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viernes, 22 de noviembre de 2024
LA 'OPERACIÓN KITCHEN', UNA BOMBA QUE CASADO QUIERE EVITAR - 10 septiembre 2020
Agustín Yanel Agustín Yanel

El inicio del nuevo curso político, tras las breves vacaciones de un verano tan atípico como éste, ha sido una decepción para muchas personas. Lo que deseaban y esperaban quienes todavía confían en los políticos es que, en una situación tan excepcional como la que se vive en España por la pandemia del coronavirus, esa vuelta al trabajo parlamentario fuera menos bronca que como terminó en julio. Pero, una vez más, algunos dirigentes de partidos han vuelto a demostrar que van a lo suyo, a hablar de su libro y anteponen sus intereses personales y los de su partido por encima del interés general.

La primera sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados, el 9 de septiembre, ha sido como una repetición de la última antes de las vacaciones, el 22 julio: bronca y crispación, buenas dosis de demagogia y búsqueda de titulares con frases rebuscadas para salir en los medios de comunicación. Esa es la táctica que practican algunos políticos -unos más que otros, como siempre-, y así se ha visto también en la primera sesión celebrada en el Senado el día 8, cuando Pedro Sánchez acudió a explicar las gestiones realizadas por el Ejecutivo para combatir la pandemia y sus planes para los próximos meses.


La operación Kitchen, una bomba en las filas del PP

El clima político se ha visto aún más enturbiado por las últimas noticias sobre la investigación judicial sobre la llamada operación Kitchen, una auténtica bomba en las filas del PP aunque su presidente, Pablo Casado, intenta por todos los medios decir que eso es algo del pasado y sin ninguna relación con el partido actual.

La operación Kitchen, en resumen, consistió en lo siguiente: el que era ministro del Interior con Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, presuntamente permitió que unos cargos policiales pagaran con dinero público de los fondos reservados al chófer del extesorero del PPLuis Bárcenas, para que se apropiara de documentos que podrían probar la supuesta financiación ilegal del PP. El objetivo de tan escandalosa operación era que esa información no llegara al juez que investiga el caso. En otras palabras, un caso de espionaje oficial de Interior para beneficiar a un partido político.

La Fiscalía Anticorrupción ha pedido al juez que cite a declarar como imputados al exministro Jorge Fernández Díaz; a la que en esa época era secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, exministra de Defensa y expresidenta de Castilla-La Mancha, y a otras personas. Intentando separarse por completo de esas malas prácticas, Pablo Casado ha dicho que en aquellos años él era solo «un diputado del PP por Ávila».

Pero Pablo Casado no puede olvidar que ganó las elecciones primarias para suceder a Mariano Rajoy al frente del PP gracias a que María Dolores de Cospedal le apoyó, tras perder ambos las votaciones en la primera vuelta frente a Soraya Sáenz de Santamaría. Incluso en su partido hay quien dice ahora que él no puede hacer borrón y cuenta nueva de todo el pasado del PP, precisamente por ese apoyo de Cospedal a su victoria y porque se afilió en 2003 y ha tenido distintas responsabilidades desde 2005 y cargos públicos desde 2007.

La indiscreción de Pablo Iglesias

Por si eso fuera poco para enrarecer el clima político, el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ha vuelto a ser indiscreto y ha desvelado en una entrevista una discusión privada que mantuvo con Pedro Sánchez a raíz de la marcha a Arabia Saudí del rey emérito Juan Carlos I, lo que ha cabreado a los ministros socialistas; PP, Vox y Ciudadanos han criticado al presidente del Gobierno, porque ha dicho, en respuesta a una pregunta sobre la legislación penitenciaria, que «lamenta profundamente» el suicidio de un etarra en la cárcel; el curso escolar se reanuda sin que muchos profesores se hayan hecho aún las pruebas y otros no conozcan aún los resultados, también en Castilla-La Mancha…

En el año 1572, el religioso agustino Fray Luis de León impartía clases en la Universidad de Salamanca cuando fue detenido y encarcelado por un enfrentamiento entre agustinos y dominicos. Cuenta la tradición que cuatro años después, cuando volvió a esa Universidad tras ser juzgado y absuelto, comenzó su clase con la misma frase que solía pronunciar cada día a los alumnos, «decíamos ayer…», como si esos cuatro años en prisión no hubieran existido y se tratara solo de un mal sueño.

Durante varios siglos se han atribuido esas palabras a Fray Luis de León, aunque parece que él no las pronunció. Pero pueden servir para aplicarlas ahora al inicio del nuevo curso parlamentario, porque ha comenzado con la misma bronca y crispación con la que concluyeron las sesiones antes del verano; como si no hubieran transcurrido varias semanas desde la última sesión de julio. «Yo, cada vez que empiezan a hablar los políticos en la radio, cambio de emisora y pongo música«, ha comentado un taxista a quien firma esta columna. No sorprende que haga eso, y no es el único, pero algunos políticos parece que no se enteran… o no quieren enterarse porque creen que fomentando la crispación obtendrán mejores resultados electorales. Ya se verá.

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