Cuando Ana Botella fue nombrada alcaldesa de Madrid en diciembre de 2011, sin haber sido elegida en las urnas por los ciudadanos sino simplemente porque Alberto Ruiz-Gallardón logró su vieja aspiración de ser ministro y decidió que ella le sustituyera en tan importante cargo, no fue un acto ilegal, pero esa manera de ascender queda fea en una democracia.
Cuando Ignacio González llegó a la Presidencia de la Comunidad de Madrid hace 10 meses, igualmente sin ser votado en unas elecciones sino porque Esperanza Aguirre dimitió y le dejó a él como su fiel sucesor, tampoco fue algo ilegal pero provocó críticas entre quienes consideran que los cargos públicos tienen que ser consecuencia de lo que voten los electores, porque era un nombramiento igual de feo.
EL PARIPÉ DEL PSOE EN ANDALUCÍA
Eso mismo va a ocurrir en septiembre próximo con la actual consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, quien se convertirá entonces en la presidenta de los andaluces gracias a que José Antonio Griñán ha decidido dimitir antes de que le dimitan judicialmente por el escándalo de los ERE irregulares -aunque él insiste en que se marcha sobre todo por motivos «de carácter personal y familiar»- y no, como correspondería en una democracia, porque la mayoría del electorado la haya votado a ella como cabeza de lista del PSOE en unas elecciones autonómicas. Su llegada a ese cargo tiene toda la legalidad, como las de Ana Botella, Ignacio González y otros, pero queda igual de fea. En los tres casos, sus predecesores y patrocinadores podrían haber pensado en convocar elecciones anticipadas y seguro que buena parte de la ciudadanía lo hubiera aplaudido.
En el caso de la futura presidenta del Gobierno andaluz la cosa es incluso más grave, porque el PSOE ha hecho el paripé de convocar unas elecciones primarias para elegir entre su afiliación a su candidato o candidata para ese cargo pero a sabiendas de que, por las condiciones que ha impuesto a los aspirantes, no se iban a celebrar: al exigirles que presentaran casi 7.000 firmas de otros tantos militantes del PSOE en tan sólo 15 días en los que tendrían que haber recorrido una región tan extensa como Andalucía para buscar apoyos entre sus compañeros de partido. Los dirigentes socialistas, tanto los andaluces como los de la sede federal de Madrid, sabían que sólo la todopoderosa mano derecha de Griñán iba a ser capaz de presentar tan elevado número de avales en tan corto espacio de tiempo. Y así ha ocurrido: Susana Díaz ha abrumado a sus contrincantes al presentar más de 22.000 firmas, las de casi la mitad de los militantes socialistas en esa comunidad autónoma.
DEL PP Y PRESIDENTE DEL CONSTITUCIONAL
Tampoco es ilegal que el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, estuviera afiliado al PP cuando fue nombrado magistrado del organismo que vela porque se cumpla la Constitución en todas las resoluciones judiciales, pero queda feo que él no dijera ese destacado dato de su currículo cuando compareció en el Senado para que sus señorías le «examinaran» para ver si reunía los requisitos adecuados para ese puesto, tal y como prevé la ley. El PP no debería haber impedido ayer en el Congreso, como hizo con los votos de su mayoría absoluta, que Pértez de los Cobos hubiera comparecido en esa Cámara, como habían pedido varios grupos de la oposición, para explicar por qué guardó silencio sobre su afiliación política en aquel momento. Y esto no supone «castigar» a alguien sólo por pertenecer al PP, como ha dicho algún dirigente de este partido, sino que la imparcialidad para ocupar ese y otros cargos hay que demostrarla no sólo en el fondo de las resoluciones que se adopten a diario sino también en las formas.
RAJOY HABLARÁ DEL «CASO BÁRCENAS»… POR FIN
Puestos a hablar de cosas que son legales pero quedan mal, hay que citar también la broma de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, haya dicho que solicita «a petición propia» comparecer en el Congreso para hablar del «caso Bárcenas» –aunque en su solicitud dice que es para debatir sobre la situación política y económica actual- cuando hace dos semanas que todos los grupos parlamentarios de la oposición vienen reclamando su presencia. Pero así funcionan estos trámites en el Parlamento español.
Se le ha criticado por comparecer para hablar de ese escándalo el 1 de agosto, cuando media España inicia las vacaciones de verano, y también porque la oposición teme que enmascare su discurso con datos sobre la situación económica que ya fue objeto hace unos meses del Debate sobre el Estado de la Nación. Pero ha rectificado y comparecerá, esperemos que para aclarar todo lo que sepa sobre Luis Bárcenas, los supuestos sobresueldos y la financiación del PP y no para perderse por los cerros de Úbeda.
A veces da la sensación de que los dirigentes de algunos partidos políticos parecen no enterarse de que la ciudadanía no es tonta. ¿Qué van a pensar los andaluces de un Partido Socialista que convoca elecciones primarias pero lo hace de tal manera que no las va a celebrar porque ya tiene decidida previamente a la sustituta de Griñán? Y los madrileños, ¿se acordarán en las próximas elecciones de que han tenido a una alcaldesa y a un presidente que ellos no votaron?
El problema, uno de los muchos problemas de la España actual, es que a buena parte de la ciudadanía se le olvidan estas y otras cosas más graves cuando llega la hora de depositar la papeleta en las urnas para elegir al partido que debe gobernar. Así nos luce el pelo, pero éste es uno de los riesgos de la democracia que, pese a sus defectos e imperfecciones, sigue siendo el mejor régimen político posible. Si no fuéramos tan olvidadizos al votar, los partidos mayoritarios, que son los que en el día a día parten el bacalao, seguramente temerían más la fuerza de los votos y tomarían menos el pelo a los sufridos ciudadanos.