Así se referían en Sevilla los castellano-manchegos a lo que acababan de escuchar y vivir. «El Cospedalazo» es la expresión que mejor define lo ocurrido, decían, tras conocer cómo quedaba el nuevo Comité Ejecutivo en el Congreso Nacional del PP celebrado en la capital andaluza. El cuadro de mandos definitivo del Partido Popular más poderoso de su historia y el partido con más poder institucional de la democracia española habla castellano-manchego.
Ya estaba claro que la escudería tenía un solo patrón, Mariano Rajoy. Y Sevilla ha dejado claro que solo hay un piloto, María Dolores de Cospedal. No hay copiloto, ni siquiera piloto de reserva. La Vicesecretaría de Javier Arenas no creo que pueda considerarse realmente un contrapoder, como ha analizado parte de la prensa. El único contrapoder que tiene Cospedal en el universo de Rajoy está en el Gobierno de España, se llama Soraya Sáenz de Santamaría y es su vicepresidenta.
Rajoy ha optado por la bicefalia debajo de su trono. Pero a nadie se le escapa que la ventaja operativa de cara al futuro está en quién controle el partido. Y ésa es Cospedal. Las carreras a largo plazo siempre las ganan los del partido.
Cospedal le ha sacado a Rajoy un Comité Ejecutivo en el que gana posiciones muy importantes para afrontar el presente al quedarse como dueña y señora del PP; pero también coloca piezas clave para sus intenciones a medio y largo plazo. Por si, como dicen que tiene en la cabeza, juega la baza de suceder a Rajoy para convertirse un día en presidenta de España.
Cuantitativa y cualitativamente, la presidenta de Castilla-La Mancha controla el PP español. Por el número de piezas enteramente suyas y por los puestos donde las ha colocado ejercerá también una gran influencia sobre los mensajes que respalde el partido y la línea a seguir en áreas sustanciales de la política del Gobierno, como Sanidad o Agricultura, donde ha colocado a dos de sus consejeros: Ignacio Echániz y Marisa Soriano.
Eso para el presente.
Porque para ir poniendo las piezas del futuro está la tarea que le ha encomendado a su hombre de confianza en Castilla-La Mancha, Vicente Tirado, a quien ha puesto al frente de la Secretaría de Política Electoral. Para que no se le escapen las estrategias o las listas que el PP presente en cada convocatoria, ya sea municipal, autonómica, europea o nacional. Otra de las suyas, María Jesús Bonilla, es la secretaria del Comité Electoral y su amiga Alicia Sánchez Camacho, la presidenta de ese órgano.
El poder interno acumulado y el golpe de autoridad dado en Sevilla convierten a la secretaria general en la única que sale a escena en el PP, ya que ha reservado las funciones de portavoz del partido.
Todo ello, además, tendrá consecuencias sobre su tarea de presidenta de Castilla-La Mancha.
A nadie se le escapa que la buena noticia es que su ascendente sobre el presidente del Gobierno y del PP puede ser imprescindible y definitiva para conseguir del Consejo de Ministros algunas decisiones o ayudas extraordinarias para la región de España que más cerca está del abismo.
La mala noticia, si se produjera, es que las ocupaciones de Cospedal y de algunos miembros de su equipo conlleven restar dedicación a sus ocupaciones en Castilla-La Mancha, un extremo que en el PP niegan tajantemente, pero que en la comunidad cunde con preocupación.
De momento, seamos optimistas.