Rita Barberá se niega a aceptar que ha llegado el fin de su vida política. Y ese es un error que se paga caro. De ser la todopoderosa alcaldesa de Valencia durante 24 años ha pasado a convertirse en una mujer criticada por no comportarse con la «dignidad y ejemplaridad» que corresponde a un político -lo ha dicho en público el dirigente del PP Javier Maroto y otros lo afirman en privado-, obligada por su partido a darse de baja en él antes de ser expulsada e investigada judicialmente por el presunto blanqueo de dinero para financiar ilegalmente la campaña de las elecciones municipales de 2015 y otras.
Tras esas elecciones, en las que perdió la mayoría absoluta y la Alcaldía, podría haber decidido pasar a un segundo plano para facilitar la renovación que necesitaba un PP que ya estaba acorralado por numerosos casos de corrupción en esa comunidad y en ese Ayuntamiento. Pero ella quiso seguir en la primera línea y, además de ser portavoz de su grupo en la corporación, fue nombrada senadora por las Cortes valencianas, a propuesta del PP, pese a que las investigaciones judiciales afectaban ya a casi todo su equipo municipal y todo apuntaba a que ella también se podría ver afectada.
INDICIOS DE BLANQUEO DE DINERO
La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) informó de que los concejales y asesores del PP en Valencia, y algunos familiares de ellos, hacían donaciones de 1.000 euros al partido, que después se los devolvía en dos billetes de 500 euros. Así, al parecer, el PP blanqueaba el dinero que recibía de manera ilícita del 3 por 100 de comisiones que presuntamente cobraban a distintos empresarios a cambio de adjudicarles obras y servicios municipales. El juez y el fiscal coinciden con esa tesis y, ahora, a la vista de los indicios existentes, el Tribunal Supremo ha decidido investigar a la senadora Rita Barberá para averiguar si participó en esos delitos.
El 14 de septiembre, cuado se conoció esta decisión del Tribunal Supremo, en el PP saltaron todas las alarmas porque una noticia como ésta no podía llegar en peor momento: precisamente cuando Mariano Rajoy negocia su segundo intento de investidura para seguir de presidente del Gobierno.
Varios dirigentes destacados del PP han pedido a Barberá que deje el partido y su escaño en el Senado. Todos los grupos de las Cortes valencianas, incluido el PP, han aprobado una resolución instándola a que renuncie a su puesto de senadora, para el que no salió de unas elecciones sino que fue nombrada por ese Parlamento regional. Todos los grupos de la oposición en el Congreso reclaman eso mismo y piden a Mariano Rajoy que exija a su amiga personal -a la que hace un año llamó «la mejor alcaldesa de Valencia y una de las mejores de España»- la renuncia al escaño. Incluso el Partido Popular valenciano ha propuesto que se estudie la posibilidad de que en estos casos se pueda obligar a la persona afectada a renunciar al escaño.
COMO GATO PANZA ARRIBGA
A pesar de todas esas presiones, Rita Barberá se ha aferrado a su escaño como a un clavo ardiendo, se defiende como gato panza arriba y solo ha accedido a pedir la baja en el PP, tras casi 40 años de afiliación, pero no a dejar de ser senadora: pasará al Grupo Mixto, donde compartirá escaño con otros 16 senadores de Compromis, Bildu, nacionalistas catalanes y otros partidos.
La exalcaldesa ha venido a decir algo así como que «el escaño es mío», con otras palabras, y en eso tiene razón: el acta de diputado o senador corresponde a la persona que la ostenta y no a su partido. Pero si todavía le queda un poco de dignidad debería renunciar, para no hacer más daño del que ya ha hecho a su partido y para defenderse de las acusaciones sin estar en el ojo del huracán de la muy agitada vida política. Hay quien dice que terminará cediendo y se irá de la Cámara Alta, ya se verá.
Todos los concejales del PP en Valencia y medio centenar de personas vinculadas a este partido están siendo investigadas por un juez en este caso; Rita Barberá no lo estaba hasta ahora porque, debido a su condición de senadora, está aforada y solo puede ser investigada por el Tribunal Supremo.
IMPUTADOS MUCHOS EX CARGOS DEL PP
Además, los principales dirigentes del PP de la Comunidad Valenciana se han visto implicados en alguno de los muchos casos de corrupción que investigan los jueces: el expresidente autonómico Francisco Camps, dos exvicepresidentes, varios exconsejeros, los expresidentes de las tres Diputaciones Provinciales, algunos exalcaldes, concejales, responsables de organismos públicos y exaltos cargos; varios ya han sido juzgados y condenados.
Rita Barberá nunca ha sido acusada en ninguno de esos casos, aunque en algunos ha tenido que declarar como testigo. Pero en la investigación judicial sobre el presunto blanqueo de dinero para la campaña electoral municipal hay grabaciones telefónicas y declaraciones de otras personas que dicen que ella conocía estos hechos, acusación que la exalcaldesa siempre ha negado con toda rotundidad.
Tiene todo el derecho a negar las acusaciones y también tiene todo el derecho a la presunción de inocencia, como cualquier ciudadano. Pero con tantos indicios contra ella debería tener la decencia de dejar su escaño del Senado, porque ya no tiene la confianza de las Cortes valencianas que la nombraron para ese puesto y no representa ni a esa Cámara autonómica ni a la ciudadanía de esa comunidad. De momento, lo que ha hecho al no dimitir como senadora es un desafío al PP y a Mariano Rajoy. A ver cómo termina este duelo.