El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, la ha vuelto a liar. Durante la homilía del Corpus Christi, ha afirmado que las vacunas contra el coronavirus se fabrican «con células de fetos abortados» y ha provocado otra de sus frecuentes polémicas. Si hubiera reflexionado, antes de decir semejante disparate, o hubiera preguntado habría sabido que esa estrafalaria teoría no tiene ningún fundamento científico y ya fue desmentida hace tiempo. Por respeto a los católicos, que lo merecen como cualquier religión, debería pensar más lo que va a decir en sus homilías y evitar polémicas innecesarias.
Esa teoría sin pruebas de que para fabricar vacunas se emplean células de fetos abortados la utilizan desde hace tiempo quienes apoyan el movimiento antivacunas, que también sostienen -sin ninguna base científica y en contra de todos los especialistas y organismos internacionales relacionados con la salud- que vacunarse puede provocar autismo. Ahí queda eso.
Mientras científicos de todo el mundo investigan para conseguir lo antes posible una vacuna contra el coronavirus, monseñor Cañizares no da ningún crédito a esos trabajos y los atribuye al demonio. «El demonio existe en plena pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas y curaciones», ha dicho. De esas palabras hay que deducir que el demonio no ha podido frenar el avance de la ciencia cuando, a lo largo de la Historia, se han conseguido tantas vacunas para salvar vidas. ¿Acaso el arzobispo de Valencia no puede transmitir a sus feligreses la palabra de Dios sin meterles miedo con teorías falsas?
El Anticristo, el multimillonario Bill Gates y el magnate George Soros
Pero el actual arzobispo de Valencia, antes cardenal primado de España en Toledo, no ha sido el único en desvariar en los últimos días al hablar de algo tan serio y trágico como la pandemia que ha provocado el coronavirus. El empresario José Luis Mendoza, presidente de la Universidad Católica de Murcia, ha dicho que el coronavirus es obra del Anticristo, que aparece en cada generación, y de «aquellos que le sirven, con gran poder, queriendo usurpar el nombre de Dios». Citó a Bill Gates, el multimillonario estadounidense fundador de Microsoft, y al magnate George Soros.
Este empresario murciano está pendiente de ser juzgado por un supuesto delito urbanístico, por haber construido algunos edificios de la universidad que preside sin licencia de obras municipal y sin los informes que eran necesarios por estar situados en el entorno del Monasterio de los Jerónimos, declarado bien de interés cultural. Y, como monseñor Cañizares, también ha provocado diversas polémicas por sus declaraciones públicas sobre la homosexualidad o la eutanasia.
Ahora, además de decir que el coronavirus es obra del Anticristo, el empresario Mendoza se ha atrevido a hablar sobre la futura vacuna diciendo este disparate científico: «Quieren también controlarnos, cuando se encuentre la vacuna, con un chip a cada uno de nosotros para controlar nuestra libertad. ¡Pero qué se han creído, esclavos y servidores de Satanás! No les tengáis miedo». Y se habrá quedado muy satisfecho con ese discurso.
El cantante Miguel Bosé parece dispuesto a demostrar que, además de cantar, es un especialista en tecnologías de última generación y en el coronavirus. Sin pensarlo dos veces, no ha dudado en decir que la implantación de la tecnología inalámbrica 5G que se está haciendo en todos los países tiene relación con el coronavirus.
Miguel Bosé dice que el coronavirus es una «gran mentira»
Posteriormente dijo que el coronavirus «es la gran mentira de los gobiernos», como bien saben Suiza y los países nórdicos. Como único argumento para defender esa afirmación difundió un vídeo, grabado el 1 de junio en Ginebra (Suiza), en el que se ve a ciudadanos en un parque y en terrazas, sin respetar en todos los casos la distancia de seguridad y muchos de ellos sin mascarilla. Pero olvidó que el Gobierno suizo había decidido que en junio flexibilizaría las medidas sanitarias, por la relativamente escasa incidencia de la pandemia en ese país.
El escritor y militar romano Plinio el Viejo cuenta que, en el siglo IV antes de Cristo en la antigua Grecia, un zapatero hizo un comentario a un pintor sobre la sandalia que estaba pintando en un cuadro y el artista la rectificó. El zapatero continuó haciendo observaciones sobre la obra y el pintor, harto de escucharle, le pidió que opinara sólo sobre aquello de lo que entendía: los zapatos.
Monseñor Cañizares, el empresario José Luis Mendoza, el cantante Miguel Bosé y tantos repentinos especialistas en epidemiología como han surgido últimamente -pese a no haber estudiado nunca esta materia- deberían aplicarse el consejo de ese pintor griego, que ha pasado a la historia en el conocido refrán de «zapatero a tus zapatos». O, si lo prefieren, ese otro de «con las cosas de comer no se juega». Con la pandemia del coronavirus, que ya ha provocado en España 28.000 muertos y 250.000 contagiados, no se debe jugar. Ni siquiera en nombre de Dios, que seguro que no se opondrá a que sus hijos los humanos encuentren una vacuna para salvar vidas.