En su edición del domingo, y en el suplemento Mercados, el diario El Mundo desvelaba que los funcionarios de la troika, es decir, los del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, no solo gozan de sueldos muy por encima de la media de sus compatriotas, lo que ya sabíamos, sino que además ostentan privilegios laborales inimaginables e impracticables para el resto y que nada tienen que ver con sus recetas. Vamos, que lo de la coherencia y practicar con el ejemplo lo tienen más bien abandonado.
Compartirán conmigo que resulta, por lo menos chocante, que los que se pueden jubilar a los 55 o a los 50, con una pensión que echa para atrás a la mayoría, sean los mismos que hacen informes recomendando austeridad y que los demás trabajadores de Europa, sobre todo los de los países del Sur, ganen menos todavía, se jubilen más tarde, paguen más IVA y un largo etcétera de recortes. A la mayoría les resulta no ya chocante, sino indignante, que un grupo de funcionarios sin apenas contacto con la realidad y que todo lo fían a gráficos y papeles den lecciones de productividad.
Los partidos políticos que se han plegado a la austeridad versión austericidio de la troika han sido los más castigados por los electores. No porque los españoles no sepan que solo con sacrificios no se sale de esta crisis, sino porque son más conscientes todavía de que las penalidades no se reparten igualmente y de que sus gobernantes se someten, aunque sea a regañadientes, a las recetas de los que más privilegios tienen. La brecha social en España, la más grande de Europa, atestigua que la crisis no distribuye por igual sus consecuencias y ése es un dato que no podía ser irrelevante en las urnas. La clase media se siente abandonada y maltratada por sus partidos de siempre y les da la espalda con una fuerte abstención, con la fuga de algunos votos (más los socialistas) y ya veremos si algo más si se tapan los ojos y los oídos ante el primer aviso serio.
El fenómeno Podemos asusta, especialmente a los grandes partidos. Porque no contaban con ello, a ellos que les gusta prever, sino impedir, hasta la última pregunta. Pero bastaría con que los llamados ahora políticos tradicionales se dirigieran a sus votantes de tú a tú, con hechos y palabras, para recuperar al menos parte del terreno perdido.
Cuando los ciudadanos hablan lo que hay que hacer es escuchar y actuar en consecuencia, no regañarles y meterles miedo. Menos coche oficial, menos despacho, menos secretaria, menos jefe de prensa, menos poses en los papeles, menos mítines… En definitiva, más calle y más aire fresco.
A tenor de lo oído hasta la fecha a la mayoría de los dirigentes, el PP no parece haber escuchado la voz de las urnas. En el PSOE el ruido ha sido tan atronador que ha desencadenado un terremoto que tiene noqueadas a las viejas guardias, pidiendo estatutos donde los militantes quieren que se oiga su voz. El 25M ha tenido efecto en las filas socialistas, está por ver que le sepan hacer frente. Porque el PSOE tiene por delante un arduo camino que no acabará hasta que se hayan celebrado las primarias. Si resuelve acertadamente la dura travesía que le espera habrá parado la sangría y podrá aspirar a ir remontando.
El empeño de Alfredo Pérez Rubalcaba en permanecer sordo a las peticiones de renovación de su electorado debería ser una lección para Mariano Rajoy. Tarde o temprano le llegará la factura, incluso con recuperación, porque ésta es lenta, desigual y, me da, que los ciudadanos esperan hoy algo más que un empleo digno. Si sabe escuchar, la recuperación será el mejor punto de apoyo.
En su versión territorial y centrados en CLM, no creo que ninguno de los dos grandes partidos pueda cantar victoria. El PSOE porque ha perdido y debe entender que no puede estar ausente a la lección nacional, la falta de renovación en las caras que se ven y de un referente claro para todo el mundo. Si, además, no encuentran un mensaje certero que pare la sangría por la izquierda, pueden seguir cayendo.
El PP se las promete muy felices con sus 9 puntos de ventaja, pero un vistazo a la corta historia electoral de Castilla-La Mancha les daría motivos para la preocupación. El PP casi siempre saca menos apoyo en autonómicas que en europeas y en éstas se ha quedado en un 37 por 100, 11 puntos menos que en las autonómicas de 2011. El PSOE, por el contrario, casi siempre saca más porcentaje en autonómicas que en europeas, pero en éstas han perdido más que nunca, 15 puntos con respecto a 2011. Muevan ustedes esos 9 puntos de la diferencia del 25 de mayo en ambas direcciones y díganme si les sale para que estén tranquillos en algún lado.
No es al espejo del otro para ver que está aún peor donde deben mirar. Tan necesario le es renovar caras al PSOE como al PP cambiar el talante de gobierno en todos los niveles, cosa de la que algunos son muy conscientes en uno y otro partido.
Si alguien piensa que una ley electoral les va a resolver la papeleta, va listo, que diría Fernando Mora en su entrevista de hoy con encastilllalamancha.es.
Echen cuentas y tomen nota, señores.