Podemos ya es la primera fuerza política de España nos guste o no, sigamos mirando a la derecha o a la izquierda según el caso, situándonos en el centro o, si lo prefieren, desviando la mirada para ningún lado. Y lo dice una encuesta, sí, que no la ha realizado de parte ningún partido político para un medio de comunicación (tan al uso entre los grandes) y que depende de quién la valore puede ser una fotografía del momento o que no valga para nada porque al final la verdadera encuesta, nos dicen sondeo tras sondeo, es la que emite el ciudadano con su voto en la urna.
Efectivamente, pero hoy ya hay muchos acojonados o, si les gusta más el término, impresionados profundamente o estupefactos con Podemos (al margen de que la encuesta no valora todavía los tic de casta de los anticasta después de conocer los delirios universitario de Errejón) porque, aunque muchos sigan mirando para otro lado como si con ellos no fuera, son una realidad tan evidente que nadie debería pasarlos por alto.
A Podemos le han hecho crecer tanto el PP como el PSOE porque durante años y años han gobernado enseñándolos el culo a los ciudadanos y, aunque haya muchísimos políticos honrados (insisto, muchísimos) la pirámide de mando era y es de tal calibre que el refranero español es lo único listo que nos queda. Por eso “donde hay patrón no manda marinero” se ha llevado de tal forma en los dos partidos por antonomasia que, al final, mandan los de arriba y de ahí hasta el último mono de la compañía la gran mayoría se convierten en palmeros que tienen que creer en lo increíble si quieren seguir manteniendo poder y parné. Por lo que ellos también tienen gran culpa de lo que ha sucedido. ¿Cuántas veces habremos escuchado los periodistas críticas de los políticos de abajo hacia quienes deciden pero que luego, si hay que hacerlo público, ponen cara de casta y de lo que te he dicho ya no me acuerdo?
Porque de esos polvos han venido estos lodos. De ahí Podemos. No hay más misterio. El partido de los descontentos, los engañados, los sin techo, los parados, los hartos, los hasta los mismos porque al final los de siempre son lo mismo, los ya está bien, los…
Creado el monstruo y tras la sorpresa e incredulidad inicial, ahora viene el susto.
Porque se reafirman día a día y las urnas les legitiman.
Aunque pongan sobre la mesa las gravísimas carencias de esta democracia pero no den ni una solución lógica para atajarlas.
Qué país, como diría aquél.
cesardelrio@encastillalamancha.es