaría más. También tendría que haber hablado del problema de la inmigración, al que apenas dedicó un párrafo de su discurso; de los recortes en educación, que han puesto en pie de guerra a toda la comunidad educativa y a los sindicatos y organizaciones de todas las ideologías; del deterioro de la sanidad pública, que era un ejemplo en todo el mundo y ahora funciona cada vez peor como consecuencia de la nefasta política que el Gobierno viene aplicando, lo que ha llevado a las calles a médicos, personal de enfermería, pacientes y ciudadanos en general; de la polémica propuesta de modificación de la Ley de Seguridad Ciudadana, que prevé limitar muchísimo el derecho constitucional de los ciudadanos a protestar en la calle; de la disparatada propuesta de reforma de la Ley del Aborto, con la que el ministro de Justicia ha creado un problema que no existía, y de unos cuantos asuntos más que gran parte de la ciudadanía sufre a diario.
En vez de hacerlo, empleando los minutos necesarios en cada uno de esos temas -en estos debates, el presidente es el único que no tiene limitado el tiempo de sus intervenciones, como les ocurre a los portavoces de los grupos parlamentarios-, Rajoy prefirió centrarse en la economía y en los primeros datos de la recuperación, porque eso es más rentable a la hora de buscar votos. Pero se pasó tanto al hablar de los primeros síntomas de recuperación que el resultado fue un discurso triunfalista, alejado de la realidad y, por ello, poco creíble… excepto para los diputados del PP y sus seguidores.
OTRA VEZ LA HERENCIA DEL PSOE
Mariano Rajoy no se ha dado cuenta, o sí, de que este debate no se celebra para hablar de la mala herencia que el PP recibió del PSOE cuando llegó al Gobierno ni de lo mal que hizo las cosas José Luis Rodríguez Zapatero. El objetivo de esta convocatoria parlamentaria era hacer una radiografía de la situación actual de España, de lo que ha hecho el Gobierno en el año transcurrido desde el anterior debate y de lo que se propone hacer a partir de ahora. Hubo poco de esto y mucho de repetir que los socialistas lo hicieron mucho peor, algo que, aunque sea verdad, ya no toca repetir: los ciudadanos castigaron a Zapatero con sus votos y quien gobierna desde hace más de dos años es Rajoy.
Lo más positivo del debate fue el anuncio de Rajoy de una sustanciosa rebaja en las cotizaciones de los empresarios a la Seguridad Social, para que contraten trabajadores -hay especialistas que dudan de que, incluso con esa rebaja, vayan a contratar personal mientras no mejore significativamente la economía y el consumo-, y una reforma fiscal que no explicó. Habrá que esperar a ver las correspondientes normas cuando las apruebe el Consejo de Ministros, para poder evaluar su alcance.
EL PASADO DE RUBALCABA
El líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, sí se refirió a todos esos problemas cotidianos de la ciudadanía y reflejó mejor que el presidente la cruda realidad diaria. Pero, como siempre, tuvo que enfrentarse a su eterno problema: a cada cosa que critica, Rajoy le recuerda que cuado él fue ministro y vicepresidente del Gobierno con Zapatero no sólo no hizo lo que ahora reclama al Ejecutivo, sino que incluso votó en contra de hacerlo cuando otros partidos lo propusieron en el Congreso. Es lo malo de tener un pasado político… y el de Rubalcaba es muy extenso.
Para rematar el debate sobre el estado de la nación, cada uno de los siete grupos parlamentarios presentó hasta un máximo de 15 propuestas de resolución, es decir, 105 en total. El Pleno las debatirá y votará el 27 de febrero, aprobará algunas -el año pasado sólo aprobaron 16 de 105- y serán remitidas al Gobierno, que se presentará al próximo debate dentro de un año sin haber cumplido buena parte de ellas. Lo mismo que han hecho, siempre, los distintos gobiernos.
Entonces, ¿quién gana algo en este debate? Nadie, salvo la dosis de ánimo que se autoinyectan los diputados de los grupos parlamentarios, sobre todo los mayoritarios. ¿Quién pierde? La ciudadanía. Y así seguiremos hasta las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo, y después hasta las generales, municipales y autonómicas de 2015, en una prolongadísima precampaña electoral que se puede considerar que ha comenzado con este debate de política general sobre el estado de la nación.
Y EN CASTILLA-LA MANCHA…
Mientras el PP y el PSOE de Castilla-La Mancha se dedican a diario a tirarse los trastos a la cabeza y recurren al lamentable» y tú más» para reprocharse mutuamente quién gobierna peor, el indicador de riesgo de pobreza Arope -utilizado en todos los países de la Unión Europea- ha señalado que la pobreza afecta a entre el 29 y 30 por 100 de los castellano-manchegos, lo que supone cuatro puntos por encima de la media nacional y, además, este porcentaje es superior en los niños.
Si la situación de Castilla-La Mancha hubiera mejorado tanto como dicen desde el Gobierno de María Dolores de Cospedal, el informe de Arope -que también recoge algunos datos positivos para la región- no sería tan negativo para esta comunidad. Los ciudadanos agradecerían menos declaraciones demagógicas, menos rifirrafes entre PP y PSOE por intereses electoralistas y más trabajo conjunto para intentar resolver los problemas.