A veces, los políticos adoptan decisiones que la ciudadanía no comprende porque no encuentra motivos suficientes para ellas. El Congreso de los Diputados ha aprobado uno de esos acuerdos poco comprensibles y que sorprenden a casi todos: ha decidido que este año no convocará las tradicionales jornadas de puertas abiertas, que en vísperas del Día de la Constitución -6 de diciembre- llevan al palacio de la madrileña carrera de San Jerónimo a miles de personas.
Desde 1997 hasta ahora, entre 15.000 y 26.000 personas han visitado cada año el Congreso en esas jornadas de puertas abiertas, en una iniciativa que se repite por su buena acogida. Este año no podrán hacerlo.
La Mesa del Congreso, el órgano que gobierna la Cámara Baja del Parlamento, ha decidido que el próximo mes no abrirá sus puertas a la ciudadanía porque hay que realizar unas obras para sustituir las cubiertas de los patios del palacio y otros arreglos. Para ello, el edificio ha sido rodeado por vallas, incluida la conocida escalitana con los dos leones de bronce que es por donde entran los visitantes en esas jornadas.
UNA EXCUSA POCO CREÍBLE
La Mesa –en la que tiene mayoría el PP, cinco de nueve miembros- ha alegado esas obras para justificar su sorprendente decisión, pero casi nadie se lo cree. El PSOE, Izquierda Unida y otros grupos sospechan que los mandamases de la Cámara Baja han adoptado este acuerdo porque temen que algunos ciudadanos, de los miles que se han movilizado durante los últimos meses en movimientos como la «Plataforma 25-S» o «Rodea el Congreso», hartos de recortes y de medidas que les perjudican cada vez más, quizá intentaría aprovechar esos días para entrar en el edificio, al que la Policía les ha impedido acercarse siempre que lo han pretendido, y montar algún «numerito».
Y, claro está, como quedaría muy mal no permitir la entrada de los ciudadanos pero sí la de los políticos y las personalidades que acuden cada 6 de diciembre a la tradicional recepción oficial conmemorativa de la Constitución, la Mesa también ha acordado que este acto se celebre en el Senado.
Pero sus señorías deberían saber que los problemas no se resuelven ignorando que existen ni mirando para otro lado o lanzando la pelota hacia otro lugar; en este caso al Senado. La indignación existe y se está manifestando casi a diario en concentraciones, encierros, manifestaciones y todo tipo de protestas.
LOS POLÍTICOS, ALEJADOS DE SUS REPRESENTADOS
Flaco favor ha hecho la Mesa del Congreso a la clase política. En un momento en que la ciudadanía está cada vez más alejada de los políticos, cuando es cada vez más difícil encontrar a alguien que hable bien de ellos y cuando llevan mucho tiempo siendo considerados el tercer problema más importante de España, después del desempleo y de los asuntos de tipo económico, según las encuenstas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), lo que deberían hacer los diputados es acercarse más a los ciudadanos, a los que legítimamente representan, y no blindarse en el Congreso para evitar alguna hipotética protesta de visitantes de la Cámara.
Hay que decir, en honor a la verdad, que varios grupos de la izquierda parlamentaria han criticado esa decisión precisamente porque contribuye a alejarlos de la ciudadanía.
En otras ocasiones, la última hace tres años, las jornadas de puertas abiertas se celebraron con un Congreso rodeado por obras y no pasó nada. Además, la empresa Dragados, que va a realizar los trabajos, ha explicado que los llevará a cabo dejando libre la zona de acceso al público.
¿No podía el Congreso haber permitido que los ciudadanos entraran este año por otro lugar, en vez de hacerlo por la escalinata de los leones? ¿No podían esperar dos semanas más para iniciar unas obras que fueron adjudicadas hace varios meses y empezarlas al día siguiente de la Constitución? Si temen algún «numerito» de ciudadanos indignados, ¿creen que estos no lo intentarán en el Senado?
La vicepresidenta primera del Congreso, Celia Villalobos (PP), fue más lejos y pretendía que, durante los siete meses que van a durar las obras, en las tribunas del Hemiciclo no se permitiera el acceso del público, que habitualmente acude a presenciar los Plenos tras solicitarlo y acreditarse convenientemente.
Afortunadamente, la sensatez del presidente de la Cámara, Jesús Posada, se impuso frente a esa descabellada propuesta y quien lo desee podrá seguir acudiendo a ver en directo los debates de sus señorías.
Y EN CASTILLA-LA MANCHA…
El Gobierno y la oposición, ya sean los de la nación o los de una comunidad autónoma, pueden criticarse mutuamente, incluso están obligados a hacerlo, porque es una de las características de la democracia; pero hay que pedirles que lo hagan sin insultos ni exabruptos.
A muchos les ha sorprendido que alguien como Emiliano García-Page, secretario genral del PSOE de Castilla-La Mancha y alcalde de Toledo, haya dicho que unas declaraciones del consejero de Presidencia y portavoz del Ejecutivo regional, Leandro Esteban, son propias de un «limpialetrinas». Tenga o no tenga razones para su crítica, se ha pasado bastante de la raya.