La que lió el prelado Charamsa tras su salida del armario, tan pública y televisada que se abrieron de par en par las ventanas del Vaticano para que corriera el aire, las entrañas de la Iglesia católica se removieron de tal forma que ni el Papa, tan calmado en estos asuntos tan veniales, aún no se ha repuesto del cataclismo mediático que se ha montado.
Ya dijo Francisco, estando en las alturas terrenales (volaba en avión) y no en las divinas, que quién era él para juzgar a los homosexuales, lo que provocó entonces la mueca de satisfacción de millones de personas y la reserva (ya las pagarás, pensarían) de los más acérrimos defensores del espíritu de las Cruzadas. Quizás no recordó en ese momento que una decisión canónica que se adoptó en 2008 impide a los homosexuales ser curas. Lo que no dice, quizás, es que ese mismo impedimento lo tengan los curas que quieran ser homosexuales.
He ahí el quid.
Todos iguales ante los ojos de Dios. Mujeres, hombres y viceversa. Tan viceversa al cuadrado o al cubo que también se deberían incluir a las mujeres que aman a las mujeres y a los hombres que hacen lo mismo con los hombres. ¿Cómo se nos puede tratan de inculcar, a estas alturas de la historia, que éstos y aquéllas son enfermos o están adoctrinados por el mismísimo Diabolo? Ni vicio ni pecado, por Dios. Condición humana sin más, miren más allá de sus propias sombras.
Charamsa anunció su homosexualidad y cuando lo hizo se encontraba en estado de éxtasis. Divino, supongo. Porque no era un cura cualquiera, aunque todos lo sean. No, no… Charamsa era un miembro destacadísimo de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Digo era porque seguro que ya ha dejado de serlo. Presentó a su novio al mundo y lo hizo con una descarga moral como no había vivido nunca. Dijo que era no solo para liberar su alma, sino para abrir la conciencia de la Iglesia, tan pacata y rácana cuando no les interesa.
Todos somos hijos de Dios, nos enseñaron en el colegio. Los homosexuales también. Déjense de paparruchadas y aclaren sus mentes. Que parece que vivimos en un siglo que no conocimos.
@CesardelRioPolo
cesardelrio@encastillalamancha.es