Cualquier dirigente político que pierda más de dos millones y medio de votos en unas elecciones y baje de 24 a 16 diputados reconoce, porque los datos oficiales son los que son y no se pueden modificar, que ha sufrido un retroceso muy importante. Cualquiera, menos algunos del PP que se agarran como un clavo ardiendo a que han ganado al PSOE a pesar de ser el partido que más desgaste sufre porque está gobernando. Esto es cierto, pero no hace desaparecer de un plumazo su importante caída, como algunos tratan de hacer ver.
Mariano Rajoy sí ha reconocido los malos resultados, que achaca exclusivamente a los duros recortes que ha aprobado desde que llegó al Gobierno. Y ha tenido el sentido común de no salir la noche electoral al balcón de la sede central de su partido en Madrid, preparada para ello, a celebrar la amarga victoria.
LA DIMISIÓN DE RUBALCABA
El PSOE también ha sufrido una importantísima pérdida: ha tenido dos millones y medio menos de votos que en las elecciones europeas de 2009 y ha perdido nueve diputados. Sus máximos dirigentes lo han reconocido desde el primer momento y, como consecuencia, su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha convocado un congreso extraordinario en julio próximo para elegir una nueva dirección que trate de enderezar el entuerto y reconducir a un Partido Socialista que atraviesa por uno de los peores momentos de toda la democracia.
Izquierda Unida -en coalición con otras formaciones políticas que integran La Izquierda Plural- ha multiplicado por tres sus resultados y ha pasado de los dos diputados que tenía a seis y de poco más de medio millón de votos a más de millón y medio. UPyD también ha crecido considerablemente, al pasar de uno a cuatro diputados y más del millón de votos. La sorpresa la ha dado Podemos, un partido creado hace sólo cuatro meses que ha logrado cinco escaños y más de 1,2 millones de votos.
Se miren por donde se miren y se busquen las interpretaciones que cada uno quiera, esos son los datos. Indiscutibles. Y nadie debería intentar adornarlos para que parezcan menos graves de lo que son para el PP y el PSOE. Ni reducirlos a un mero problema de comunicación, porque esto es como pensar que los electores son tontos y se les puede dar gato por liebre si se logra ser más convincente al dirigirse a ellos.
Las recientes elecciones al Parlamento Europeo deberían ser analizadas con mucha seriedad por todos los partidos, pero especialmente por el PP y el PSOE. Ambos deben preguntarse por qué motivos les han dado la espalda más de cinco millones de electores y qué tienen que hacer para recuperar la confianza en ellos.
EL DESGASTE DEL QUE GOBIERNA
Una de las razones del castigo al PP es que, como partido que gobierna, ha aplicado recortes y ha adoptado medidas muy duras para la ciudadanía, algo que siempre desgasta a quien lo hace. Pero basta con hablar con votantes del PP para percatarse de que esa no ha sido la única causa de su pérdida de votos: es que, además, el Gobierno de Rajoy no ha cumplido su programa electoral, ha subido impuestos en contra de lo que prometió, no ha creado los puestos de trabajo que anunció, ha abaratado el despido, ha disminuido el número de profesores, ha reducido las becas, ha incrementado escandalosamente los precios de las matrículas universitarias, ha deteriorado la sanidad pública… Todo lo ha justificado repitiendo que España estaba tan mal que era necesario hacer eso y mucho más.
No es un simple problema de comunicación y no se resuelve solo con explicar mejor a los ciudadanos lo que está haciendo el Gobierno, sino por el camino contrario: cumpliendo lo prometido, no adoptando determinadas medidas porque las imponga la canciller alemana y Bruselas, combatiendo con toda firmeza la corrupción y rectificando en lo que sea necesario. Lo de la mala situación en la que estaba España cuando llegó el PP, la famosa herencia recibida, pudo servirles en un primer momento, pero ya no vale porque Rajoy lleva dos años y medio al frente del Ejecutivo.
Y mientras el PP y el PSOE intentan reponerse de la bofetada que les han dado los electores en las elecciones del 25 de mayo, donde ambos han sufrido un batacazo histórico, el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos dice que una de cada cuatro personas residentes en España y uno de cada tres menores de 16 años viven en riesgo de ser pobres o de quedar excluidos de la sociedad.
¿MENOS SALARIOS Y MÁS IMPUESTOS?
Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pedido al Gobierno español que abarate todavía más el despido -que un empresario pueda prescindir de cualquier trabajador indemnizándole solamente con 12 días de salario por cada año trabajado, con un máximo de un año de salario-, que suba algunos impuestos y el IVA del 10 al 21 por 100 en varios productos…
Si Mariano Rajoy se niega a aceptar las recomendaciones del FMI que perjudiquen todavía más a los ciudadanos y sólo pone en marcha las que contribuyan a mejorar la economía y a crear empleo, acertará. Si vuelve a plegarse a las directrices de Europa, los electores volverán a castigarle en las urnas. Y también seguirán castigando al PSOE si este partido se empeña en demostrar que se preocupa más por sus problemas internos y peleas de poder entre sus dirigentes que por esos ciudadanos que, según el INE, viven al borde de quedar excluidos de la sociedad a la que un día muchos de ellos contribuyeron con su trabajo y sus impuestos.