La secuencia de datos económicos que se refieren a España da vértigo, sobre todo cuando hablan del paro, de las famlias que no tienen ningún ingreso o de las que han sido desahuciadas de sus viviendas y obligadas a vivir en la calle.
Pero el relato de la situacion política y la valoración que de ella hacen los ciudadanos es aún peor. Sobre todo si se tiene en cuenta que los políticos son los que tienen que poner las bases para la salida de la crisis y la recuperación económica.
Leer los datos que Metroscopia le ha entregado a El País y que el diario publicaba el domingo 2 pone los pelos de punta. Resulta que Mariano Rajoy no inspira confianza al 85 por 100 de los españoles y a Alfredo Pérez Rubalcaba le pasa los mismo, pero con el 92 por 100.
¿Cómo es posible que los líderes de los dos grandes partidos españoles, los únicos con posibilidades reales de gobernar hoy por hoy, no convenzan a casi nadie?
Por si fuera poco José María Aznar le contaba a Victoria Prego en El Mundo que la gente capaz no se dedica a la política hoy en día. Vamos, que el talento se va por otros lares. Eso ya los sospechábamos todos y lo habíamos dico algunos, pero se nos acusaba de azuzar el descrédito de la clase política y con ello el debilitamiento de la democracia.
Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Quiénes son los culpables? ¿Qué futuro le espera a un país cuyos ciudadanos desconfían y suspenden a los políticos en el Gobierno y a los que aspiran a llegar a él les dan peor nota todavía?
Al PP le pierde el talante y al PSOE le hunde la falta de credibilidad.
El PP va camino de empatar con el PSOE en el déficit de credibilidad a base de dejar algunas de las peores noticias para después de cada proceso electoral, a guardarse lo peor para el BOE y a seguir impotentes la austeridad mortal que impone la UE como único camino y que provoca un reguero de parados cada mes y nuevas dosis de sufrimiento para casi toda la sociedad.
A sabiendas de que la austeridad solo ralentiza la salida de la crisis, el PP, como antes el PSOE, sigue sin conseguir un reparto equitativo de la crisis, de tal manera que las clases medias y bajas se siguen llevando la peor parte mientras que las capas altas y los culpables pasan de perfil por ella.
Fue José Luis Rodríguez Zapatero y no Rajoy quien nos condujo hasta aquí por su ceguera con la crisis. Pero el presidente del Gobierno había prometido sacarnos de otra manera y la explicación de la herencia se queda corta para hacer frente a algunos incumplimientos y a la manera de ejecutarlos.
Los dos grandes partidos han dejado escapar impunes a quienes nos metieron en este aguajero económico desde la política, las finanzas o los intereses empresariales que hicieron de vínculo entre una y otras.
Aquí no hay millonarios patriotas ni políticos autocríticos.
Claro que la sociedad les consintió todo mientras tenía suficiente en el bolsillo. Somos el país desarrollado más tolerante con la corrupción, con la falta de transparencia en los partidos políticos y las administraciones públicas y más entregado a la subvención y al gratis total. Y así no hay manera de llevar a España por el camino derecho.
Más vale que aprendamos la lección y que los que más tienen que perder cuando vienen mal dadas se acostumbren a ser los que más exigen a los responsables públicos.
Quizás así, valorando lo bien hecho y castigando lo que está mal, el talento del país vuelva a la política. Animo a los partidos políticos a seguir esta senda en vez de premiar a los mediocres por obedientes o por cualquier otro interés, ya sean éstos de sus filas o de la fuera.