Las cosas… y las cuentas claras
Un economista tiene que mojarse, coger los «prismáticos» y si lo que ve en el plano económico no le cuadra, tiene que decirlo en ese momento. Exponerlo después ya no arregla nada. También tenemos que hacer un esfuerzo para evitar que la esencia de la realidad económica (la lucha contra la escasez, la búsqueda del incremento de la productividad y la competitividad para estar en el mercado) no se desvirtúe por consignas o planteamientos de «cuento de hadas» muy alejados de la vida real.
Cuando hablo o escribo de economía y finanzas me gusta dejar claro mis planteamientos básicos. Me gusta la gente que va de cara. También es una muestra de respeto a mi interlocutor o lector:
1. La solidaridad que genera redistribución de riqueza tiene su origen en los creadores de empresas y en los ahorradores. El empleo, los impuestos y la financiación de proyectos tienen su origen en el ahorro y en las empresas. Han de ser en mi opinión, «especie protegida».
2. El invento clave para la organización de una sociedad y sus relaciones comerciales e industriales es el dinero tal y como lo entendemos hoy (basado en la confianza en un sistema monetario que garantice los intercambios). Monedas estables e instituciones fuertes que las respalden.
3. Un país, una empresa o cualquier administración tiene que estar dirigida por los mejores gestores. La meritocracia y el liderazgo como requisitos indispensables para dirigir o gobernar personas.
4. La economía tiene una relación profunda con otras disciplinas como la política, la sociología, la psicología, la filosofía o el derecho. Trata de personas buscando la mejor forma de organizarse; la relación con otras áreas ha de ser fluida y respetuosa.
5. La «soberbia de gasto» acaba generando insolvencia: gastar, no ya lo que no tienes sino lo que casi con toda seguridad no vas a ingresar en un futuro. Una persona o una empresa (sus accionistas) puede elegir gastar más o menos; es un asunto privado y entra en el ámbito de su libertad. En la administración pública, el problema y la decisión tomada nos repercute a todos.
Economía y pandemia. Reflexiones
1. Nos encontramos ante la paralización casi total de la oferta y la demanda de muchos bienes y servicios. Ese bloqueo de la conexión íntima entre ambas detiene la actividad económica. Las medidas (principalmente en un futuro) han de ser de reconstrucción de la oferta y estímulo de la demanda. De manera simultánea, de la mano una de la otra.
2. La Unión Europea se la juega en este envite. Sí, soy partidario de la puesta en marcha de eurobonos para la reconstrucción (inversiones estratégicas y tecnológicas en las que se fundamente el arranque de la oferta). Ahora bien, no me cuadran las diferencias de políticas económicas entre países: gasto político y salarios públicos diferentes; tendencia al endeudamiento más acusada en unos que en otros, o las distintas políticas sobre pensiones públicas en los estados europeos. Solidaridad de unos y de otros, mismo criterio de gasto y fiscal.
3. En lo referente al corto plazo e inmersos en la batalla sanitaria contra el virus: la cuestión no es financiar ahora los costes porque voy a aplazar el cobro de la venta de mis bienes. No, sencillamente las ventas y servicios no se van a producir, y por lo tanto no se van a cobrar. Poniendo un ejemplo concreto y pensando en muchos autónomos, veo muy necesario una rebaja de un % de su cuota a la seguridad social, facturen lo que facturen. Sería una medida de estímulo a muchos pequeños empresarios, «héroes» del tejido empresarial español.
4. Es el momento de que todos arrimemos el hombro: políticos, funcionarios, trabajadores por cuenta ajena, por cuenta propia y empresarios. En lo económico y en lo social. Sencillamente no podemos permitirnos ahora ni después mucho gasto político en la administración pública. Ministerios los justos, por ir al grano con un ejemplo concreto.
5. Cuando empecemos a ver la luz después de esta pesadilla, es muy posible que el consumo global sufra. Bien por el miedo que se genera después de una catástrofe, bien porque nuestros activos o ingresos han disminuido. En ese momento es cuando las políticas para estimular la demanda son importantes.
6. Llegado el momento en el que la situación se «normalice», hay un asunto bajo mi punto de vista absolutamente fundamental: la Administración en todos sus niveles (local, autonómico y estatal) tiene que dar facilidades o política de «cero trabas» cuando una persona (y estoy pensando sobre todo en los jóvenes) quiera poner en marcha un proyecto empresarial, por muy pequeño que sea. Impuestos y cotizaciones cero si no se factura; una cuota mínima a la seguridad social para jóvenes que se buscan la vida realizando varios trabajos (por horas y variados). En este último caso, muchos de ellos estarían encantados de regularizar su situación laboral en unas condiciones que no les dañase. Medidas concretas para generar alegría y dinamismo en la economía.
7. Por último, una mirada a la generación en el entorno de los 80 años: aprendamos de ellos, vivieron tiempos duros y complejos. Saben distinguir mejor el gasto superfluo del necesario y conocen por necesidad la importancia del ahorro.
Si quieres consultar más artículos del autor, entra en su blog: vicentedelrio.com