La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, tiene un curioso sentido del patriotismo. Lo mismo que hacen Alberto Núñez Feijóo y otros dirigentes del Partido Popular, ella aprovecha cada vez que tiene ocasión en el extranjero para poner a caldo al Gobierno de su país y para despotricar contra el presidente, Pedro Sánchez. En vez de formular sus críticas en España y apoyadas en argumentos serios, lo hace en sus viajes a otros países con una frivolidad impropia de quien ocupa ese cargo.
Ganar por mayoría absoluta las elecciones en una comunidad autónoma -como Díaz Ayuso en mayo de 2023- no garantiza que quien lo consigue vaya a realizar una gestión de gobierno eficaz. Y tampoco garantiza que vaya a desempeñar su cargo con la ejemplaridad y prudencia que debería caracterizar a cualquier gobernante. Esto último lo acaba de demostrar ella, una vez más.
El último ejemplo de ese falso patriotismo y frivolidad de la presidenta madrileña son las declaraciones que ha realizado el 6 de marzo en el congreso que el Partido Popular Europeo (PPE) ha celebrado en Bucarest, capital de Rumanía.
Críticas en Rumanía al Gobierno de España
Díaz Ayuso participó en una mesa de debate, con otros dirigentes de partidos conservadores europeos, para hablar de lo que pueden aportar los pueblos, las ciudades y las regiones en la Unión Europea ante las próximas elecciones de junio. Pero dedicó buena parte de su intervención a poner a caldo al Gobierno de España, que también es el suyo, y a Pedro Sánchez, demostrando así que no le importa si perjudica a su país al dañar la imagen que tiene en Europa.
Criticó el proyecto de ley de amnistía que actualmente tramita el Congreso de los Diputados -tiene todo el derecho a estar en contra, como muchos ciudadanos- y se atrevió a decir que el Gobierno va a amnistiar a «personas que han estado aliadas con Putin». Ningún juez o tribunal ha confirmado esa acusación, pero ella se situó en el papel de jueza y sentenció que eso ha ocurrido.
Tampoco se ha probado, porque aún no ha habido juicio, que en el escándalo de corrupción de caso Koldo -que el PP ha bautizado como caso Sánchez- se hayan utilizado fondos europeos para pagar mascarillas durante la pandemia de la COVID-19. Pero Díaz Ayuso lo dio por hecho, sin ruborizarse.
Críticas sin pruebas a la presidenta del Congreso
Con esa misma frivolidad se refirió a la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol. Su nombre no aparece en el sumario de ese caso, pero Díaz Ayuso no dudó en afirmar que «han permitido que la tercera autoridad del Estado, la que está pergeñando todo esto, sea una de las involucradas».
Tras lanzar todas esas acusaciones, que nada tienen que ver con lo que iban a tratar en ese debate, la presidenta de la Comunidad de Madrid hizo la siguiente petición al PPE: «Pido al Partido Popular Europeo que no haya compadreo con ninguno de ellos, con Pedro Sánchez». «De eso estamos hablando en España, no se le puede blanquear nunca más».
Díaz Ayuso lanzó esas críticas delante de los máximos responsables de los partidos conservadores de varios países europeos y de Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, cuyas buenas relaciones con Pedro Sánchez son bien conocidas. Dicho con otras palabras: lo que la presidenta madrileña pide en Europa se traduce en que quiere que empeoren esas buenas relaciones con el presidente del Gobierno de España. Increíble, pero cierto.
Hay que repetirlo, una vez más. Cualquier cargo público y cualquier persona dedicada a la política, como la ciudadanía, tiene todo el derecho a criticar al Gobierno; incluso eso forma parte de su tarea desde la oposición. Pero debe ser una crítica fundamentada. Y tratándose de quien preside un gobierno autonómico, que es quien representa al Estado español en su comunidad, resulta sorprendente que lance esas críticas cada vez que viaja al extranjero. Pero, ¡ay!, los intereses partidarios son más importantes para algunos cargos públicos que el interés general de su país y de la ciudadanía.