Con la situación política que se está viviendo en España, y que sufren los ciudadanos, hay que tener mucha cara dura para querer aprovecharse de la debilidad y grave crisis por la que atraviesa el PSOE y exigirle que conceda un cheque en blanco al PP si quiere evitar la convocatoria de nuevas elecciones. Algunos dirigentes del Partido Popular han demostrado que tienen suficiente cara dura -al menos, en este asunto-, que quieren utilizar esa debilidad de los socialistas a su favor de manera partidista y que pretenden chantajear al PSOE.
Una vez que el socialista Pedro Sánchez ha sido defenestrado por sus compañeros tras un bochornoso espectáculo, el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, ha anunciado la nueva postura de su partido con el PSOE. Ya no les basta con que algunos diputados socialistas opten por una «abstención técnica» en un debate de investidura de Mariano Rajoy, para que pueda seguir de presidente. «Que cualquier abstención no sea una cuestión solo estratégica, sino una abstención que sea útil para los ciudadanos», ha dicho. «Y la utilidad no consiste en que haya un Gobierno que dure un día, sino un Gobierno que pueda gobernar», ha concretado.
UN CHEQUE EN BLANCO
En otras palabras: de repente, sin que haya cambiado nada en el panorama político salvo la obligada dimisión de Pedro Sánchez, el PP exige al PSOE no sólo que se abstenga sino que apruebe los próximos Presupuestos Generales del Estado y otras leyes, para dar «estabilidad» al Gobierno durante toda la legislatura. Es como pedir a los socialistas que en los próximos cuatro años no desempeñen su trabajo de oposición y se comporten de manera sumisa frente al Gobierno y al grupo parlamentario del PP, apoyando todos los recortes y propuestas que presenten. Lamentable.
Eso se llama pedir un cheque en blanco a los socialistas. Y, al pedirlo, el PP olvida que en las últimas elecciones generales, aunque fue el partido más votado, solo obtuvo 137 de los 350 diputados del Congreso, lo que le obliga a gobernar pactando todas las leyes con otras fuerzas políticas y no a golpe de decreto ley, como ha hecho en muchas ocasiones durante los últimos años, cuando sacó adelante importantes normas solo con los votos de sus diputados y con los demás partidos unánimemente en contra.
El PP ganó las elecciones, sí, pero no está en condiciones de exigir nada a la oposición para seguir en el Gobierno. Debería dialogar y ofrecer medidas concretas para pactar. Resulta vergonzoso que planteen exigencias a los socialistas para seguir en el Gobierno al mismo tiempo que toda la ciudadanía está viendo a numerosos ex dirigentes y ex cargos del partido de Rajoy que comparecen ante los tribunales acusados de graves delitos o para declarar como testigos.
EL PP, UN PARTIDO EN EL BANQUILLO
En la Audiencia Nacional se juzga estos días el escándalo de las tarjetas en negro que se daban a los directivos de Caja Madrid (después Bankia), para que gastaran elevadas cantidades sin justificarlo, además de su sueldo y otra tarjeta que recibían para gastos de representación. Entre los 65 acusados están el ex presidente de esa entidad, Miguel Blesa, hombre de confianza de Esperanza Aguirre; el también ex presidente Rodrigo Rato, ex vicepresidente del Gobierno, ex director general del Fondo Monetario Internacional y en su día el hombre fuerte del PP, que estuvo a punto de suceder a José María Aznar como candidato a presidente del Gobierno; y los ex consejeros y ex directivos, entre ellos varios que fueron designados para ocupar ese cargo por los partidos y los sindicatos mayoritarios.
Al mismo tiempo, en otra sala de ese tribunal se está celebrando el primer juicio de los ocho sumarios de la trama de corrupción del llamado caso Gürtel. Entre los 37 acusados están los ex tesoreros del PP Luis Bárcenas y Ángel Sanchís; varios ex alcaldes y ex concejales de ese partido y un ex consejero del Gobierno de Madrid cuando lo presidía Esperanza Aguirre, y unos cuantos empresarios. Por la sala desfilarán, entre los 300 despidos, cinco ex ministros y dirigentes del PP: Francisco Álvarez Cascos, Ángel Acebes, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y Javier Arenas, y también Aguirre.
La ex ministra Ana Mato figura en este pleito como «partícipe a título lucrativo», porque presuntamente se benefició de regalos y viajes por valor de más de 36.000 euros que pagó Francisco Correa a su ex marido, el acusado Luis Sepúlveda, a cambio de que le concediera diversos contratos. Ella, según el juez, no conocía el origen ilícito de ese dinero y por eso no está acusada de ningún delito ni tiene obligación de asistir al juicio.
Horas después de las declaraciones de Rafael Hernando y otras en el mismo sentido del ministro Jorge Fernández Díaz, el presidente del Gobierno en funciones salió al paso y afirmó que él hablará con el PSOE sin poner ninguna condición. Un poco de sensatez no viene mal.
CIS: LOS POLÍTICOS, UN SERIO PROBLEMA
En la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), realizada en septiembre, los políticos y los partidos son considerados el tercer problema más importante de España, después del paro y la corrupción. La falta de Gobierno desde hace casi 10 meses figura en quinto lugar de la lista, por encima de la sanidad y la educación. Los políticos deberían tenerlo en cuenta.
El PSOE se encuentra en una encrucijada y haga lo que haga le supondrá un coste: si opta por la abstención y permite la investidura de Rajoy, será malo para los socialistas; si vota en contra y hay nuevas elecciones, también será malo. Les toca analizar y decidir, y con prisas porque el plazo termina el 31 de octubre, lo mejor para la ciudadanía. En ello está la comisión gestora que ahora dirige el partido.
En el PP están convencidos de que en unas nuevas elecciones volverían a mejorar sus resultados y lograrían más votos y más escaños, porque es lo que vaticinan todas las encuestas. Si plantean al PSOE exigencias que no podrá aceptar estarán caminando hacia otras elecciones. Pero, cuidado, porque ya se ha visto que las encuestas también se equivocan.