No es de recibo que el máximo responsable de la política de Medio Ambiente de un país sea uno de los propietarios de dos empresas petroleras, por muy buen ministro que sea en otras áreas. Miguel Arias Cañete ha compaginado esas dos actividades tan poco compatibles en el Gobierno de Mariano Rajoy y, precisamente por eso, ahora, al llegar a Europa, se ha encontrado con problemas para sus aspiraciones políticas y para los intereses de España.
En abril pasado, cuando dejó el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente para encabezar la lista del PP a las elecciones al Parlamento Europeo, Arias Cañete era el ministro mejor valorado por los ciudadanos en las encuestas. Y con razón: había logrado buenos acuerdos en Europa para los agricultores y los pescadores españoles y, según dicen los especialistas, en esas áreas hizo un buen trabajo durante sus dos años y cuatro meses de mandato.
ALMACENES DE PETRÓLEO
Arias Cañete poseía el 2,5 por 100 del capital de la empresa Petrolífera Ducor y el 2,5 por 100 de otra llamada Petrologis Canarias, y en ambas presidía sus consejos de administración. Eran propiedad de la familia de su mujer y de él, dedicadas a almacenar petróleo de otras compañías en los puertos de Ceuta y Las Palmas de Gran Canaria que después era suministrado en alta mar como combustible a distintos buques. Esa manera de repostar los barcos, nada ecológica, está prohibida por la legislación en zonas marítimas protegidas.
Los ecologistas y algunos partidos de la oposición ya habían denunciado en España esa posible incompatibilidad, pero no les hicieron ni caso, aquí no pasó nada y Arias Cañete fue ministro durante más de dos años al mismo tiempo que presidía dos empresas del sector petrolífero.
En Europa, por el contrario, han puesto el grito en el cielo. El presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Claude Juncker, ha propuesto al exministro para el cargo de comisario europeo para Acción Climática y Energía, y muchos eurodiputados socialistas, ecologistas y de la Izquierda Europea -grupo en el que están Izquierda Unida y Podemos, entre otros partidos- han dicho que no están dispuestos a apoyar ese nombramiento.
HA VENDIDO SUS ACCIONES
A la vista del revuelo, para intentar evitar críticas y votos en contra de su nombramiento, Arias Cañete ha vendido las acciones que tenía en las dos empresas citadas. Las preguntas son obligadas: ¿En cuántos consejos de ministros participó en los que se adoptaron medidas relacionadas con los intereses de empresas como las suyas? ¿Se ausentó de esas deliberaciones? ¿Por qué no vendió sus acciones cuando fue nombrado ministro por Rajoy, en diciembre de 2011, para eliminar cualquier duda? ¿Por qué en España se pueden vulnerar normas elementales del sentido común y de la ética política con comportamientos que Europa rechaza? ¿Por qué aquí se hace la vista gorda muchas veces ante un conflicto de intereses entre el cargo público y la actividad privada de una persona?
Y algo más: cuando presentó su obligada declaración de actividades en el Congreso de los Diputados, Arias Cañete olvidó declarar que una de sus empresas, Ducar, funcionaba gracias a una concesión administrativa y había recibido algún contrato del sector público.
Por si eso fuera poco, el exministro todavía está siendo criticado por muchos europarlamentarios por las desafortunadas palabras que pronunció respecto de su rival política Elena Valenciano, la cabeza de lista del PSOE a las mismas elecciones europeas, durante la campaña electoral, de las que después se disculpó. «Si haces un abuso de superioridad intelectual, parece que eres un machista y estás acorralando a una mujer indefensa. Si debato con el señor Rubalcaba nos podemos decir todas las barbaridades, pero con una mujer se ve de manera diferente», afirmó cuando le preguntaron por qué había estado tan suave con Valenciano en un debate televisado.
UN «EXAMEN» COMPLICADO
Miguel Arias Cañete tendrá que comparecer el 1 de octubre en el Parlamento Europeo, ante los eurodiputados de las comisiones relacionadas con su futura cartera, para responder a las preguntas de ellos durante tres horas y que después digan si le consideran idóneo o no para ser el comisario de Acción Climática y Energía. Si supera ese examen, el pleno de la Eurocámara tendrá que ratificarle o no para ese cargo, y ahí es donde se las juega todas. Por los antecedentes citados, no porque le falte preparación o experiencia en Europa, que las tiene, ni por la labor que desempeñó como ministro.
Criticar ahora esos antecedentes del exministro Arias Cañete, como están haciendo el PSOE, IU, Podemos y otros parlamentarios europeos, no es actuar contra los intereses de España, como dicen de manera falaz algunos dirigentes del PP. Es, simplemente, cumplir con la obligación que tiene cualquier eurodiputado de examinar sin apasionamiento los méritos del candidato propuesto para un cargo y, si considera que no sirve -aunque pueda ser muy válido en otras áreas-, no apoyar su candidatura. Porque en política no vale todo.
MÁXIMA TRANSPARENCIA SIEMPRE
De esta polémica podemos sacar, al menos, dos conclusiones: una, que todos los políticos deberían cumplir con el máximo rigor las exigencias no sólo legales sino también éticas, para que no les puedan echar en cara algún día ninguna incompatibilidad, como le ha ocurrido a Arias Cañete; otra, que la transparencia en la actuación de los políticos y los cargos públicos debe ser siempre la máxima, sin dejar ningún resquicio a que pueda existir una interpretación errónea de su actividad. Deben dar ejemplo en todo.
Y no se olvide que se trata de uno de los mejores ministros que ha tenido Mariano Rajoy. Pero, como dice el refrán, el mejor escribano echa un borrón.
Y EN CASTILLA-LA MANCHA…
Impresentable. La bronca que mantienen el PP y el PSOE en Toledo, a costa del remonte de Safont -unas escaleras mecánicas que facilitan el acceso al casco histórico-, produce bochorno y dice muy poco en favor de la talla de algunos políticos.
Desde el PP dicen que el alcalde no autoriza su funcionamiento porque las obras las ha pagado el Gobierno regional, aunque eso le pueda costar votos. Desde el Ayuntamiento esgrimen que la obra está incompleta, porque falta un semáforo para garantizar la seguridad, entre otras deficiencias. Lo único que quieren los ciudadanos -entre ellos, los votantes de ambos partidos- es que se sienten a hablar y no se levanten hasta que resuelva el problema y las escaleras funcionen. Háganlo ya.