«Creo que hoy debería ser un día de reflexión para la prensa catalana, yo el primero. ¿Nadie sabía nada? ¿Qué nos ha pasado? Solo pregunto…».
La frase la escribió Jordi Évole en Twitter y se ha propagado por activa y por pasiva por las redes sociales igual que el fuego recorre el reguero de pólvora hasta que estalla. El «honorable» decidió lavar su conciencia (los millones ya lo había hecho, lavarlos digo, desde hacía años) y tiró de su propia manta cuando, afirman, se vio acorralado porque el propio Gobierno iba a filtrar el despropósito de tener una considerable suma de dinero en Andorra y que su familia había tomado como una especie de diversión habitual eso de mover los billetes por los diferentes paraísos extranjeros que uno ni siquiera se puede imaginar.
Inmediatamente después escuché a varios expertos afirmar que el supuesto delito cometido por el «president» más «president» que ha tenido Cataluña podría haber prescrito. Ja, ja, ja… Y, como a cualquiera de ustedes, la sonrisa se mezcló con la indignación. ¡Ay si nos hubiera pasado a uno de nosotros! Ni prescripción ni gaitas, bueno sardanas. Hubiéramos ido directos a la plaza pública primero, al abucheo después, al descrédito inmediato y, por supuesto, a pagar una buena suma por evasión fiscal o como quieran llamarle a lo que ha hecho Jordi. Como mínimo.
Ay Pujol…
Para hacer de buen ciudadano y después del desaguisado de los últimos 34 años, porque no encontró el momento adecuado para devolver el dinero a España (ni él, ni su esposa ni ninguno de sus siete hijos), primero regularizó la situación (o al menos eso ha dicho) y después pidió perdón. Pidió perdón como al que le pillan tirando la basura a deshora y venga, que sea la última vez que lo hace. Así, sin más. Oigan, que he evadido mi patrimonio durante más de tres décadas para evadir al fisco y que ahora lo he pensado mejor y lo cuento para que todos ustedes lo sepan antes de que me lo saquen en los papeles. ¡Malditos periodistas!
No sé si la prensa catalana sabía algo o no. Allá cada cual cómo ejerce el periodismo, tan denostado y pisoteado y en muchos casos con razón. Pero aquí el problema es del político que defraudó a la Hacienda pública durante 34 años y ahora no vale solo con pedir perdón. Que ni siquiera ha dado la cara (como hiciera el «ex» Rey con el caso de los más famosos elefantes que hayamos podido conocer) sino que lo ha hecho por escrito.
Hay personas que deberían dar todavía más ejemplo que el resto. Los que cobran de nuestros tributos. Por lo tanto, a pasar por el Juzgado de inmediato.
Permítanme que generalice de forma banal, pero así es imposible que el ciudadano crea en los políticos.
cesardelrio@encastillalamancha.es