Hoy ha sido el primer Día de Castilla-La Mancha para María Dolores de Cospedal como presidenta, el sexto en su bagaje particular. No podía ser un acto más, no solo por el orden preminente que ocupa en su mandato y el que tendrá en su memoria, sino también por el momento en el que tiene lugar, con España mirando de frente al abismo. Además, tenía que marcar una diferencia de estilo con los desarrollados por el PSOE en general y por la etapa de José María Barreda en particular.
Un acto digno, sobrio, austero sin caer en lo cutre, sin ápice de cartónpiedra y con varios minutos que todos vivimos con el nudo en la garganta. Fue el tiempo que duraron los aplausos que todos los invitados puestos en pie otorgaron a los familiares de las víctimas del incendio de Guadalajara, Medalla de Oro de Castilla-La Mancha, que aguantaron con lágrimas en los ojos, pero con emoción contenida la espontánea demostración de reconocimiento y sentimiendo brindado a sus «héroes».
No podía ser y no era un acto más y la presidenta no lo ha tratado de cualquier manera. Ha estado en los detalles, ha elegido el sitio, el hermosísimo palacio del Infantado en Guadalajara y ha «sugerido» las dos principales distinciones, la Medalla de Oro a las familias de las víctinas del incendio (Riba de Saelices, julio 2005) y la concesión del título de Hija Predilecta a Mari Carmen, la de doña Rogelia, la sirvienta manchega que hizo universal el pueblo de Bienservida.
¡SI HACE CALOR… PUES ABANICOS!
Cospedal impone que los actos institucionales y los del partido, si puede ser, se celebren en los lugares del rico pero aún muy desconocido patrimonio histórico-artístico castellano-manchego. ¿Y si hacer calor, presidenta? ¡Pues… Abanicos! Y, ¿si llueve? ¿Por qué no nos vamos al teatro Buero Vallejo? ¡Ni hablar! Más o menos así debió ser la conversación previa a la decisión del sitio.
El Día de Castilla-La Mancha tuvo un formato nuevo, menos discursos y un extra. Con anterioridad al acto y como cualquier otro jueves del año, se reunió el Consejo de Gobierno para para aprobar el desarrollo de la ley de emprendedores, una emergencia por la que clamaban pymes y autónomos. Habrá ayudas hasta agotar algo más de 4 millones de euros y otra partida para que las autónomas embarazadas puedan contratar trabajadores que las sustituyan a patir del octavo mes de gestación.
El primer Día de Cospedal fue también el de la primera alegría presupuestaria que se permite en su primer año de Gobierno.
LA CONFIRMACIÓN DE LA «NEOLIBERAL» COSPEDAL
Con esa sensación salió la delegación socialisa que asitió al Día de Castilla-La Mancha, encabezada por Emiliano García-Page. El PSOE entró en el palacio del Infantado con una preocupación y salió con otra.
La Medalla de Oro a las famlias de las víctimas del incendio de Guadalajara les pareció que era forzar el drama, aunque optaron por no armar ruido. En la fecha del incendio Page era un «perseguido» dentro del Gobierno regional, pero al quinto día de la tragedia le rescataron a la primera línea. Misión: dar la cara al frente de la Oficina de Atención a las Familias de las Víctimas, indignadas con el Gobierno Barreda que fue un auténtico desastre en la gestión de aquella crisis, además de los abucheos que se llevó el presidente cuando visitó la zona.
Pues bien, los socialistas temían que en representación de los condecorados hablara uno de los familiares y las cosas les resultaran demasiado incómodas. No fue así. El Gobierno no quiso jugar con fuego. Y acertó.
Despejada esta incógnita, para los hombres de Page «lo más duro» fue el discurso de Cospedal, que entienden como la confirmación de su entrega al credo del neoliberalismo económico. Las palabras de la presidenta les sonaron a certificado de defunción del sector público castellano-manchego como locomotara de la economía regional o como uno de sus vagones de cabecera.
BONO NO ESTÁ, PERO SIGUE ESTANDO
Otro nombre propio de la jornada fue José Bono, que no está en la política de primera línea, pero sigue estando. Veintiún años de presidente de Castilla-La Mancha dan para tener un sitio propio siempre y suficiente oficio como para saber que, aunque ya no esté, sigue estando y hoy tenía que estar. Así que, estuvo.
Bono nunca será un expresidente más, el tiempo mejora su recuerdo y el respeto que sigue inspirando su estilo de gobierno. Aún hoy, ocho años después de su marcha, no es extraño oír cuando algo gordo falla o se complica eso de «Bono, tendría lo que tuviese, pero esto no se le habría escapado». La frase vale lo mismo para hablar de CCM, que del grave endeudamiento de la región o de las medidas de recortes que se aplican como único remedio para contener y pagar la deuda.
Bono sabe cuál es su sitio y cómo está la región y utilizó las entrevistas que le pedían los periodistas para desear que las cosas le salgan bien al Gobierno Cospedal. No se le ocurrió faltar a la cita que él creó por decreto en 1983 y de la que fue anfitrión durante 21 años.
Un saludo de presidenta a expresidente hubiera sido justo, conveniente y políticamente correcto, entre otras cosas para marcar las diferencias entre unos ex y otros. Uno, presente; otro, Barreda, ausente. A Cospedal se la olvidó o simplemente tiró por otro camino.
El desliz, sin embargo, no empaña que el acto, en manos del equipo de la Consejería de Presidencia, quedara impecable.