Lo ha dicho Mariano Rajoy, el miércoles 26 de octubre, en el discurso que pronunció en el Congreso de los Diputados durante el debate para su investidura como presidente del Gobierno: se propone continuar con la misma política económica que ha aplicado durante los cuatro años últimos, porque considera que eso es imprescindible para mantener el crecimiento económico, pese a que toda la oposición la ha criticado y rechazado insistentemente.
Dice el presidente del Gobierno en funciones que para crear empleo es necesario «perseverar» en las mismas políticas que ha venido aplicando hasta ahora. Hay que deducir de ello que quiere mantener las mismas políticas que han abaratado el despido, esas que permiten a las empresas echar a la calle a cualquier trabajador con más facilidades que nunca y que han llevado a una situación increíble: en España hay miles de personas que trabajan y tienen un sueldo fijo, pero no pueden llegar a fin de mes porque se lo han reducido a unos niveles lamentables…
¿DIALOGAR O MANTENER LO YA HECHO?
Pero, al mismo tiempo, Rajoy ofrece diálogo a la oposición y se muestra dispuesto a «negociar cuanto sea necesario todas las decisiones». ¿En qué quedamos? ¿Acepta negociar cambios en todo lo que ha hecho su Gobierno durante cuatro años, incluida la reforma del mercado laboral que solo ha defendido el PP y que provocó una huelga general, o excluye esta última de esas negociaciones porque va a «perseverar» y mantener lo que ha hecho en ese terreno?
¿Está dispuesto a negociar la derogación o modificación sustancial de la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana -conocida como Ley Mordaza, porque limita derechos de la ciudadanía- o también quiere mantenerla? Y podrían continuar las preguntas sobre otros muchos temas.
Esas palabras de Mariano Rajoy son un aviso a navegantes en toda regla. Sabe que no tiene mayoría absoluta (137 diputados de los 350 del Congreso), pero también sabe que va a contar con el apoyo de Ciudadanos, el partido que es hermano ideológico del PP. Por mucho que Albert Rivera y otros dirigentes de la formación naranja quieran colgarse cada día una medalla cuando dicen que ellos han logrado los supuestos cambios que esperan de Rajoy y el PP, el presidente en funciones sabe que va a contar con los votos de esos 32 diputados para muchas decisiones, aunque no para todas.
NINGUNA AUTOCRÍTICA
No sorprende que Rajoy defienda las políticas que ha aplicado, porque eso es lo más lógico. Pero sí sorprende que en su discurso no haya hecho ninguna autocrítica, haya pasado de puntillas sobre el problema de la corrupción en su partido y haya prometido ahora hacer todo lo que no ha hecho durante el tiempo que ha estado en La Moncloa.
Rajoy va a ser investido presidente del Gobierno el sábado 29 de octubre y el domingo o el lunes dará a conocer los nombres de los nuevos ministros. Es de esperar que prescinda de buena parte de los actuales ministros, entre ellos los que más rechazo han provocado entre la ciudadanía y la oposición, pero tratándose de él nunca se sabe ni se puede vaticinar lo que hará.
El presidente en funciones ofrece ahora el diálogo y la negociación que no ha practicado durante su mandato. No lo hace porque de repente haya cambiado su manera de pensar, sino porque le obliga a ello la actual composición del Congreso y la pérdida de la mayoría absoluta que tenía el PP.
Los partidos de la oposición tienen en sus manos la posibilidad de que el diálogo, la negociación y la búsqueda del consenso sean, a partir de ahora, la nueva manera de hacer política frente a la imposición. Pero para ello tendrán que dejar a un lado sus problemas de partido, olvidarse de pelear para ver quién es el líder de la oposición y dedicarse a trabajar por la ciudadanía, que les ha puesto en su escaño para que lo hagan. Si a eso añaden algunos una buena dosis de humildad, mejor que mejor. Y los ciudadanos deberían estar vigilantes y exigentes, porque la situación ha cambiado.